Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS
Una bala perdida ingresó a un salón de la escuela 92, en el barrio Lavalleja, el pasado jueves mientras que un tiroteo entre delincuentes y la policía, en Manga, abrió fuego frente a la escuela 332 mientras los escolares salían de clases.
La bala perdida en la escuela 92 de Tiempo Completo ingresó luego de un intercambio de disparos entre hombres que circulaban en la zona en moto. El proyectil rompió la ventana e impactó en un sillón de uno de los salones. Alumnos y docentes, que estaban en el aula, resultaron ilesos, así como quienes se encontraban en el predio.
Los alumnos fueron enviados a sus domicilios, y la escuela cerró. Autoridades educativas acompañaron al personal y a los alumnos tras el hecho.
El segundo caso ocurrió próximo a las 13 horas en Manga. La policía perseguía a tres personas que habían intentado rapiñar una estación de servicio en José Belloni e Instrucciones. Uno de los rapiñeros que iba en una moto por Belloni sacó un arma de fuego, y un efectivo repelió el ataque, según información policial.
Resultó ser un joven de 22 años con indagatoria por hurto. Resultó herido de arma de fuego. Se le incautó un revólver calibre 38.
En este contexto, la Asociación de Maestros de Montevideo brindó una conferencia de prensa urgente ante ambos hechos ocurridos en Montevideo, en la que participaron la secretaria de prensa de Ademu, Soledad Moraes, y la secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM-TEP), Elbia Pereira.
Soledad Moraes, secretaria general del sindicato, explicó que “el tema de la inseguridad viene preocupando” y recordó que semanas atrás se reunieron con autoridades del MI para plantear esa preocupación por estos episodios, pero también para reclamar participación en la búsqueda de soluciones.
El presidente del Codicen, Robert Silva, sostuvo el martes que se está “dotando” a los centros educativos de seguridad, pero aseguró que estos espacios “no se tienen que transformar en edificios aislados de la sociedad”. Según entendió el jerarca, los centros tienen que “atender” e “interactuar” con la comunidad y, para eso, deben recibir “herramientas para que se adopten las decisiones y se protejan en lo que haya que proteger, pero no podemos poner murallas”, en referencia a que “no deben estar aislados de lo que pasa en la sociedad”.
Conversamos En Perspectiva con Gonzalo Méndez, quien trabaja en un club de niños en el barrio Flor de Maroñas donde han vivido situaciones de violencia similar.
Destaques de la entrevista:
- "Estos episodios tiñen los temas de conversación de los chiquilines. Las preguntas van en torno a dónde fue, qué pasó, quién fue, por qué sucedió. Tratamos de, entre todos, elaborar respuestas comunes y contener esa angustia y ansiedad que genera estar tan cerca de situaciones de violencia".
- Caso concreto: "La escuela víctima de robo tiene una población de 700 chiquilines. Evidentemente son las familias del barrio y siempre están atravesadas por este tipo de situaciones de violencia y además, hay vinculación familiar" a estos hechos.
- "Nos ha sucedido de tratar con niños que vivieron casos de homicidio de integrantes de la familia, es un trabajo de reparación, de escucha y de apoyo".
- "Cada episodio de violencia genera un posterior trauma. Tratamos de escuchar, acompañar y buscar estrategias de mejora en el impacto que tienen estas situaciones en la subjetividad de cada niño".
- Protocolo INAU: "Reúne algunas medidas de cuidado, de primera respuesta, de cómo debería ser la circulación de niños y niñas en los espacios educativos (ante un hecho de violencia), tratar de buscar lugares de mayor protección".
- "Desde las organizaciones trabajamos fuertemente lo comunitario, porque cualquier situación de violencia barrial tiene como primera consecuencia el repliegue de los equipos y de los vecinos, que se quedan en sus casas. Ante eso la idea es, de alguna manera, disputar los espacios públicos que tenemos. Habitarlos con actividades recreativas, culturales, que sabemos que no van a solucionar, pero tenemos que generar el sentido de que esos lugares pueden ser vividos de manera positiva y de encuentro".
- "El año pasado y este hemos tenido espacios de encuentro con autoridades, de coordinación e intercambio de miradas de lo que sucede".
- Aumento de presencia policial en el barrio: "De alguna manera es una buena medida tranquilizadora, pero la mayor o menor presencia policial puede incidir relativa y limitadamente. Es en un momento del día, de la tarde o noche, de forma acotada y a veces bastante previsible".
- "Los episodios de violencia que han sucedido exceden ampliamente la presencia policial".