El Concurso de Cuentos de En Perspectiva te invita una vez más a ser parte del jurado y votar para definir el “premio de los oyentes”. Hoy desde las 10 hs están publicados en EnPerspectiva.net los “cuentos con ballenas” nominados por el Jurado, y al final de la página el formulario para votar.
Tienen tiempo para elegir su favorito hasta el próximo jueves a las 11 hs. Al día siguiente, el viernes, en La Mesa conoceremos: los cuentos preferidos por cada uno de los cuatro tertulianos, los tres ganadores según el voto del jurado y el cuento elegido por la audiencia.
Concurso de Cuentos de En Perspectiva 2017
Edición: primer llamado, marzo de 2017
Consigna: Cuentos con ballenas
Jurado: Juan Grompone, Mauricio Rosencof, Alcides Abella, Ana Ribeiro y Gonzálo Pérez del Castillo
Cuentos nominados
Título: Colosal
Seudónimo: Abot
Mi padre era pescador. Estaba mucho tiempo fuera de casa. Siempre trataba de pasar sus escasos momentos libres conmigo. Un día me llevó con él, cargándome en sus hombros, lo recuerdo muy bien, yo tendría cuatro o cinco años. Me bajó en la plataforma y yo, sin dudarlo, corrí al barco, me subió y me sentó. Ni bien se puso en movimiento comencé a sentirme algo mareado; con los giros mi sensación empeoraba, él me gritaba para que lo mirara, sabía que si miraba un punto fijo se me iría el malestar; y así fue.
De pronto, siento a mi derecha algo enorme que emergía, ahí estaba esa impresionante ballena azul elevándose. Noté, confundido, que un enorme hierro la atravesaba verticalmente desde su parte superior saliendo por la inferior. Ella avanzaba igual, subiendo y bajando, no parecía afectarle su situación.
En un instante, repentinamente, todo se detuvo. Sentí las fuertes manos de mi padre que me tomaban. Me cargó en sus hombros y nos alejamos rumbo al gusano loco, dejando la calesita atrás.
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Título: Sueño de pobre
Seudónimo: Abril
Cansado de arrastrarse por los almanaques cargando su condición de mendigo, peón de segunda, cuidacoches, payaso de esquina, raspador de guitarra en la peatonal, barrendero, botellero, borracho de todas las noches, un día supo que quería ser diferente, romper el cascarón de su estigma de cuna. Entonces invocó al duende de los sueños de los pobres. Fue bajo el puente a salvo del tronar de los motores, entre sus trastos definidos por un colchón a girones y cartones húmedos, que abrazó para no soltarlo el deseo de ser ballena y por una vez cruzar todos los mares contra todas las corrientes, reluciente en insolencia e importancia. Y se le dio. Fue solo una vez, duró lo que un suspiro, casi ni tanto; fue afortunado y ya no despertó. Se quedó para siempre con la sonrisa blanca, animal y deslumbrante, varado en su playa.
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Título: La mano que transforma
Seudónimo: Ahab
La mano que trabaja la madera es tan oscura como ella, y como ella, llena de nudos y asperezas. La mueve, la talla, la pule, aparece de pronto un ojo aquí, una aleta allá, una sonrisa de Mona Lisa, la huella del mar en el flanco, el olor del salitre.
Cuando termina, la mano que transforma la madera está llena de polvo, de cicatrices, duele, por el parto. Entonces alza la madera, que ya no es tal, y la lleva a la playa de donde vino, arrastrada por la sudestada.
En la orilla la suelta, al compás de la ola que viene y va. En la difusa luz del atardecer, la antigua madera se estremece, lanza un chorro de agua y vapor y se hunde en la profundidad del mar.
La mano, ahora en sombras, tal vez por la luz del sol que se ahoga en el agua, empieza a tallar el arpón.
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Título: Seminario
Seudónimo: Alliv
En el seminario pro defensa de las ballenas se enumeraban las bondades de estas especies para la vida en el mar. Cadena alimenticia, reducción del anhídrido carbónico, suministro de alimentos para el Krill, entre otros. En determinado momento, cuando el silencio se había enseñoreado del local, se escuchó una voz en el recinto.
–¡No estoy de acuerdo con todo eso!–
Mientras todos miraban hacia el lugar de donde había provenido la voz, el silencio se había vuelto más espeso aún, el Presidente de la mesa, para que las cosas no pasaran a mayores, preguntó:
–¿En qué no está de acuerdo? ¿Cómo es su nombre?
–Plancton Señor Presidente.
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Título: ¿Dónde está la abuela?
Seudónimo: Bal
Cuando la abuela desapareció y encontraron cerca de la costa, adentro de una botella de plástico que flotaba, su celular, muchos pensaron lo peor. Menos sus dos hijas, quienes habían recibido un mensaje de texto en sus celulares: “queridas hijas me voy con…” y aquí agregaba una imagen para representar a su amiga.
Ambas estaban seguras que estaría en algún lugar de la playa esperando el atardecer para volver a la casa, como lo había hecho otros años. Y otra vez contaría la misma historia, del paseo en alta mar, que solo sus nietos escuchaban y creían.
Fue justamente una de las nietas, la que abrió el archivo de fotos del celular de la abuela y al verla gritó: “una selfie de Abu dedicada a sus nietos, saludando desde el lomo de su ballena amiga. ¡Es lo más la abuela!”.
Inmediatamente la mandaron a todos sus contactos y estos a otros contactos y estos a otros y la abuela y la ballena fueron noticia mundial antes que regresara a las rocas, desde donde había partido.
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Título: Diosa
Seudónimo: Call Me Lucky
Acampábamos en el Cabo cuando, al volver de una caminata, encontré una nota de la amada, que decía que se iba en la camioneta de Soyp y para siempre. Desesperado, junté las cosas y fui a lo del Francés, para intentar el rescate.
La camioneta estaba saliendo, repleta de escolares y de maestras, por lo que el chofer me dijo que no había lugar. Insistí, contándole el caso, y el tipo, insensible, soltó: “mirá, es una ley física, el espacio puede ser infinito pero la camioneta no y cuando va llena, va-lle-na, ¿o no la ves?”.
Entonces efectivamente, vi en el mar aquella especie de Moby-Dick, imponente. Ante el griterío de los niños, las maestras los bajaron porque no se iban a perder el viaje didáctico y todo lo demás. El chofer, mientras armaba un cigarrillo mirando la camioneta va-cía, sentenció: “no pienso esperar el regreso del viaje didáctico ni de nada, así que subite”. Me subí a la cabina, mientras pensaba que Moby no era un monstruo, sino que debía ser una diosa del mar.
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Título: La Ballena
Seudónimo: Carencia de vergüenzas de noruegos y japoneses
Se sumergió lentamente en las profundidades del océano. Su imaginación rondaba sobre qué condiciones debería tener una nave espacial para poder viajar algún día a otro planeta.
Pensó cual sería su traje de astronauta más apropiado. Escuchó el informativo meteorológico en el “canto” de sus semejantes, luego pudo sintonizar el obituario diario siempre sanguinario, con su oído ultrasensible para las largas distancias.
Pasados varios minutos ascendió a la superficie a renovar el aire, y en la oscuridad de la noche despejada pudo contemplar nuevamente el cosmos, con su sabiduría intrínseca podía identificar la posición de cada estrella y sus planetas invisibles.
Ahora su preocupación era que en algún lejano planeta existieran mares y atmósfera similares a los de la Tierra, sin los molestos invasores humanos.
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Título: Cómplice involuntario
Seudónimo: Cetus
La luz de la lámpara se extinguía. Hacía horas que había empezado a leer pero no podía dejar de hacerlo pese al cansancio. Le intrigaba conocer el desenlace del relato sobre aquella cacería de ballenas. Mantenía la firme esperanza que a último momento esos magníficos animales pudieran escapar de las chalupas que se acercaban sigilosamente con los arponeros en proa. Sufría pensando en el injusto y cruel final que les esperaba solo por esa desmedida ambición humana. Devoraba las páginas como la lámpara su combustible hasta que, de repente, quedó a oscuras. Tanteando en la habitación fue a ciegas hasta la alacena donde sabía que encontraría con qué reponer la lámpara. Mientras contenía el llanto por lo duro de las últimas líneas que presagiaban el infausto final fue llenando la lámpara con el aceite de ballena para seguir leyendo.
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Título: Regalo
Seudónimo: Eliana Mara
El taller está al fondo, luego de la chalana que tuvo sus días de gloria, en medio de los imponentes árboles de tilo que perfuman el aire de diciembre. La luz ha permanecido encendida hasta muy tarde durante varios días, y el cartelito de "No molestar" en la puerta sugiere que es mejor alejarse.
“Está trabajando en un proyecto especial”, dijo mamá. La reunión del sábado es una excusa perfecta para que familia y amigos nos encontremos de vez en cuando. Bueno… soy un año más vieja, pero ese es un detalle que prefiero olvidar. Papá ve mi cara de sorpresa al recibir la hermosa obra de arte: una ballena tallada en madera de tilo. Me mira a los ojos y dice con voz emocionada: "es que ellas fueron mi compañía en el mar cuando ustedes estaban muy lejos".
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Título: Revancha
Seudónimo: Mica
Una joven rubia, delicada, aparentemente muda, entró en el restaurante donde estábamos cenando. Mesa a mesa, sonriendo, desplegó algo así como 20 llaveros y un cartel con el precio: $ 100. Más que los llaveros, me encantó su expresión. Decidí ayudarla.
No sé por qué, sin dudar tomé una graciosa ballena. Tal vez por el rubí que oficiaba de ojo, y que yo hubiera jurado, me estaba haciendo un guiño. Estaba por pagar, cuando descubrí, abajo de otros llaveros, la magra e inconfundible figura de Pinocho. Me encantó la coincidencia, lo tomé, pagué, y tiré ambos al fondo de mi cartera.
—Muéstrame lo que compraste— Inquirió mi esposo, apenas llegados a casa.
Encantada por su curiosidad, metí la mano en la cartera. Percibí unos sonidos extraños. Tiré el contenido en la mesa y encontré un solo llavero. Hipando, con una enorme barriga y la boca entreabierta, Pinocho sonreía victorioso.
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Título: La verdadera historia del Capitán Jonás
Seudónimo: Rafael
Según cuenta el Capitán, estaba en una botella de ginebra Bols que encontró en la playa y con el entusiasmo, se la había tragado sin querer y se olvidó, así que cuando el médico miró la radiografía y dijo:
—Capitán, usted se tragó una ballena— no se le movió un pelo.
—¿Me está jodiendo?- dijo, pa disimular
—No. Acá se ve clarito, y la tos esa por la que vino, es por el humo que ella hace.
—Se ve que la tragué chiquita, tipo majuga, ¿ahora que hago?
—Con tanto vino que toma se va a complicar la cosa —dijo el médico— mejor va y la vomita en la orilla.
El Capitán ya estaba harto de la tos y los ruidos que hacía la ballena en la panza cuando andaba medio en pedo, así que al final le hizo caso, y un día que estaba en el barco, se asomó a la borda y a las arcadas, echó a la ballena esa al medio del mar.
Todavía dice, después de unos vinos, que al caer al agua, la ballena le rajó una puteada de padre y señor mío, pero en el boliche nadie le cree. Las ballenas no hablan, se sabe.
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Título: La criatura
Seudónimo: SaganFan
—Mirá, mamá, qué extraña criatura.
La mamá miró hacia la criatura y el miedo recorrió su cuerpo. Los recuerdos de su infancia le habían enseñado lo peligrosas que eran. Su hijo nunca había visto una, por eso no le temía. Entre risueño y juguetón se le acercó y la observó con curiosidad. Temiendo lo peor, la mamá se acercó rápidamente y pudo ver que no era peligrosa: estaba casi muerta. En silencio y con sus ojos vidriosos suplicaba ayuda.
—¡Qué fea es! —dijo el hijo— ¡Y qué peluda! ¿Qué es mamá? No parece pertenecer a nuestro mundo.
—Realmente creía que se habían extinguido —dijo ella— Ha pasado mucho tiempo desde que alguien ha visto una. Vamos, te contaré una historia.
Entonces en su rico y profundo lenguaje de chasquidos, silbidos y gruñidos la mamá ballena le explicó a su cría qué eran esas criaturas. Lenguaje que ningún humano podría llegar a entender jamás… porque el último de ellos lentamente se estaba muriendo en una balsa en el océano que cubría toda la Tierra.
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La votación para el Premio de los oyentes cerró el jueves 6.04.2017 a las 11.27 hs. El viernes 7.04.2016, durante La Mesa de los Viernes, daremos a conocer los resultados de la votación y también los premios otorgados por el Jurado.
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Enlace relacionado
Concurso de Cuentos de En Perspectiva, llamados anteriores
Crédito imagen: Džoko Stach