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Elecciones en Argentina: Batacazo de Macri muestra un cambio en la cultura política que los sondeos no captaron

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Conocidos los resultados primarios de la elección presidencial del domingo en Argentina, que deberá resolverse en un balotaje entre Macri y Scioli dentro de cuatro semanas, el corresponsal de En Perspectiva en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, dijo que el escrutinio refleja algo más que "un problema de medición estadística". "Hay un cambio en la cultura política del país que los sondeos no han sido capaces de captar", dijo.

EN PERSPECTIVA
Lunes 26.10.2015, hora 7.39

(Audio Mauricio Macri)

“Lo que ha sucedido en el día de hoy ya cambia la política de este país”

(Fin audio)

EMILIANO COTELO (EC) —Fernando Gutiérrez, ¿cómo amanecen en Buenos Aires?

FERNANDO GUTIÉRREZ (FG) —Con bastante sueño, con pocas horas de sueño los periodistas, que nos quedamos toda la noche tratando de procesar y entender este verdadero batacazo. Porque fue una enorme sorpresa, otra vez las encuestas le erraron feo, pero feo, feo. A esta altura lo que queda claro es que no hubo apenas un problema de medición estadística, me animo a decir que hay un cambio en la cultura política del país que los sondeos no han sido capaces de captar. Lo cierto es que la diferencia entre Daniel Scioli y Mauricio Macri, que se suponía que podía ser de 8 o 9 puntos porcentuales, terminó siendo de apenas 2 puntos…

EC — Exactamente 2,5 puntos porcentuales en este momento: cuando va escrutado el 97 % de los sufragios Scioli aparece con 36,8 % y Macri con 34,3 %.

FG —Eso significa que no solamente va a haber balotaje sino que además Macri pudo mostrarse como el gran ganador de la noche, a pesar de haber salido segundo. La primera señal de que algo raro estaba pasando fue cuando a las 22.00, sin que hubiera todavía datos oficiales –que llegaron muy tarde–, apareció Scioli en su búnker de campaña del Luna Park. Se notaba un clima de preocupación, Scioli estaba muy tenso, nervioso, cometía furcios al hablar, pero su discurso sorprendió mucho. No tanto por el hecho de que confirmara que habría una segunda vuelta, lo cual quedó claro cuando empezó a pedir que lo acompañaran los votos de los indecisos…

EC —Sí, no lo dijo expresamente pero [la confirmación de la segunda vuelta] era el telón de fondo obvio de esa alocución que estaba realizando.

FG —Claro, porque todo el mundo esperaba ese discurso triunfalista que hacen los candidatos, aun cuando saben que va a haber una segunda vuelta, y Scioli tenía otro tono, pidiendo que lo votaran. Además, en los balotajes la estrella del día siempre es el candidato que sale tercero, porque puede erigirse en el árbitro de la segunda vuelta, entonces el primero y el segundo tratan de seducirlo y ganarse su apoyo, pero Scioli en vez de hacer un discurso moderado para captar a los peronistas opositores -que son los que votaron a Sergio Massa- hizo un discurso muy radicalizado hablando de las conquistas del kirchnerismo que se podrían llegar a perder si finalmente Macri fuera presidente.

Es decir: fue un discurso que parecía más dirigido a la interna del kirchnerismo, del espacio oficialista, como si existiese el riesgo de una pelea interna, algo que se notaba en pequeños gestos como el hecho de que la agrupación La Cámpora, que es la más fiel a Cristina [Fernández], no haya estado en el Luna Park sino en un comité propio…

Después, cuando finalmente aparecieron los números estuvo más claro por qué Scioli había elegido ese tono: no le fue mal, le fue catastróficamente mal, porque perdió en la provincia de Buenos Aires, que es el bastión histórico del peronismo, en el cual el partido peronista es gobierno desde hace 28 años ininterrumpidos.

EC —Una interrupción, porque hay veces que el oyente puede confundirse: una cosa es la provincia de Buenos Aires y otra el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Macri ha sido el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero en la provincia el peso tradicional e histórico ha estado por el lado del justicialismo. Incluso en las épocas en las cuales la Unión Cívica Radical fue un partido importante, esta votaba bien en la ciudad pero en la provincia le pasaba por arriba siempre el justicialismo. Ahora resulta que en la provincia de Buenos Aires va a haber un nombre de la coalición de Macri.

FG —Exactamente. Son muy distintos, numérica y culturalmente: en la ciudad de Buenos Aires votan unos 2 millones de personas, es algo similar al padrón electoral de Uruguay, en cambio en la provincia de Buenos Aires votan entre 9 y 10 millones de personas, eso equivale al 38 % del total del padrón [total de Argentina]. Es casi siempre la provincia la que termina definiendo para dónde se inclina [la votación nacional] y hasta hace poquitas horas parecía un fuerte absolutamente inexpugnable del peronismo. Allí están los famosos y legendarios barones del conurbano, con sus famosos punteros, se decía que era absolutamente imposible de desafiar, pero bueno…

En general los partidos que no son peronistas presentan candidatos allí casi de manera testimonial, tratando de pellizcar algunos votos que siempre van a ser marginales, nunca con la esperanza de ganar. Fue realmente el gran batacazo de la noche, porque allí en la vereda de enfrente del sciolismo, en el búnker de Macri, el clima era todo lo opuesto: había cánticos, algarabía, los clásicos globos del partido Pro [Propuesta Republicana] todo un clima de vestuario ganador. Macri, aunque salió segundo, se mostró en definitiva como si ya fuera un presidente electo; a diferencia de Scioli, él sí tuvo un discurso muy pensado para captar los votos peronistas que fueron a Massa y los centroizquierdistas que fueron a partidos menores.

Pero por supuesto que la gran estrella de la noche, y me animo a decir que es una de las figuras de más proyección de la política argentina a esta altura, es María Eugenia Vidal, la candidata de Macri que ganó y va a ser la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Les recuerdo que en la provincia de Buenos Aires, a diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, no hay balotaje, el que ganaba anoche era gobernador. Vidal es una porteña de 42 años, que tiene tres hijos, con un perfil muy típico de porteña de clase media. Había sido ministra de Acción Social y después, hasta el día de hoy, vicejefa del gobierno de Macri en la ciudad de Buenos Aires. Se postuló a la provincia con pronósticos que indicaban que iba a quedar en tercer lugar, condenada inexorablemente a perder contra el aparato partidario del peronismo, pero dio ese gran batacazo al sacarle una diferencia de 5 % a Aníbal Fernández, que era no solo el candidato peronista sino también el más directamente identificado con Cristina Kirchner.

Aníbal es una figura muy controvertida, ha estado siempre como uno de los más leales dirigentes de Cristina, hoy es jefe de gabinete del gobierno, y ha recibido acusaciones de vínculos con la mafia de la droga y tiene enemigos dentro del propio peronismo, así que ese factor sin dudas le jugó en contra a Scioli en la provincia, pero hay que decir que eso no explica absolutamente la derrota oficialista en la provincia. Hay quienes creen que, contrariando el famoso mito de ser un político incombustible, que puede soportar todo tipo de reveses sin pagar nunca un costo personal, ahora Scioli está empezando a recibir pases de factura.

Por ejemplo, por la catastrófica inundación de la provincia en agosto pasado, que dejó al descubierto la falta de obras, y durante la cual, para empeorar las cosas, Scioli [no estaba porque] había hecho un viaje de descanso a Europa que irritó hasta a la propia Cristina Kirchner. Esa fama que tenía Scioli de que le podía ocurrir absolutamente de todo pero eso nunca se veía reflejado en las encuestas pareció haber cambiado, y de golpe; toda la buena suerte se fue.

Ese es el panorama: ganó Scioli pero dejó toda la sensación de ser un candidato derrotado, Macri salió segundo pero ayer hizo un discurso casi como de presidente electo y va a haber una segunda vuelta en cuatro semanas, el 22 de noviembre. Para algunos de los argentinos, por ejemplo para los porteños, va a ser la sexta vez que van a tener que ir a votar en un período no mayor a los seis meses, o sea, casi un promedio de una votación por mes. Esto suponiendo que todo siga su curso normal y que Scioli decida no bajarse de la elección, cosa que…

EC —¿Cómo es eso? ¿Esa posibilidad cabe?

FG —Bueno, la única vez que hubo un balotaje desde la reforma de la Constitución del año 1994 fue en 2003, cuando salió primero Carlos Menem y segundo Néstor Kirchner. Esa segunda vuelta no llegó a disputarse porque Menem, al ver que claramente las encuestas no lo favorecían, renunció. No hay que descartar una situación de ese tipo.

¿Cuál va a ser el hecho determinante? Hay que estar muy atentos a los gestos de las próximas horas, se van a ver dos temas muy importantes a los que hay que prestar atención.

El primero de ellos es la reacción de Cristina Kirchner. Si la presidenta le da un apoyo decidido a Scioli y le pide a su tropa, al núcleo duro del kirchnerismo, un alineamiento incondicional con Scioli, bueno, ahí es una cosa y las chances de Scioli van a seguir bastante fuertes. Si, en cambio, la presidente da apenas un apoyo tibio y medio desganado, ahí hay un riesgo para Scioli de fuga de votos. Lo que hemos empezado a ver en los últimos días, ya antes de la elección, es que parte del votante de Cristina estuvo con dudas y algunos de los más conocidos -sobre todo los intelectuales del ala izquierda del kirchnerismo- expresaron su enojo por varias actitudes de Scioli.

Por ejemplo: no les gustaban los funcionarios que Scioli designaba como eventuales ministros de un gobierno suyo. Si Cristina hiciera alguna pequeña crítica entre líneas a Scioli me animo a decir que van a empezar los pases de factura y eso de alguna manera explica el tono del discurso de Scioli: estaba apelando por sobre todo a la unidad del kirchnerismo, de ese espacio oficialista que hoy le daba esa gran mayoría.

El otro tema fundamental es la decisión que tome Massa sobre a quién apoyar.

EC —Massa tuvo el 21 % de los votos.

FG —Sí, tuvo un éxito bastante importante, porque ustedes saben cómo es esto, cuando hay un balotaje… En este caso es un sistema raro el argentino porque las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias [PASO], si bien no eligen ningún cargo, funcionan en los hechos como si fuera una primera vuelta, entonces ocurre el temor a la famosa polarización: a que el que sale tercero vea diluidos sus votos porque la mayoría de la gente empieza a pensar con la lógica del voto útil. Pero Massa ha tenido bastante éxito en retener sus cinco millones de votos -ese 21 %, 22 %-, que era parecido al resultado que había obtenido en las PASO. El que perdió votos fue Scioli, que tuvo menos votos anoche que los que había tenido en las PASO de agosto. Así que el poder y la capacidad de negociación que le queda a Massa por haber sido capaz de retener esos votos, que son casi todos votos de peronistas enojados con Cristina, lo convierten en una persona importante en este panorama.

¿Qué va a hacer Massa? Vamos a ver. Anoche dio un discurso de un tono decididamente opositor. Massa venía radicalizando mucho su discurso, ya no era aquel ex kirchnerista que quería jugar por el camino del centro, sino que tuvo un discurso muy fuerte en contra de la corrupción del gobierno kirchnerista y críticas muy fuertes respecto de algunas políticas que han sido pilares del kirchnerismo, como la impositiva. Resulta difícil imaginarse a Massa buscando un acuerdo con Scioli, todo apunta a que va a tratar de buscar un acuerdo con Macri, con quien hasta último minuto estuvo negociando la conformación de algún tipo de alianza cuando se formaron las listas.

Vamos a ver qué es lo que ocurre, seguramente muchas de estas dudas que estamos planteando ahora se disipen en cuestión de horas, viene con una dinámica bastante rápida esta situación. En todo caso, hubo algo que quedó claro ayer: gane quien gane se viene una nueva etapa que algunos ya están definiendo como el pos-kirchnerismo en Argentina. Los que han dejado claro esa situación han sido hasta los propios Kirchner: ayer la gran victoria de los Kirchner fue en la provincia de Santa Cruz, donde Alicia, la hermana de Néstor y cuñada de Cristina, se consagró gobernadora y Máximo [hijo de Néstor y Cristina] estaba peleando por ser diputado nacional. Cuando hablaron, a las 3.00, fue un festejo localista y casi de tono familiar, en ningún momento hablaron de reforzar el apoyo a Scioli. Parecía como si ya estuviesen pensando en una nueva etapa en la cual ellos van a tener que rehacer el poder político del kirchnerismo desde las provincias que se mantienen fieles y la bancada leal a Cristina en el Congreso.

Todo un shock, todo un batacazo, la sensación de una nueva etapa y la gran incógnita sobre si Daniel Scioli será capaz de asimilar el golpe y recuperarse como para tratar de erigirse presidente de acá a cuatro semanas en un panorama en el cual, hasta este momento, a juzgar por lo que ha ocurrido en estas primeras horas, quien mejor posicionado parece para ser el próximo presidente de Argentina es Mauricio Macri.

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Transcripción: Andrea Martínez

Foto: Mauricio Macri (izq.) y Daniel Scioli (der.). Crédito: AFP Photo.

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