Foto: Ahmad Gharabli / AFP
En Israel, un malestar social que venía creciendo desde principios de año llegó el fin de semana pasado a un punto de quiebre.
Decenas de miles de personas se movilizaron en Tel Aviv y el país se vio sumido el lunes en una huelga general, con paralización de puertos, hospitales y el principal aeropuerto del país. ¿El motivo? Una controvertida reforma judicial.
El presidente israelí, Isaac Herzog, abrió ayer una "reunión de diálogo" entre partidos oficialistas y opositores, luego de que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, anunciara una pausa en la aprobación del proyecto hasta fines de abril.
La reforma busca darle más poder al parlamento por sobre el Poder Judicial, y los detractores consideran que eso pone en peligro el carácter democrático del Estado.
La resistencia no viene solamente de los opositores al gobierno de Netanyahu, considerado uno de los más conservadores de la historia del país. Entre los detractores se encuentra Estados Unidos, aliado clave de Israel, que ha expresado “preocupación” al respecto.
La crisis política se extiende dentro de la coalición de gobierno: Netanyahu había destituido el domingo al ministro de Defensa por proponer frenar el tratamiento parlamentario de la reforma, cosa que terminó haciendo el lunes.
Y, para complejizar más aún, la protesta llegó incluso a filas militares, donde cientos de reservistas de las unidades de élite del ejército israelí publicaron cartas abiertas en rechazo a la reforma y anunciaron que no cumplirían determinadas funciones si el proceso seguía adelante.
Algo llamativo en un país que le da mucho valor a sus fuerzas de seguridad.
¿Cómo sigue ahora la negociación? ¿Qué puede pasar en un país tan atravesado últimamente por crisis políticas?
Para profundizar en el tema estuvimos en contacto con el periodista uruguayo Quique Kierszenbaum, que ha estado siguiendo en el terreno las movilizaciones.