Foto: Nathan Howard/Getty Images/AFP
El viernes pasado, a poco de que cumpliera 50 años, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos echó por tierra la sentencia que legalizaba el aborto en todo el país.
La potestad de prohibirlo o no pasó entonces a los estados, y automáticamente ya se lo prohibió en diez de ellos. Pero son 26 -es decir, más de la mitad del total- los que ya han adelantado que irán en esa dirección.
Conocida como Roe vs. Wade, la sentencia judicial en cuestión, datada de 1973, era una de las más polémicas de la historia de EEUU, defendida y criticada por movimientos sociales. Según ella, el aborto era un derecho garantizado por la Constitución, no en forma explícita sino a partir del derecho a la privacidad.
La nueva integración de la Corte que se dio en el gobierno de Donald Trump, quien colocó a tres jueces conservadores durante su período, es lo que permite el cambio en la postura.
La noticia causó conmoción, con protestas callejeras que se extendieron todo el fin de semana y que replicaron incluso en otros países.
Así reaccionó el presidente Joe Biden, en un discurso en la Casa Blanca: “Hoy la Suprema Corte expresamente le quitó un derecho constitucional a la gente. No lo limitaron, simplemente lo quitaron. Eso nunca había sucedido con un derecho tan importante”.
Biden agregó una advertencia:
"Esta decisión pone en riesgo el derecho a la privacidad para todos. Eso es porque Roe reconocía el derecho fundamental a la privacidad que ha servido de base para tantos otros derechos que damos por sentados y que están arraigados en el tejido de este país: el derecho a tomar las mejores decisiones para tu salud, el derecho a los anticonceptivos, el derecho a casarte con la persona que amás".
Esa advertencia se basa en las declaraciones de uno de los integrantes conservadores de la Suprema Corte, quien sugirió que se deberían reconsiderar las sentencias que permiten el acceso a anticonceptivos, a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y al matrimonio gay.
Profundizamos en la noticia con Christina Ewig, doctora en Ciencias Políticas, directora del Centro de la Mujer, Género y Políticas Públicas de la Universidad de Minnesota.