Imaginemos dos historias diferentes: por un lado, una empresa que ha permanecido en una familia durante generaciones; por el otro, una startup fundada por dos jóvenes ingenieros.
En la empresa familiar, el abuelo todavía está involucrado en algunas decisiones, pero los dos hijos están en el día a día y también hay nietos que están cada vez más involucrados. En la startup tecnológica, los dos fundadores se reparten el trabajo de mirar a largo plazo, y las decisiones que hay que tomar a diario.
A priori, las dos compañías no tienen nada que ver entre sí, pero cuando empiezan a crecer, se topan con el mismo problema: las decisiones empiezan a irse de las manos porque hay demasiado a lo que prestar atención, y hay que delegar pero no se sabe cómo. Ni unos ni otros están preparados para cambiar la forma en que dirigen sus empresas, y eso complica que el crecimiento se mantenga.
Más temprano que tarde empiezan las peleas. Entre hermanos, entre amigos. Los celos, el querer tener control a la vez que se sabe que no se puede estar en todo.
¿Cómo se rompe esa lógica? La respuesta está en que hay que repensar la gobernanza corporativa. Y como en Uruguay es un área en la que hay terreno fértil para mejorar, es que se está creando el Círculo para la Mejor Gobernanza de las Organizaciones, integrado por referentes empresariales y académicos uruguayos. Días atrás lanzaron el primer estudio de gobierno corporativo que se hace en Uruguay, y mientras se esperan los resultados, ya hay cosas para decir.
Para conocer más sobre la situación de la gobernanza corporativa en Uruguay, recibimos a dos de las integrantes del círculo: la contadora Mariella de Aurrecoechea, socia de Deloitte Uruguay, directora de Estrategia e Innovación en Deloitte Latinoamérica; y a la también contadora Ana Gatti, directora independiente en el Banco Santander, presidenta del Comité de Auditoría en ese banco, socia fundadora y presidenta de la Red de Mujeres Ejecutivas del Uruguay.