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Scioli y CFK se necesitan mutuamente para que el kirchnerismo siga en el poder

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A seis meses de las elecciones en Argentina el oficialismo se enfrenta a un dilema.La presidenta Cristina Fernández depende de su enemigo íntimo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, para garantizar la continuidad del kirchnerismo. Paradójicamente, Scioli precisa del apoyo explícito de la presidenta para fortalecerse en el conurbano bonaerense, donde se deciden las elecciones. En este escenario el corresponsal en Buenos Aires de En Perspectiva, Fernando Gutiérrez sostuvo que la mandataria tiene dos caminos: o “coparle” el gobierno a Scioli para mantenerse como un foco de poder en las sombras en caso de que gane, o debilitarlo para que pierda las elecciones y ella pueda volver con fuerza dentro de cuatro años.

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EN PERSPECTIVA
Jueves 16.04.2015, hora 10.33
EMILIANO COTELO:
Argentina va entrando en clima electoral. Hay varias provincias que están realizando sus votaciones primarias, donde quedan de manifiesto las fortalezas y debilidades de los presidenciables y sus alianzas. Y mientras en la oposición las cosas están bastante claras respecto de quiénes van a postularse y si concurrirán unidos o separados a las elecciones primarias, todavía sigue siendo un misterio lo que ocurrirá dentro de la fuerza gobernante, el kirchnerismo.
Hay ahí una relación difícil, de final incierto, entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y su principal pre-candidato a presidente, Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires.
Ese es el tema que vamos a examinar con Fernando Gutiérrez, nuestro corresponsal desde Buenos Aires.
FERNANDO GUTIÉRREZ:
Estos temas merecen un poquito de desarrollo más en profundidad, porque a veces desde fuera de Argentina no son fáciles de comprender. Esta relación entre Cristina Kirchner y Daniel Scioli es casi una relación que se podría calificar de enemigos íntimos: son dirigentes políticos que se manifiestan una evidente antipatía personal, pero que tienen claro que cada uno depende del otro si es que quieren que su fuerza política siga siendo gobierno después de diciembre de este año.
EC – ¿Por qué no empezamos explicando cómo está la interna del kirchnerismo, cuántos postulantes hay, cómo vienen las encuestas?
FG – Va a haber una [elección] primaria en agosto donde los partidos pueden presentar varios candidatos. En el kirchnerismo hay varios pre presidenciables, Scioli es uno de ellos y es el mejor posicionado según las encuestas; lo sigue Florencio Randazzo, el ministro de Transporte, pero bastante atrás, prácticamente sin posibilidades de ganarle. En las encuestas nacionales hay algunos datos que parecen bastante claros: Scioli, Mauricio Macri y Sergio Mazza son los tres que tienen posibilidades de llegar a presidente, pero Scioli con una particularidad: solo puede llegar a ser presidente si gana en primera vuelta, porque en un escenario de balotaje es casi seguro que los votantes del que no llegue votarán por el otro que sí llegó en una especie de voto anti kirchnerista.
De manera que Scioli sabe que por más que él vaya liderando a nivel individual en las encuestas solamente puede ser presidente si cuenta con el apoyo del poderoso aparato partidario del peronismo, esa constelación de líderes territoriales, intendentes, pequeños caciques y punteros, sobre todo en el conurbano de Buenos Aires, donde viven nueve millones de personas y donde por lo general se vuelca la balanza de las elecciones. Es imposible para Scioli contar con ese apoyo si no tiene el respaldo de la fuerza del kirchnerismo, un aval más o menos explícito de Cristina.
Desde el punto de vista de Cristina Kirchner está claro que Scioli no es el candidato que la representa. Le genera una extrema desconfianza personal y varias veces ha manifestado su sensación de que Scioli no es garantía de que se mantengan lo que ella considera que son los logros de los 12 años de gobierno kirchnerista. Pero Cristina también tiene claro que si no es con Scioli el kirchnerismo va a tener que resignarse a perder el poder.
De manera que lo que hay en este momento, lo que se está debatiendo en Argentina, es básicamente qué va a hacer Cristina.
EC – ¿Cuál es la actitud, cómo se mueve frente a este dilema?
FG – Ella tiene una especie de pelea interna: la Cristina estratega, racional, contra la Cristina emocional; ella claramente tiene claro esto que estamos comentando, sabe que depende de Scioli si es que quiere que el kirchnerismo vaya a ser gobierno. Eso es lo que hace que algunos crean que finalmente va a convalidar la presencia de Scioli en las internas, y que en el caso de ganar va a darle todo el apoyo para que pueda ser presidente. Otros creen que finalmente el temperamento de Cristina -que es una persona impulsiva, de mantener ciertos rencores personales- va a terminar imponiéndose, va a ser más fuerte que ella, y que no va a permitir que Scioli sea el candidato que la represente.
Es un misterio lo que va a ocurrir, Cristina ha dejado muy en claro que a ella no le aplica lo que los politólogos llaman el “síndrome del pato rengo”, que describe la debilidad de un presidente cuando está en la fase final de su mandato. Cristina no solamente ha logrado mantener el protagonismo absoluto en la escena política nacional, sino que sobre todo ha logrado transmitirle a la interna del peronismo que ella es la gran electora, que hasta último minuto no va a transmitir quiénes van a ser los que conformen las listas como candidatos a diputados, senadores e intendentes, y que tiene el poder de veto para definir quién puede y quién no puede ser pre candidato.
Ese es en este momento el gran misterio que hay: cuál va a ser la actitud de Cristina.
Si te parece, recordemos un poquito cómo viene históricamente esa relación de Scioli con la presidenta.
EC – Si, viene de la época de [el fallecido ex presidente argentino] Néstor Kirchner, tenemos que irnos hasta el año 2003 para ubicar los antecedentes.
FG – Claro, Scioli entra en la política en los 90 de la mano de [el entonces presidente] Carlos Menem. Cuando se produce el gran quiebre institucional por el cual Eduardo Duhalde pasa a ser presidente en 2002 Scioli era uno de los ministros de Duhalde. Scioli fue quien eligió a Néstor Kirchner como candidato por considerarlo el único que estaba en condiciones de frenar a Menem, que en el año 2003 todavía tenía una fuerza política importante. La condición que le impuso Duhalde a Kirchner para que él pudiera ser candidato era que tenía que llevar como vicepresidente en la fórmula a Daniel Scioli. El argumento de Duhalde era, primero, que Kirchner -hoy parece raro decir esto- era casi un desconocido, para el electorado era mucho más conocido Scioli que Kirchner, que era un gobernador de la provincia de Santa Cruz, allá en la Patagonia profunda, en el sur, una provincia muy extensa en territorio pero con una población apenas más grande que el departamento de Paysandú.
EC – Scioli, mientras tanto, venía de los deportes, de la náutica, y a su vez estaba muy metido en la información del jet set por su matrimonio, etcétera.
FG – Además, Scioli siempre había sido una persona muy conciliadora y de buenas relaciones con el ámbito empresarial, lo cual compensaba cierta desconfianza hacia Kirchner, a quien ya se veía como un político de discurso agresivo. No estaba claro si lo de Kirchner era una postura de campaña para capitalizar el enojo que los argentinos tenían en ese momento hacia la clase política y los banqueros, era el momento del corralito, había un gran malhumor social… A Kirchner se lo veía agresivo, no estaba claro si era por una especie de estrategia electoral o si realmente Kirchner era una persona que tenía antipatía hacia el sector empresarial.
De modo que Scioli fue una imposición de Duhalde para compensar ese perfil agresivo que tenía Kirchner, y ya desde el comienzo se vio que iba a haber desavenencias entre los dos.
Por ejemplo, cuando Kirchner manifestaba que las tarifas de los servicios públicos debían quedar congeladas durante muchos años porque las empresas privatizadas ya habían hecho demasiado dinero durante la década de los 90, Scioli hablaba en un foro empresarial y daba una opinión contraria. Al día siguiente Kirchner lo castigaba echando a funcionarios de Scioli que estaban en otras áreas, y cuando todo el mundo esperaba que Scioli mostrara alguna señal de rebeldía, él decía que no había pasado absolutamente nada y que él estaba alineado con el presidente. Esa fue la tónica general que hubo durante todo el primer gobierno kirchnerista.
EC – Y durante el mandato de Cristina Fernández las cosas se complicaron más todavía. Yo recuerdo algún momento en el que el gobierno nacional asfixiaba financieramente a la provincia de Buenos Aires.
FG – Claro, porque la relación entre Scioli y Cristina fue mucho peor que la que había entre Scioli y Kirchner. A fin de cuentas, Kirchner era un hombre agresivo pero que llegado el momento sabía negociar, y de hecho le permitió a Scioli llegar a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, lo cual lo ponía prácticamente en el escalón previo a ser candidato a presidente.
Pero con Cristina, una vez muerto Kirchner, las cosas fueron diferentes. Cristina siempre le tuvo una enorme desconfianza a Scioli y además hay que recordar que Scioli tenía una actitud rara, como de jugar a dos puntas: por un lado la elogiaba pero por otro parecía que se esmeraba en hacer cosas que se sabía que la irritaban. En el peor momento de la relación de Cristina Kirchner con el Grupo Clarín, cuando estaba impulsando la ley de medios, Scioli era casi el único de los funcionarios del gobierno que se presentaba en el canal de noticias TN para ser entrevistado, por ejemplo. O invitaba a Macri a jugar un partido de fútbol y se fotografiaba con él, en esos pequeños gestos que en Argentina son muy tenidos en cuenta como señales políticas. Cristina respondía a esta actitud de Scioli de una manera muy agresiva, tanto en el discurso como en los hechos.
En los hechos muchas veces lo ha asfixiado financieramente. Hubo un año en el cual Scioli no tuvo dinero para pagar los aguinaldos de los funcionarios del gobierno de la provincia de Buenos Aires, es la provincia más grande de Argentina, tiene millones de empleados entre los de la gobernación y los de los municipios, y no necesito explicar lo que significa en esa provincia no poder pagar un aguinaldo. Scioli no pudo recurrir al auxilio financiero del gobierno nacional y tuvo que hacer una reforma impositiva para poder tener dinero para pagar. Lo mismo ha ocurrido en marzo de cada año en el comienzo de las clases: cada vez que hay que negociar los aumentos de sueldos con los docentes Scioli no tiene dinero para pagar, los docentes no empiezan las clases, suele haber retrasos de tres o cuatro semanas en el comienzo de las clases, y Scioli siempre tiene que recurrir a alguna moratoria impositiva o a algo que no sea el auxilio del gobierno nacional.
En esas situaciones se empezó a gestar la fama de incombustible que se ha hecho Scioli: después de cada situación de esas el gobierno mandaba medir la reacción de la opinión pública. Cuando se le preguntaba a la gente “¿Usted quién cree que es el más responsable de que el gobierno de Buenos Aires no haya podido pagar aguinaldos o de que las clases hayan empezado un mes después?”, para sorpresa de la gente de Cristina Kirchner la opinión pública tendía a disculpar a Scioli y a responsabilizar a Cristina. De ahí surgió el calificativo de “incombustible” para Daniel Scioli, que terminó de convencer a Cristina de que por más que lo intentara iba a ser muy difícil esmerilar la imagen de Scioli y de que iba a tener que resignarse a que realmente llegara a ser pre candidato presidencial.
EC – A partir de esa historia, ¿qué es lo que cabe aguardar ahora? Se menciona que Cristina tiene dos estrategias posibles por delante, la “estrategia Bachelet” o la “estrategia Putin-Medvedev”.
FG – Son las teorías que les gusta hacer circular a los politólogos haciendo comparaciones entre la situación de Argentina y la de otros países. Algunos creen que en el fondo Cristina no quiere que el peronismo gane, parece raro de entender, pero argumentan que a Cristina lo que le gustaría sería replicar algo parecido a lo que ocurrió con la presidenta chilena [Michelle Bachelet], que después de su primer mandato de alguna forma no dio un apoyo tan explícito al candidato de su propio partido, con lo cual permitió que ganara la centro derecha, [y su candidato presidencial] Sebastián Piñera. Eso le permitió mantener el liderazgo de la oposición y volver en la elección siguiente.
EC – Esa sería la “estrategia Bachelet”, ¿la otra?
FG – Algunos creen que en realidad lo que Cristina no lo va a decir explícitamente pero íntimamente está alentando un triunfo de Macri, que se sentiría más cómoda permaneciendo como líder del peronismo en la oposición para poder criticar abiertamente a Macri cuando tenga que hacer las políticas de ajuste, y después tener una chance de volver a pelear la presidencia en el año 2019. En ese caso Cristina no apoyaría a Scioli, quizás no lo vetaría pero le retacearía el apoyo para poder cumplir con esta situación.
Hay otra teoría, ustedes recuerdan lo que ocurrió con el presidente ruso Vladimir Putin y Dmitri Medvedev: cuando Putin no podía buscar la reelección permitió que hubiera una especie de presidente títere o testimonial que era el que firmaba los decretos, asistía a los actos protocolares, etcétera, pero el primer ministro y hombre fuerte, el que realmente decidía las cosas, era Putin. Algunos dicen que Cristina, resignada a que si ella quiere permanecer en el poder va a tener que ser de la mano de Scioli, lo que va a hacer es coparle el gobierno, imponerle un candidato a vicepresidente -que algunos creen que va a ser el actual ministro de Economía Axel Kicillof- y ministros, y que va a controlar el Congreso. Incluso hay algunas versiones en el sentido de que la propia Cristina se podría postular como diputada y desde el Congreso liderar y ejercer realmente el poder, donde Scioli sería un presidente débil.
Son las cosas que en este momento se están debatiendo en el ámbito político argentino. Cristina todavía no ha dado señales de ir para un lado o para otro, y hay además un condimento muy particular que puede terminar inclinando la balanza. Cristina está muy preocupada por lo que puede ocurrir el día siguiente a que ella deje el poder en el ámbito judicial. Hay muchas denuncias en contra suya e incluso de su familia por situaciones de corrupción vinculado a obra pública y empresas familiares, quienes creen que finalmente Cristina va a terminar apoyando a Scioli dicen que está buscando una especie de pacto de impunidad por el cual Scioli le garantizaría que no va a sufrir el hostigamiento judicial en el caso de que sea presidente. Pero la verdad es que es todavía todo muy especulativo.

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