El fenómeno de las sectas es tan conocido como complejo. Y aunque a veces tiene características inusuales, incluso cinematográficas, se trata de un problema bien real.
De hecho, basta repasar noticias internacionales de este mes para constatar que el tema está en la agenda.Por ejemplo: la semana pasada, en España, la Guardia Civil desarticuló una secta liderada por tres personas que practicaban rituales chamánicos con consumo de drogas y que abusaron sexualmente de un centenar de jóvenes en Tarragona, Castellón y Barcelona.
Otra de estos días: en Kenia, ya son más de 400 los miembros de una secta cristiana que fueron persuadidos para ayunar hasta morir y así encontrarse con Jesucristo. También está el caso de Patricia Aguilar, una joven española cuya experiencia aparece retratada en la serie documental "548 días: captada por una secta", que se estrenó este mes en uno de los servicios de streaming (Disney Plus). Y no hace falta irse a otros países. Muchos en Uruguay conocemos casos de personas que pasaron por situaciones similares a estas, a veces no tan extremas pero siempre perturbadoras.
Pero, ¿qué es exactamente una secta? ¿Cuáles son sus características y cómo se diferencian de otros fenómenos religiosos o terapéuticos? ¿Qué lleva a una persona a unirse a una secta y cuáles pueden ser los peligros?
Conversamos En Perspectiva con con el doctor en Filosofía Miguel Pastorino, coordinador de nuestra Mesa de Filósofos, miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, que en unos días va a estar dando un curso junto a otros especialistas en este tema.
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