Foto: Jeff PACHOUD / AFP
Los de Tokio eran los primeros Juegos Olímpicos sin algunas de las mayores estrellas del universo atlético.
Retirados el nadador Michael Phelps y el velocista Usain Bolt, con la salida previa de los tenistas Rafael Nadal y Roger Federer, iba a ser en buena medida una competencia de renovación de figuras.
Pero había al menos una súper estrella que atraía las miradas: la gimnasta estadounidense Simone Biles.
Considerada la mejor del mundo en gimnasia artística, quizás la mejor de la historia con solo 24 años, Biles llegaba a Japón para consagrarse y convertirse en la gimnasta más laureada de todos los tiempos.
Sin embargo, cuando los focos se pusieron sobre ella en estos pospuestos Juegos Olímpicos de 2020, Simone Biles falló. El equipo estadounidense perdió puntos por sus errores en la primera prueba, y Biles decidió bajarse para no generarle más problemas a sus compañeras.
Primero se habló de una lesión, pero enseguida ella aclaró que se debía a una cuestión de salud mental. Todo indica que la afectó el Síndrome del Elemento Perdido. Por ese motivo no participó tampoco del resto de las competencias con su equipo, pero esto provocó quizás aún más atención pública sobre Biles que si hubiese ganado.
Recién regresó varios días más tarde para la última prueba olímpica, donde logró una medalla de bronce y se convirtió de todas formas en la gimnasta más condecorada de la historia, empatada con la soviética Larisa Latynina. También logró empatar el récord de Shannon Miller como gimnasta estadounidense con más medallas olímpicas.
Pero la pregunta se sostiene: ¿qué le pasó a Simone Biles? ¿Qué es el Síndrome del Elemento Perdido? ¿Cuánto le pesa haber sido una de las más de 300 chicas que fueron víctimas de abuso sexual por parte del médico del equipo estadounidense?
Conversamos con Romina Castellini, exgimnasta oriunda de Canelones, jueza internacional de esa disciplina e impulsora del blog especializado en gimnasia artística femenina Mundo GAF.
