El fenómeno de las redes sociales se implantó como un aluvión. Entre la gigantesca vastedad de su dimensión asombra la parte del exhibicionismo obsceno de la mediocridad, sumida en el sinsentido de la más pura estupidez; como entretenimiento vacío para destruir el tiempo, para licuar la pereza intelectual, para distraer la displicencia espiritual.
Las redes expresan a la sociedad y en ellas inmolada queda la privacidad, son un fabuloso negocio en el cual nuestros datos están a disposición de quién sabe qué personas y con qué fines, brindados voluntariamente y a nuestro costo; con el único fin de ser parte del sistema para tener identidad a través de la legitimación de nuestras vivencias en el ritual de la imagen en una pantalla.
Sin vida virtual la propia existencia queda cuestionada; así son las redes y en ellas estamos atrapados, cual peces ávidos de ser contenidos.
Juan, de Reus
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Foto: Pareja con celular en una calle peatonal de la Ciudad Vieja, Montevideo, 29 de agosto de 2012. Crédito: Ricardo Antúnez/adhoc Fotos.