La reinserción de los presos en la sociedad recobró actualidad con dos proyectos difundidos por la senadora Verónica Alonso: uno que obligaría a todos los reclusos a trabajar, y otro que generaría beneficios fiscales a las empresas que se instalen en las cárceles y tomen mano de obra penitenciaria. Desde la audiencia llegaron opiniones al respecto.
Si al salir no consiguen trabajo por sus antecedentes, el hábito laboral se perderá.
En el informe de Juan Miguel Petit al Parlamento se indicó que anualmente se liberan unos 7.000 presos, y que la reincidencia está en el orden de 60 %. Seguramente lo que motiva a un liberado a reincidir es multicausal, pero un elemento no menor ha de ser la dificultad de encontrar trabajo.
Hay una Ley Nacional que busca facilitar la inserción laboral de los liberados, pero que lamentablemente se usa mal y poco. Si se pudiera revertir esto, seguramente se daría una baja importante en ese nivel de reincidencia.
La ley es la 17.897, en su artículo 14, accesible aquí, y que dice en su redacción actual:
Artículo 14 (Inserción laboral de personas liberadas). Inclúyese en todos los pliegos de licitaciones de obras y servicios públicos, la obligatoriedad del o de los empresarios contratantes, de inscribir en las planillas de trabajo un mínimo equivalente al 5% (cinco por ciento) del personal afectado a tareas de peones, medio oficial, oficial o similares, a personas liberadas que se encuentren registradas en la Bolsa de Trabajo de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado.
Cuando digo que se usa mal, lo hago por varias razones:
1) la norma obliga a la exigencia para licitaciones de "obras y servicios públicos". Sin embargo la práctica ha sido siempre utilizarla únicamente para obras públicas. Si se incluyese para servicios también, habría muchas más licitaciones que utilizarían liberados. Por dar un ejemplo, las vinculadas a servicios de limpieza.
2) se debe aplicar para "peones, medio oficial, oficial o similares". Pero solamente se utiliza para peones y no se aplica (ni se exige) en las otras categorías.
3) en los casos en que un pliego establece la exigencia, el oferente tiene que presentar un certificado expedido por la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (DINALI) que acredite que cumple con la norma. Sin embargo la DINALI extiende el certificado en muchos casos en que las empresas plantean exceptuarse por las siguientes razones:
a) que los obreros requieren especialización.
b) que la obra requiere contratar a menos de 20 peones.
Ninguna de estas razones debería permitir exceptuar el cumplimiento de la ley. Respecto a la primera, la ley no admite tales justificativos. Respecto a la segunda, la aritmética indica que también se viola la ley.
En efecto, si la obra requiere 15 peones, 5 % de 15 es 0,75. La ley es clara indicando que la empresa ha de contratar un número mayor o igual a ese. En consecuencia hay que contratar como mínimo a un peón liberado. No puede haber otra interpretación ni duda. Si se contrata a cero peones se incumple la ley… parece obvio decir que cero es menor a 0,75.
Pero además de usarse mal, por las dos razones mencionadas, se usa poco. Desde que se instrumentó la ley, la cantidad de solicitudes de certificados a DINALI (antes "Patronato del Liberado") se ha ido reduciendo año a año, pasando de 146 en 2011 a 82 en 2016.
De igual modo la información que DINALI posee indica una reducción continua en los contratos del Estado en los que al menos hubo un liberado beneficiado: de 20 contratos en 2011 se llega a cero en 2015 y cero también en 2016.
Las causas de que se use poco (aún mal usada) es que la obligación de exigirlo en los pliegos no se cumple por parte de los organismos compradores, y también de que el control del cumplimiento durante la ejecución de los contratos no se realiza por ningún organismo del Estado: ni la propia DINALI, ni el Ministerio de Trabajo ni los organismos que contratan.
Si la norma estuviese aplicada correctamente, en toda adjudicación de una obra o de un contrato de servicios que utilice "peones, medio oficial, oficial o similares" debería haber al menos un liberado trabajando. Y en el Estado hay miles de licitaciones de obras y servicios públicos al año.
Para la reinserción laboral de los liberados se necesitan medidas favorables de toda la sociedad. El Estado tiene una buena herramienta a mano, solamente se necesita voluntad para utilizarla.
Adrián Manera
Vía correo electrónico
Una genialidad macabra en proyecto de ley. Obligados a trabajar, mano de obra barata y bajo control policial. Exoneraciones fiscales con el buen nombre de la Responsabilidad Social Empresarial. Toda una sociedad que aplaudirá efusivamente la idea. Es perfecto. La fractura de esa sociedad enferma de la que habla la senadora y que los gobernantes permitieron que ocurriera, es perfecta y funcional a los intereses económicos de una minoría. Jugosa renta empresarial con rostro humano. Sociedad festeja el justo castigo. Todo cierra muy bien. "Beneficioso desde todo punto de vista". Macabramente, muy bien.
Rubén Nocetti
Vía correo electrónico
Me pregunto por qué la mayoría de los presos son pobres y primerizos. Quizá, para comenzar debamos modificar leyes y códigos, como dice el fiscal Jorge Díaz.
Sin duda además, trabajar, estudiar y aprender a convivir en sociedad, para recuperar y reinsertar.
Marcos Graña
Vía correo electrónico
No están presos solo ellos; la sociedad los sufre, ellos sufren.
Peino canas y, cuando fui gurí y algo más, era común decir de algún equipo del fútbol "No le ganan ni a los presos". Recuerdo que en las cárceles se hacía fútbol de forma organizada, y concurrían aficionados y también equipos de clubes a jugar en canchitas de las cárceles.
Esto es solo un prólogo a lo que hace tiempo creo que se debería hacer. ¡Por favor: no les enseñen a hacer tortas fritas, masitas, artesanías con alambrecitos, para que luego (ese "luego" soñado de la libertad) vendan en la calles!
No debería faltar, como mínimo, una biblioteca, ni una sala de informática, que por lo menos cada preso tuviera su "ceibalita". No deberían faltar charlas, seminarios, en que los especialistas concurran a decirles del "mundo social normal" y de temas de salud, de familia, de turismo/geografía, etc.
Se debería ir con obras de teatros, musicales, etc., rotando por los establecimientos. Y, por qué no, a presos de buen comportamiento, llevarlos a los teatros, al Sodre, al Solís, a tantos otros lugares, organizar excursiones, pasearlos en los ómnibus turísticos… Seguro que todo esto le falta a gente buena en libertad, pero quizás hay mucho más para sumar.
Ramón Manancero
Vía correo electrónico
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