Carta abierta al Presidente de la República

Me dirijo a Ud. como máxima autoridad de nuestro país, republicano y democrático, a los efectos de cuestionarle la actitud que sólo depende de Ud., de mantener como Ministro de Defensa a Eleuterio Fernández Huidobro (EFH). Sinceramente, no lo comprendo. A nadie escapa que su Ministro es un defensor convencido de la impunidad. Y estoy convencido que Ud. no. Fue bajo su primer gobierno que los principales (o al menos los más conocidos violadores de los derechos humanos bajo la dictadura) fueron procesados y están encarcelados. Y Ud. pasará a la historia no solamente por haber sido el primer Presidente de la fuerza de izquierda, sino por ese hecho mayúsculo, histórico que significó comenzar a hacer imperar la justicia. No la revancha, sino la justicia, o mejor aún, la Justicia. Y créame que puedo entender que don José Mujica nombrase Ministro de Defensa a EFH… quizás razones personales, de amistad, historia compartida, lo llevaran a esa designación. Pero durante la gestión de EFH sucedieron cosas graves que Ud. conoce. Declaraciones infelices (por ser suave), trabar el trabajo del Poder Judicial, ironías fuera de lugar, hipótesis de supuestas guerras, fueron pintando al personaje EFH. Y la ciudadanía, la misma que hace pocos meses lo llevaron a Ud. a ocupar por segunda vez la Presidencia, condenaron a la fuerza encabezada por EFH a la nada… no existen más. Y quienes seguimos la política, intuímos que eso no se debe a que toda la CAP-L esté conformada por incapaces. Por el contrario. Militan allí compañeros y compañeras capaces, trabajadores y fieles a la causa del FA. No, el rotundo fracaso de la CAP-L se debió, más que probablemente, a quien encabezaba la lista al Senado y su actuación como Ministro de Defensa. Y Ud. lo confirmó en ese cargo. Hoy, los cuestionamientos a su actuación y a sus declaraciones aumentan. Ud., señor Presidente, podrá decir que esos cuestionamientos provienen fundamentalmente de solamente una fuerza política, el FA. Pero caramba, fue, es, esa fuerza política, la que lo llevó a Ud. dos veces a la Presidencia. Y le pregunto, ¿qué tenemos que hacer para que cambie de Ministro? ¿Cacerolear como en la dictadura? ¿Contra su Ministro? En mi opinión, y con el respeto que Ud. como persona y como Presidente me merece, está no solamente equivocado sino jugando con fuego, porque la impunidad, la que defiende a rajatabla EFH es algo que quema, que arde, que duele… y que se lleva no sólo a quien pone la cara (EFH) sino a quien lo proteje. Ud., señor Presidente, nos ha dado muestras de valentía personal y política. No solamente cuando aplicó el artículo 4 de la ley de impunidad sino aún cuando vetó la ley del aborto; no compartí para nada su posición, pero Ud. nos avisó y cumplió, aunque me dolió y mucho. Viva por Ud. y su coherencia. ¿Pero con EFH por qué? Ud. siempre se caracterizó por intentar que sus gobiernos (a nivel de la IMM o luego como Presidente) se acercaran a la gente y explicaran las medidas tomadas. ¿Por qué no hace ahora lo mismo y nos explica? Supongo que no tiene temor (como quizás pudo tenerlo Sanguinetti en su primer presidencia) de un golpe de estado. Hoy ese riesgo no existe, es nulo. Entonces… ¿por qué? Ponga la cara y denos, a todos los uruguayos, una explicación. Sin dudas, no debe ser fácil. Pero ponga la cara y díganos a todos por qué EFH sigue como Ministro. Nos debe eso, Sr. Presidente. De no hacerlo, la historia lo juzgará. Y le escribo esto un 20 de mayo, día doloroso si los hay. Y si no quiere explicar por qué lo confirmó, al menos invente algo y sáquelo. ¡Qué diferencia abismal entre la gran Azucena Berrutti y este triste personaje! De la misma manera que fue mérito suyo nombrar a Azucena, y apoyarla en su política respecto a las Fuerzas Armadas y los Derechos Humanos, hoy es su demérito y vergüenza mantener a EFH. Espero que piense, que medite. Que consulte. No nos traicione. 20 de mayo. Día jodido si los hay. Muchos desaparecidos lo miran, Sr. Presidente. Ud. manda. Decida. Siga lo que empezó en su anterior período. No borre con el codo lo que escribió con la mano. La historia lo mira. Depende de Ud.

Atentamente, Dr. Héctor Musto