“Con la integridad del vicepresidente como bandera con demasiados respaldos, no es posible ganar en 2019. No es ni siquiera deseable”, concluye Diego, desde la audiencia, su testimonio como “frenteamplista anónimo” ante la situación que involucra al vicepresidente de la República.
Como frenteamplista anónimo, asisto diariamente al zafarrancho continuado en que esto se ha convertido. Indefenso, no tengo otra herramienta que escribirles para hacer conocer cómo llevamos todo esto.
En el Frente de mi infancia no se contemplaba que se pudiera cometer un error de integridad, de abuso de poder, de gastar dinero de otros con la ligereza con que no se gastaría el propio. Esos errores los cometían los adversarios, pero nunca nosotros. Y en todo caso, a un frenteamplista que se preciara no se le ocurriría quedarse en un sitio habiéndose desviado un centímetro del camino de la decencia.
Después asumimos el gobierno central, y el miedo de que el mito se terminara fue el primero de los miedos. De todas maneras había que gobernar, intentar levantar al país arrasado, y se podrá discutir, pero lo hicimos con varios aciertos e inevitables errores.
Ahora Sendic ha cometido los peores errores juntos. Dijo tener un título y honores que nunca pudo mostrar. Abusó de un cargo gastando en objetos de vergüenza. Arrastró a otros compañeros que en el afán de defenderlo hicieron y continúan haciendo el ridículo público. Y ha dañado al Frente de una forma que no lo ha hecho ningún ataque externo en los últimos cuarenta y cinco años.
Yo nací con el Frente. El 26 de Marzo del 71 estaba en la barriga de mi madre en la Explanada Municipal, oyendo a Seregni. Voy a votar al Frente hasta el último día que me toque votar; no hay en el menú otras opciones para mí. Es decir que a frenteamplista por origen y convicción me podrán igualar, pero no más que eso.
El daño sigue, porque oigo a Sendic en la televisión y continúa hablando de campañas, asedios, hacer feliz a un pueblo, de que ha tenido suficiente castigo, pensando como adolescente que cree poder determinar las penas que corresponden a sus macanas. En su gira por los comités hasta nombró a Tabaré, como para confundir a los incautos, supongo, hablando de la mano en la lata, en vez de nombrarlo para referir a sus recientes palabras de que si un comité de ética lo hubiera cuestionado él se hubiera ido para su casa. Luego habla de errores en la gestión de Ancap, y dice que es humano cometerlos.
Pero los frenteamplistas de a pie que él invoca no cuestionamos los errores a los que él quiere ahora llevar la discusión. Lo imperdonable es el abuso y la mentira, porque esos no son errores, sino abusos y mentiras.
En una reafirmación de su postura adolescente, cierra diciendo que espera que el 9 se termine todo, como si la vida fuera una sucesión de actos de magia producidos por nuestros deseos. Es un poco triste y da mucha vergüenza. El bien personal por encima del colectivo.
Se va definitivamente el Frente de mi infancia y juventud, y Sendic es la bandera tras la que vienen muchos empujando. Espero que la derrota inminente sea digna, intelectualmente honesta y constructiva, y que deseemos lo mejor a los ganadores. Con la integridad del vicepresidente como bandera con demasiados respaldos, no es posible ganar en 2019. No es ni siquiera deseable.
Diego Vitacca
Vía correo electrónico
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