El tránsito y el transporte público en Montevideo fueron temas del programa del 13 de junio de 2016. En La Mesa se debatió sobre el cierre de Raincoop, y luego entrevistamos al director nacional de Policía de Tránsito, Osvaldo Molinari, sobre las nuevas cámaras que usarán los policías. Ese mismo día recibimos el mensaje de un oyente en el que expresa su visión acerca del transporte público local y las diferencias con sistemas en otros países.
Hoy tomé un ómnibus para ir al Centro y un taxi para volver a casa. Al llegar solamente se me ocurrió escribirles este texto. En los últimos días los montevideanos hemos escuchado, entre otras noticias, el comienzo de la aplicación por parte de la Intendencia de Montevideo, de un sistema para la agilidad vial. Mediante la colocación de semáforos inteligentes y cámaras capaces de captar raudas velocidades, se supone que el tránsito será más ordenado y ágil. Habrá cartelería que nos irá informando del tiempo estimado de desplazamiento o por dónde nos conviene evadir los famosos embotellamientos.
A su vez, debido al cierre definitivo de Raincoop, la Intendencia intenta reemplazar estas líneas con cooperativas ya existentes, que dudan entre tomar los nuevos circuitos o la masa de trabajadores/cooperativistas que quedarán desempleados. Por supuesto que no ha faltado la noticia semanal de disturbios por el tema Uber, tan presente en los informativos y prensa como una publicidad más.
Hace pocas semanas tuve la suerte de poder viajar al exterior y entre muchas cosas que me llamaron la atención estuvo el sistema de transporte de ciudades como Madrid, Barcelona, París y Londres. ¿Por qué estamos tan lejos?, ¿cuáles son algunas de las ventajas que ellos tienen? En primer lugar allá existe el metro, que aquí solamente usan las viejas costureras y no creo que ni mis bisnietos lleguen a conocer. No pudimos hacer sobrevivir un tren sobre la tierra, mucho menos uno que ande por abajo.
La frecuencia de los ómnibus no pasa de cinco minutos durante el día y 10-12 durante la noche. En las paradas hay carteles luminosos que indican los minutos que faltan para el arribo del próximo servicio, cosa aquí prometida por la IM hace ya mucho tiempo, y eso que no era promesa electoral.
El estado de todas las unidades es sencillamente inmaculado, tanto el vehículo como su interior. Una limpieza que asombra y un estado de confort nunca visto en Montevideo. Los asientos todos con sus tapizados impecables, los pasillos sin un papel, y en todos carteles interiores "con voz" que anuncian la siguiente parada y el tiempo estimado al destino final.
Todos los ómnibus paran en el lugar indicado y a 10 cm del cordón de la vereda, por lo tanto no debemos hacer malabarismos para subir. Y además, existen "corredores" para el transporte, a ningún chofer se le ocurre modificar su carril y tampoco entra ningún auto particular. No se escuchan conversaciones a gritos ni celulares en estéreo y por supuesto la radio no existe, de lo contrario sería inútil intentar escuchar la información de los carteles "con voz".
Los taxis, que acá tanto pelean con Uber, son otro ejemplo de educación. En higiene diez puntos, en manejo y velocidad todo lo permitido por las ordenanzas del tránsito local, presencia masiva a todo hora (incluso los días con lluvia). Al subir el pasajero se debe apagar la radio, no hay mampara (salvo en Londres, pero no es por las balas), los cinturones de seguridad todos funcionan y si el viaje es más caro de lo calculado debido al tránsito, te lo descuentan o te piden las disculpas del caso.
Los trenes, que acá son historia, parecen sacados de una película de ciencia ficción. Son mucho más cómodos que un avión, tienen servicio de comida gratuito o salón comedor (dependiendo el pasaje comprado); los baños parecen que nunca han sido usados de lo limpio que están. Todo funciona, todo, incluidos los 330 km por hora, y ni el agua se mueve. ¿Por qué acá no podemos?
Dejemos los trenes y pasemos a los taxis. Estoy de acuerdo en que los choferes de Uber no hacen aporte ninguno ni al fisco ni al BPS. Pero esos aportes no son los que mantienen el auto en buen estado. Acá estan sucios y con olor, los cinturones no marchan, la radio te aturde, el manejo deja mucho que desear, la mampara te mata y nadie hace nada, ni la IM ni el gremio de patrones y tampoco el de choferes. Solo reclaman y viven reclamando.
Los ómnibus son un verdadero caldo de cultivo para las mejores bacterias. Se habla de las infecciones hospitalarias, pero nada decimos de las infecciones del transporte capitalino; todos sucios, con grafitis y tapizados rotos; con música a todo volumen para que "el ganado a bordo" (nosotros) no pueda ni pensar siquiera. En las horas pico o con lluvia que Dios se apiade de ti para poder subir a uno y además tener la suerte de no embocar un paro sorpresivo donde nadie gana y todos pierden.
En síntesis, ¿por qué allá sí y acá no? No se me ocurre una sola palabra sino varias: educación, respeto, eficacia, competitividad, resultados, atención al cliente y criterio comercial.
Sergio Barrenechea
Vía correo electrónico
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Foto: Personas tomando un ómnibus, Centro, Montevideo. Martes, 27 de julio, 2010. Crédito: Javier Calvelo/adhoc Fotos.