La ciudadanía uruguaya revela gran inmadurez al aceptar pacíficamente que sectores del Gobierno hablen de nuevos impuestos sin exigirles una rendición de cuentas para saber en qué se gastó lo recaudado en los últimos años.
El dinero se administra mal, se gasta en muchas inutilidades. Antes de corregir esos gastos se le pasa la cuenta de nuevo a los contribuyentes para enjugar las pérdidas. Como la ciudadanía no exige rendición de cuentas, los políticos cortan el hilo por el lado de menor costo político hacia ellos: “Licúo mi mala administración entre todos y punto”.
Diego Aguerre
Vía correo electrónico
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