¿Qué necesita un país pequeño y con poco poder económico para hacer frente a una pandemia como la que vivimos hoy? ¿Cómo competir por recursos limitados y tecnologías complejas y sofisticadas en el mercado mundial? ¿Cómo evaluar la calidad y eficiencia de distintos tests o materiales ofrecidos por diversas compañías?
Una solución es no tener que competir en el mercado mundial por esos recursos y tener en el propio país el conocimiento necesario para producirlos. En dos meses, Uruguay produce tests para detectar el ARN del SARS-CoV-2, hisopos para tomar las muestras y reactivos para procesarlas antes de aplicar el test.
Pero, ¿cómo es que tenemos ese conocimiento en el país?
Porque se invirtió en educación durante muchos años y se formaron investigadores, muchos se fueron a otros países, otros volvieron y trabajaron aquí, no en el coronavirus, pero en problemas diversos; algunos en otras enfermedades, o en problemas básicos que no tienen relación con la salud, pero que les permitieron rápidamente adaptar sus conocimientos y habilidades para entender el virus, analizar sus genes, producir los tests necesarios, y ante la escaséz de ciertos recursos, fabricarlos en sus laboratorios con sus estudiantes, y en ocasiones, en colaboración con laboratorios privados.
Esto no es una argumentación aislacionista. En tiempos normales tiene sentido competir en el mercado mundial por recursos para atender la salud de los Uruguayos. Aún así, es necesario tener el conocimiento necesario para discriminar la calidad de los productos en oferta, y controlar la calidad de lo que importamos. Pero en una crisis mundial donde cada país compite por los recursos necesarios con los demás, tener autosuficiencia es una ventaja. Es casi increíble que gigantes económicos y tecnológicos como Estados Unidos hayan sufrido escasez de hisopos y reactivos para procesar las muestras de sus pacientes.
Esperemos que a la hora de aprobar presupuestos para la educación e investigación científica, sea quién sea el que esté en el gobierno, entienda que estos recursos humanos no son gratuitos y que es necesario invertir en ellos no sólo para estar preparados frente a una crisis como esta, sino también para desarrollar las tecnologías necesarias para mejorar nuestra producción agropecuaria, proteger el ambiente e industrializar nuestro país.
Manuel
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