Semana tras semana se suceden hechos que a mí me resultan insólitos. Más allá de mi valoración subjetiva, se está empezando a construir simbólicamente, desde la coalición de derechas, un modelo de ser humano que podríamos llamar “el hombre nuevo versión Lacalle Pou”.
Yo tuve un amigo: Ricardo Lameira Moreira, riverense como yo, afín a la CBI de Flores Silva, que leía el semanario Jaque con fruición, que era agente policial.
Ricardo se enfrentó a una situación concluyente: mientras esperaba un ómnibus para ir a trabajar fue asaltado por tres delincuentes a quienes enfrentó. Su primera mala suerte fue que los tres estaban armados. Mató a uno, hirió a otro y no pudo con el tercero, porque su segunda mala suerte hizo que una bala recibida lo matara en el acto. Si esa bala solo lo hubiera herido, quiero creer que la historia podría haber sido distinta.
Para Ricardo, que fue ilustrado y valiente, no hubo ni un minuto de duelo nacional.
Hace unas semanas nos enteramos del asesinato de tres fusileros navales. Analicemos los hechos: tres efectivos armados, cuya única misión era proteger una casa de eventuales agresiones, con ineficiencia y torpeza ejemplares dejan ingresar a un hombre desarmado que los mata y les roba. Para completar el cuadro después se sabe que, además, tenían antecedentes: uno por delitos y los otros por indisciplina militar. Con todo respeto por el dolor de los familiares, digo con total certeza que no son merecedores de dos días de duelo nacional. Tristemente se constituyen en modelo de fracaso de la misión asignada.
Noticia número dos: el gobierno está profundamente preocupado pues la justicia condenó a prisión a un soldado que mató por la espalda a un hombre desarmado y con las manos atadas. La preocupación de Javier García es por cómo este envío a prisión pueda afectar la moral de la tropa. Parece que el señor ministro de defensa le resta importancia a que sus subordinados puedan matar por la espalda a gente desarmada. A mí también me preocupa, pero en el sentido contrario, pues creo que esta es una de las acciones que integran la categoría de “cobardes”. Yo no quiero soldados cobardes. Sin embargo nuestro presidente propone para este sujeto una indulgencia que se acerca mucho a una reivindicación.
No sé qué piensa el resto de los orientales, pero yo no quiero para mi sociedad un modelo de ser humano que tenga como características la ineficiencia y la cobardía.
Gustavo Márquez
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