Desde la audiencia, Leonardo reclama al Frente Amplio que, en defensa de la transparencia y la ética que invoca, en lugar de adjudicar intenciones espurias actúe sobre los hechos.
Creo que las palabras del presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, entrevistado por En Perspectiva este martes 13, no pueden ni deberían pasar inadvertidas. Cuando rara vez el mundo real aparece en los discursos políticos, la claridad del discurso de Miranda es de destacar, aunque lo sea en desmedro de lo que pretende defender. No es poca cosa conocer lo que hace y piensa un alto jerarca del partido de gobierno.
Hay dos asuntos que me interesa abordar aquí: el uso de la tarjeta corporativa de Ancap por parte de Sendic para gastos aparentemente personales y la iniciativa de derogación de la ley de abuso de funciones.
1) Con respecto al primero de los asuntos, Miranda sostiene, en resumen, que Sendic debe explicar los gastos en cuestión aunque no corresponde que sea condenado antes de hacerlo. “Lo que me preocupa es esta lógica de que se tira una noticia, que es legítimo que se publique, y eso genera un gran revuelo, se monta una especie de show y no se discute el fondo de la cuestión. Lo que me preocupa de esto –hice mucho hincapié en la conferencia de prensa– es la inversión del principio de inocencia”, dice textualmente.
Me gustaría saber a qué se refiere Miranda cuando habla de condena y de inocencia. El artículo de Búsqueda en que se trató inicialmente el asunto dice en su portada: “Sendic utilizó la tarjeta corporativa de Ancap para comprar en tiendas de ropa, electrónica, supermercados, joyerías y librerías”. Luego se aclara que lo hizo en Uruguay y otros países del mundo. También dice que al hacerlo se apartó del protocolo de uso aprobado por el Directorio del ente, que lo limita a gastos imprevistos que surjan en sus misiones de trabajo.
Miranda evita cuestionar el trabajo periodístico, dice incluso expresamente que el semanario “…tiene todo el derecho del mundo a publicarlo, está bien que lo publique, es una función periodística adecuada”, pero critica que se tira una noticia y “se genera un gran revuelo, se monta una especie de show y no se discute el fondo de la cuestión”.
No estoy seguro de cuál es el fondo de la cuestión para Miranda y el Frente Amplio. Para mí, el fondo de la cuestión surge muy claramente de la nota (que seguramente resume un trabajo periodístico más largo y completo) y es, palabra más, palabra menos, que Sendic ha utilizado para asuntos personales instrumentos que están previstos para el ejercicio de su función pública. Desde esa constatación objetiva, podría inducirse (estamos muy cerca de esa conclusión aunque esto no está probado) que ha utilizado dineros públicos para gastos personales.
Miranda se agravia de que la noticia permita sospechar lo último y quede “esa sensación de que toda la política es corrupta”, pero soslaya lo primero: la constatación de una actitud, como mínimo, inadecuada del jerarca.
La sensación es real, Sr. Miranda. ¿Qué le va a explicar al ciudadano que ve cómo se discute acerca del proceder de su vicepresidente? Pero el problema no es de quien observa los hechos que dejan dudas sino de quien actúa de forma tal que su accionar deja dudas.
Y así llego al nudo gordiano, para mí verdadero fondo de la cuestión: sería muy grave que Sendic hubiera utilizado dineros públicos para gastos personales, no importa la cifra de que se tratase, pero es muy grave que Sendic no genere la confianza que indiscutiblemente requieren su cargo anterior de presidente de Ancap y el actual, nada menos que de vicepresidente de la República. Es esto lo que le hace mal a la política y no que el periodismo consiga mostrar, con todas las dificultades que tiene para hacerlo, las puntas de algunos icebergs (o tal vez meros bloques menores de hielo que parecen ser puntas de icebergs).
Además, como propugna justamente Miranda, las circunstancias deben ser analizadas en su contexto. Y el contexto que cualquiera puede apreciar es que Sendic ya ha sido cuestionado por sostener que era licenciado y podía probarlo, cosa que no hizo, y por dirigir el principal ente público de este país, que requirió un salvataje financiero sin precedentes para sanear su patrimonio. Salvataje que objetivamente, Sr. Miranda, pagamos todos los ciudadanos, mientras que, objetivamente también, Sendic usaría una tarjeta corporativa para gastos personales.
Miranda reconoce que Sendic debe dar explicaciones, pero intenta sacar entidad a la cuestión denunciando una estrategia para desprestigiar a la izquierda. Por un lado, intenta defender la transparencia y la ética, valores centrales para algunos del Frente Amplio, mientras intenta hacerles un guiño a los otros del Frente Amplio, para quienes lo importante es seguir en el poder para continuar con la noble tarea de la izquierda, aunque haya que cerrar los ojos más de una vez a prácticas no tan nobles (me viene enseguida el caso de Venezuela).
Trabajé muchos años en una firma de auditoría. Es imprescindible para cumplir adecuadamente con su cometido que el auditor, como también debería ocurrir con el político y más aún con el gobernante, genere la confianza de que actúa como debe actuar. Y para ello existe una máxima que me parece aplicable al caso y es auto-explicativa: "el auditor no solo debe ser independiente sino también parecerlo". Toda circunstancia que arroje dudas sobre tal situación invalida al auditor, sea o no culpable o merecedor de las dudas. En política sería una sana práctica que cada persona que ocupe cargos en representación de la gente y que no pueda demostrar ser merecedor de confianza diera un paso al costado. Así se defiende la política.
Incluso las personas locuaces e inteligentes, Sr. Miranda, no pueden estar bien con Dios y con el Diablo. No se puede. Y menos pretender salir a la palestra a convencer a los demás ciudadanos inteligentes, que los hay y muchos, de que efectivamente se está bien con Dios y con el Diablo a la vez. Si le preocupa la salud de la política, empiece usted por ponerse a la altura. Es usted quien habla de ética.
2) Y así llego al segundo asunto: la iniciativa de derogación de la ley de abuso de funciones.
Miranda se pone en el complicado lugar de defender una iniciativa que genera desconfianza. Y para hacerlo, en lugar de ir al fondo de la cuestión, como decía que había que hacer, se queja de que algunos apuntan a "la suspicacia (de que) el FA promueve la derogación del artículo 162 del Código Penal porque quiere salvar a Calloia y a Lorenzo". Y entonces dice por todo argumento que "Es imposible demostrar que no es así, solo se puede decir: ‘No es así, la promoción de la derogación del artículo 162 del Código Penal es porque el artículo 162 del Código Penal es una norma que debe derogarse'". Y agrega "Estamos todos de acuerdo: doctrina, penalistas, políticos; lo promovió Julio María Sanguinetti en su momento, lo promovió todo el mundo. Es evidente. No hay duda de que el artículo 162 debe eliminarse del Código Penal, creo que en eso estamos todos de acuerdo".
Cotelo le repregunta "¿Sí? Hay quienes entienden, y cada vez son más, que en todo caso se lo debe modificar". Y Miranda responde: "Pero modificar implica derogar el artículo". No, Sr. Miranda: no es lo mismo y usted lo sabe. (*) Esto es otro ejemplo de lo que descorazona a la gente. Cualquiera que lea atentamente la entrevista entiende lo que quiero decir.
Discuta con quien lo amerite cuál es la redacción que debería tener la norma, haga públicos los fundamentos, escuche las críticas, intente considerarlas, y recién luego intente modificar la norma vigente, no sólo derogarla. Si sigue ese proceso a cabalidad y las razones de la modificación resultan claras y atendibles –como usted sugiere que ocurre– nadie podrá alimentar las suspicacias de las que usted se queja.
Ese es el fondo de la cuestión, Sr. Miranda. No se concentre en quejarse de las dudas y de quienes las generan: limítese a intentar despejarlas. Así es como ganan la política y la democracia.
Leonardo Decarlini
Vía correo electrónico
(*) Nota. En la entrevista, inmediatamente de la frase citada, Miranda explica su posición: "Yo tengo una alternativa para eso, creo que hay que ir por el lado del artículo 19 de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, es modificar el 162″.
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