Con un sistema judicial y un sistema político partidario y social que no son comparables con el uruguayo, las noticias sobre la crisis institucional brasileña (quién investiga, qué, quién tiene potestad para investigar y para acusar acusar) se prestan a interpretaciones erróneas o discutibles, señala Francisco desde la audiencia.
A propósito de lo que se discutía en La Mesa, quiero aclarar:
a) No es la Justicia la encargada de investigar, a pesar del espacio que la prensa le da a las actuaciones de estrella televisiva del juez Sérgio Moro.
b) Las investigaciones y las acusaciones corren por cuenta del Ministerio Público, a cargo del procurador Janot.
c) La Policía Federal investiga (teóricamente por delegación del Ministerio de Justicia, pero no siempre) y denuncia, públicamente o no, pero no acusa formalmente.
d) Brasil tiene el mismo problema que nosotros: el famoso “abuso de funciones”, de lo cual –por ejemplo– vuestro invitado acusó a Janot, y la oposición ha acusado al juez Moro.
e) En Brasil no existen partidos políticos como los que tenemos en Uruguay y en tantos otros países, especialmente en Europa. Los partidos, de representar alguna posición filosófica o política a principios del siglo XX, involucionaron en el plano de ideas a representar y defender descaradamente los intereses de las fuerzas económico-sociales más poderosas y, en el plano de su accionar, a servir los intereses de sus “dueños”. Y cuando, por ejemplo, quedan muy desgastados, se limitan a cambiar de nombre. El último caso es el del Partido da Frente Liberal (PFL), representante de la derecha más inescrupulosa, violenta y cruel, que pasó a llamarse Partido Demócrata. Y así Bolsonaro, un ex militar, genuino miembro de ese grupo, hoy viene aumentando velozmente su popularidad, ya que la prensa lo denomina “el demócrata Bolsonaro”. En fin.
f) El movimiento sindical no cuenta con líderes preparados para tan importante tarea, por lo que, por ejemplo, el número de rompehuelgas es elevadísimo si no para el transporte público…
g) El Supremo Tribunal Federal (STF) es un cuerpo que no ofrece garantías de procederes coherentes, y que a veces "cobra al grito" o se inclina sin pudor ante el chantaje del Poder Ejecutivo o del Parlamento o, simplemente, se limita a escurrirle la nalga a la jeringa y a mirar para el otro lado. En fin bis.
Ya me extendí demasiado, pero es claro que no conseguí darles una idea de las diferencias del Brasil con el paisito. Mi esposa, que era brasileña, siempre decía que “Brasil es un país sicodélico y surrealista”.
Francisco Piedrahita, desde San Pablo
Vía correo electrónico
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