Recibimos y publicamos el correo de un oyente a propósito de los cambios tributarios anunciados por el Gobierno.
Una parte de los problemas actuales se debe al incumplimiento de una medida prometida: la reforma del Estado, que después de dos períodos y pico de gobierno no se ha podido ni siquiera dibujar. No se ha derogado la inamovilidad de los funcionarios públicos; los errores de gestión y la inoperancia se siguen premiando en vez de castigarse.
Feriados laborables en lo que no se labora, licencias especiales y montones de privilegios más que los funcionarios públicos tienen y los trabajadores privados no. ¿Será por eso que somos “privados”? Tenemos privada la seguridad laboral, solo nosotros corremos el riesgo de quedarnos sin trabajo en cualquier momento.
Si la empresa para la que trabajamos no funciona bien, genera déficit y el propietario no dispone de capital seguramente se recortará la planilla de trabajadores. En cambio, si el Estado tiene déficit fiscal aumentará los impuestos o las tarifas de los servicios públicos, pero el lobby de COFE no permite ninguna reorganización.
Pero eso no tiene arreglo por ahora. Lo recuerdo solamente porque me vino a la mente que, conjuntamente con la reforma tributaria del primer gobierno del Frente Amplio, se hablaba de la madre de todas las reformas: la reforma del Estado. Y yo soy 100 % estatista, no quiero privatizar nada pero no quiero al Estado gordo, lo quiero grande y ágil.
El otro tema es el de la rebaja del IVA.
Los que ganan menos se gastan todo el sueldo en consumo imprescindible, es decir que la mayoría de su salario se va en comida. Los que ganamos algo más de vez en cuando gastamos en algo prescindible, pero también se nos va el sueldo entero en consumo imprescindible. Solo algunos ganan más de los que gastan.
Sería más justo establecer diferentes porcentajes de IVA en función del artículo adquirido: que se exoneren los alimentos de primera necesidad, ciertos cortes de carne, el pollo, el pescado, la energía eléctrica, el gas y el agua, que tengan una tasa básica otros alimentos y la vestimenta y que los demás insumos sean gravados con el porcentaje necesario para compensar el sacrificio fiscal de las anteriores rebajas.
Esto, además de mejorar la redistribución, bajaría la inflación en forma estrepitosa.
Es una idea que se puede discutir. No soy economista, sólo he vivido 62 años y de ellos trabajé 46.
Antonio Pehar
Vía correo electrónico
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Foto: Conferencia de prensa del ministro de Economía Danilo Astori en la que se anunció el ajuste fiscal. Crédito: Pablo Vignali / adhocFotos