
Taylor Swift vuelve a reescribir las reglas del pop con The Life of a Showgirl, su duodécimo álbum de estudio y uno de los lanzamientos más impactantes de su carrera. En apenas dos semanas, el disco mantiene el número uno en la lista Billboard 200, con 338 mil unidades vendidas —236 mil por streaming—, mientras que las 12 canciones del álbum ocupan los 14 primeros puestos del Hot 100, un récord sin precedentes.
Producido junto a sus colaboradores históricos Max Martin y Shellback, el disco condensa una energía distinta a la introspección de The Tortured Poets Department. “Este álbum surge del momento más alegre, salvaje y dramático en el que me encontraba”, explicó Swift, en alusión a su vida entre giras y escenarios durante el Eras Tour. Son solo doce canciones —“no hay una decimotercera, no hay más por venir”, aclaró—, pero cada una brilla con precisión quirúrgica: melodías contagiosas, letras vívidas y una estética de espectáculo clásico reinventado.
Entre las pistas destaca el tema principal, con la colaboración de Sabrina Carpenter, y The Fate of Ophelia, que no solo domina los rankings sino que provocó una curiosa ola cultural: cientos de fans visitaron el Hessische Landesmuseum de Wiesbaden, en Alemania, atraídos por un cuadro de Friedrich Heyser que recuerda a la escena inicial del videoclip del sencillo.









