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Julio Scavino encontró en el Cementerio Central una realidad muy lejana al ambiente festivo y multitudinario del Día de Difuntos que se celebra en México y algunos países de América Central. Además de una concurrencia poco numerosa y escasas ofrendas florales, comprobó un buen estado del espacio público pero observó deterioro en los monumentos fúnebres, a cargo de los descendientes de los allí sepultados.