Por Gastón González Napoli ///
La música da vueltas sobre mi cabeza / debe ser efecto del alcohol / Beso a una chica con sabor a fresa / la miro a la cara y le digo "mi amor"
En 2010 a la cumbia no la pasaba Radio Disney. A los músicos no los entrevistaban en magazines televisivos. Era mal vista. Terraja.
Cuando dos adolescentes de Ciudad de la Costa, Fernando Vázquez y Keoma Carreño, crearon una banda de cumbia ese año, Estilo Libre, se les deben de haber reído en la cara. Igual fueron para adelante y la pegaron entre los jóvenes al año siguiente con “La conocí bailando”. Suena a que costó dos pesos grabarla y su éxito fue más bien moderado, pero la canción les bastó para hacer de punta de lanza en una generación que se animaba a hacer cumbia de este lado del río de La Plata.
Vázquez fue al mismo liceo que yo y es primo de un amigo; si no fuera por eso, al escucharla en boliches y previas nunca me habría imaginado que Estilo Libre era uruguaya. No había antecedentes. La cumbia era argentina y si ya no era tan villera, porque Pibes Chorros y Damas Gratis habían dado paso a una oleada de cumbieros menos polémicos, el género sí seguía asociado a las clases más bajas.
Corte a nueve años después. Estilo Libre ya no existe. Radio Disney pasa más cumbia y reggaetón que baladas latinas pegajosas. Fer Vázquez tiene un millón de seguidores en Instagram.
Entre medio bailó en ShowMatch, armó dos bandas, Rombai y Márama, que fueron mega exitosas (tres si se suma Dame 5); echó mediante un video ridículo a la chica que le dio el nombre (y que hoy genera bastante más simpatía que él); conoció a una joven que cantaba covers en YouTube y la convirtió en una de las más ascendentes estrellas de la música sudamericana actual; volvió a quedarse solo pero sigue marchando.
Y es el principal responsable de instaurar un subgénero que lo absorbió todo, para bien y para mal, en el período 2014-2016: la cumbia pop.
***
Tú y yo fuera de control / Yo y tu cuerpo seductor / Acepto que estás muy linda / Como sueles estar
Que me disculpen los matemáticos por lo bruto, pero hagamos el juego siguiente.
“Cuando se pone a bailar”, tema que Rombai publicó en noviembre de 2016, tiene aproximadamente 160.030.000 reproducciones en YouTube. Cada uruguayo, desde el geronte que todavía recuerda la llegada del Graf Spee a la bahía montevideana hasta la niña recién nacida en Casupá, pasando por cada uno de los 240 habitantes de Masoller, tendría que haber visto el video 45 veces para acercarse a la cifra.
“Noche loca” de Rombai y Márama tiene 151.443.000 vistas. “Curiosidad”, de Rombai, tiene 113 millones. “Loquita” y “Nena” de Márama tienen 123 y 124 millones cada una. Pero no termina en esos dos. “Solo necesito”, de Tocoparavos, 67 millones. “Linda”, de Marka Akme, 68. Al video de “Amor para un rato”, de Olvidate!, así sin primer signo de exclamación, lo vieron 83 millones de veces. Al de “La noche no es para dormir”, de Mano Arriba, 79.
Y eso sin contar Spotify, piratería, la radio, cumpleaños de 15, boliches y casamientos.
Es muy difícil comparar números con los dos mayores hits de la música vernácula hasta entonces, “La cumparsita” y “Mayonesa”, pero Rombai seguro es la banda que más se acercó a la marca. No Te Va Gustar y El Cuarteto de Nos son de los grupos más populares del continente, y aun así no están ni cerca de la masividad fulgurante que Fer Vázquez y compañía alcanzaron en un lapso muy corto. A principios de 2015 no los conocía nadie y al tiempo llenaban el Velódromo y el Luna Park. En febrero de 2017 estaban tocando en el Festival de Viña del Mar.
Además de que lo hicieron por fuera de los canales tradicionales. No es que publicaron sus discos por vías independientes, ni siquiera es que los editaron en plataformas digitales: es que el disco, cuando efectivamente apareció, era anecdótico.
Es el regreso del sencillo, el single, la vuelta a un tiempo pre Beatles, pre album oriented rock, pre entendimiento del disco como la obra de arte musical definitiva. Pasa a importar más el video, aunque los primeros de Rombai fueran caseros. Pasa a importar más sacar un tema cada tantos meses que un disco cada tantos años. Sucedió en conjunto con el crecimiento de YouTube (esta década por primera vez un video, el “Gangnam Style”, llegó a las mil millones de vistas; desde entonces es habitual) y la internacionalización de Spotify. La cumbia pop aprovechó primero y mejor que nadie por estos lares el nuevo rostro del negocio musical.
¿Se puede volver atrás? ¿Puede importar de nuevo el álbum? ¿Pueden convivir ambos formatos? ¿O entramos en una etapa de canciones, de playlists?
***
Quiero besos en todos lados / Dejemos que todo fluya / Que termine en un show privado / Entre mi boca y la tuya
Estilo Libre fue primero, pero entre “La conocí bailando” y que Camila Rajchman desafinara en la mañana de Canal 12 transcurrieron cuatro años. Pasaron Resk-t y El Reja, ambos con estética más similar a la argentina, que empezaron a pegarla con sus temas propios en Uruguay e incluso en Argentina. Pasó Agapornis, de La Plata, con versiones en cumbia nefastas pero pegadizas de temas como “Corre, corazón” y “Persiana americana”. Y pasó Vi-Em, que tuvo un (según los parámetros de ese momento) hitazo con “Quiero verte bailar”. Conaprole la usó en una publicidad de Colet. Boliches de clase media alta se llenaban para verlos en vivo. Seguía llamando un poco la atención que fueran uruguayos, aunque -sobre todo en los círculos sub 21 atentos a esos detalles- cada vez menos.
Cuando Rombai cantó una versión de “Locuras contigo” en el verano de 2015 en el magazine Día perfecto, se viralizó. Hubo saña, cero comprensión de lo difícil que es tocar en vivo en la tele, cero tacto para burlarse de pibes de 20 años sin malas intenciones. Se convirtieron en un hazmerreír. Y sin embargo les empezó a ir bárbaro.
Ese año la telefónica Claro lanzó una campaña para su plataforma Claro Música que incluía videoclips con buena factura técnica, pautados como publicidades en televisión: empezaron con el Gucci, pasaron luego a Mala Tuya, y en tercer lugar lanzaron “Curiosidad” de Rombai. Con buena producción detrás, la banda de Camila y Fernando probó su excelente oído para el pop. Ya no se les reían tanto.
Junto con el crecimiento de Márama -de la que Fer Vázquez era dueño, a la usanza de los grupos de música tropical-, se acuñó el término semi despectivo “cumbia cheta”. Ya nada de look villero sino musculosas floreadas en la piscina, barcos, noches que se asemejaban más a las películas yanquis de adolescentes que a cualquier rincón de la Banda Oriental.
Uruguay se inundó de grupos que intentaban el mismo sonido con mejor o peor suerte. La productora Jasa Britos, otrora impulsores de Chocolate y Nietos del Futuro, armó su propio grupo: RC. Con el respaldo del productor y mánager Diego Sorondo, Tocama lanzó un primer videoclip recargado de famosos, incluidos argentinos como Noelia Pompa y Valeria Ninch. Y aparecieron bandas chetas-chetas, como TocoParaVos, cuyos integrantes salían del British y el Christian.
Rombai y Márama fueron las que realmente trascendieron. Pasajes por Tinelli incluidos. Con polémicas varias, que motivaron una atención mediática atípica para la música nacional. Pocas historias del arte local se deben de haber comentado más que el misterio de qué hizo Tomi Narbondo, el baterista de Rombai, para que lo apartaran de la banda. El alejamiento de ningún miembro de ninguna banda de rock uruguaya despertaría las mismas pasiones que el video de Camila llorando con una bordeadora de fondo. Ninguna podría soportar la ida ya no de una sino de dos referentes, y ahí está Fer Vázquez vivito y coleando con uno de sus éxitos mayores, “Me voy”, después de que se le fuera Emilia Mernes.
***
Cuanto más conozco el amor / Más quiero a mi perro
Cuando se pase raya el 1º de enero de 2020 (¡dos mil veinte ya!), se hablará del ascenso de una generación de cantautoras brillantes, como Florencia Núñez, Alfonsina y Papina de Palma; del desarrollo de una escena de hip hop con poco que envidiarle tanto cualitativa como estéticamente a sus pares de la región; de Eté y Los Problems, de "Cuando sea grande" del Cuarteto y el Érase de La Vela, de las visitas de Franz Ferdinand y David Byrne y Patti Smith y Nick Cave y McCartney los Stones.
Puede hablarse también de cómo la plena, género popular si los hay pero usualmente dejado de lado por el establishment, tuvo un resurgimiento, con figuras nuevas como Luana y Marcos da Costa, con Dennis Elías llenando un Teatro de Verano. También se pueda comentar cómo desde el Estado se le dio un respaldo inédito mediante la organización del Montevideo Tropical, y cómo llegaron incluso a las librerías, con ¡Hasta Borinquen!, de Diego Recoba y Agustín Fernández.
Pero no hay dos análisis. En cuanto a alcance y a peso en la cultura mainstream, la cumbia pop fue la protagonista de la década. Para bien, porque una corriente muy bailable y divertida perdió su cuota de misoginia (para refrescarlo, basta repasar "A tu cola le falta crema"). Y para mal, porque el componente lustroso y pop (o cheto) le robó el filo a un género que nació como crónica de la vida en la villa. Los yanquis lo llamarían "apropiación cultural".
En el verano de 2018, la ruptura de Fer Vázquez con su mánager para pasar a trabajar con el representante de Maluma provocó un quiebre con Agustín Casanova, el cantante de Márama. Esa segunda banda se disolvió y Casanova pasó a ser solista. Una nota de febrero de ese año en El Observador anunciaba (con buenos argumentos) la muerte de la cumbia pop. Y de la galera Vázquez sacó una resiliencia que ni en la naturaleza se ve.
Hace algunas semanas se anunció la separación de Megumi Bowles, vocalista boliviana que acompañaba a Vázquez, de Rombai. Ya se había ido la colombiana Valeria Henríquez. Queda él solo de nuevo. Pero hay que tenerle respeto al hombre. No hay que subestimarlo. Ya se rieron de él muchas veces, y ahí está, adaptándose, en un lugar donde muy, muy pocos músicos uruguayos logran estar. Hasta ahora al final se ríe él.
***
Foto: Fer Vázquez y Camila Rajchman en 2016. Tomada del Facebook oficial de Rombai
Etcétera es el blog de Gastón González Napoli en radiomundo.uy