Por Mariana Wainstein ///
“Teatro,
Lo tuyo es puro teatro
Falsedad bien ensayada
Estudiado simulacro”
Fragmento de la letra del bolero Puro teatro, de Tite Curet Alonso
En las recientes elecciones españolas me llamó la atención un spot de Unidos Podemos –la novel coalición entre Podemos e Izquierda Unida–, que hacía alusión a la metáfora teatral como marco del mensaje político electoral.
En el spot, una actriz española, María Botto, habla desde las tablas del Teatro Calderón de Madrid. Mientras la actriz profesional se viste para bajar del escenario nos cuenta que este escenario, que simboliza a la escena política de España, vio pasar a todo tipo de actores. Ahora es el momento, según ella, de ver subir a escena a gente del público. Pronto descenderán del gallinero espectadores que se ubicarán allí para hacerse cargo de la situación. También lo harán integrantes destacados del sector de la platea, dice la actriz.
Al final del spot, desde detrás de bambalinas avanzan los líderes de esta coalición hasta el proscenio. Estos líderes pretenden convencer que son lo nuevo, que son outsiders del sistema establecido.
Con el diario del lunes, de más está decir que la apuesta de este spot fracasó y no trajo exactamente lo que esperaban sus creadores. La gente bajó del gallinero pero no precisamente para apoyar a la coalición populista de izquierda, dar el sorpasso al Partido Socialista y cambiar el rumbo de España.
El término outsider se utiliza cada vez más en política pero resulta algo ambiguo. Las crisis económicas sobre todo traen caras nuevas en épocas electorales. Sucedió en Italia con alguien proveniente de la farándula, el humorista Beppe Grillo, quien también desde una posición populista intenta utilizar el desprestigio de la clase política para ofrecer cambios a la población.
En América Latina, uno de los outsiders más recordados quizá sea el escritor peruano Mario Vargas Llosa. No desde el populismo sino desde un ala liberal, Vargas Llosa se postuló a la presidencia del Perú en las elecciones de 1990. Curiosamente, perdió contra otro outsider: Alberto Fujimori. Pero esa es otra historia.
La política local ha visto en los último años el surgimiento de un outsider con todas las letras que busca hacerse camino en la escena: el empresario Edgardo Novick. El relato que nos ofrece es muy claro. Es el tipo que empezó de abajo, un emprendedor que alcanzó el éxito, que todo lo logró a base de su esfuerzo personal y que propone la “gestión sobre la ideología”.
En realidad, si se cumple la regla que solo se es outsider una vez, él ya lo habría sido en las elecciones departamentales de 2015, donde no votó nada mal.
Hace apenas semanas, desde el partido Colorado se señaló a otro candidato a outsider: el economista Ernesto Talvi. En principio, como tantos outsiders de la historia, ha dicho que no quiere incursionar en política, pero en realidad cumple con algunas reglas importantes; tiene un prestigio ganado fuera de la política, capital que le ha permitido desarrollar una red de contactos en el mundo de la política, y está demostrando capacidad de comunicación, o sea de contarnos historias convincentes. Tiene también un actor importante que lo apoya, Jorge Batlle. Eso no se sabe si es necesariamente bueno para él. Quizás debería salir de escena y entrar por otra puerta.
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La política a escena es el blog de dramaturgia política de Mariana Wainstein. Actualiza los jueves.