Los wikipanamaleaks o cómo destruir la ilusión en la audiencia
Por Mariana Wainstein ///
“No hay hechos sino interpretaciones”
Friedrich Nietzsche
Bertolt Brecht (1898-1956), reconocido poeta y dramaturgo alemán, dedicó buena parte de su capacidad creativa a intentar movilizar a las audiencias de teatro. Quiso a través de sus obras, y de su “teatro épico” –así se llamaba por porque estaba estructurado en episodios– que el público abandonase la cómoda posición de estar recostado en su butaca, transportado a otra época y a historias lejanas, y se viese en la necesidad de quebrar esa ilusión que provoca la ficción para violentamente en la mitad de la obra tener que concentrar su atención en algo que se decía de manera frontal en el escenario y que tenía connotación contemporánea. Tenía diferentes instrumentos para crear ese efecto que rompió todos los códigos del teatro hasta el momento y definió un nuevo estándar a la hora de hablar de compromiso social en el arte.
No puedo dejar de pensar que Brecht tenía alma de hacker. Una filosofía y una ideología detrás de esa voluntad de destruir la ilusión y la comodidad. O también podríamos decir que buscaba exponer “su” verdad –en su caso marxista– y que aún la escena del quiebre de la ilusión está medida y estudiada desde el punto de vista teatral buscando determinado efecto.
Julian Assange y su WikiLeaks, Edward Snowden, los documentos de los bancos suizos del año pasado o ahora los Panama Papers crean una fractura en el género dramático cotidiano de la política. Una vez que se instalan en los medios de comunicación quiebran por un instante el ritmo del espectáculo político, así como el actor brechtiano se para frente a su público y le dice quién es o qué pretende. Es un fenómeno parecido a la aparición de un superhéroe.
Instalado el tema, los medios generan un logo para comenzar la sesión de noticias referidas a él o preparan equipos de periodistas para estudiar el material que les llega de manera misteriosa: estas transmisiones de información ocurren siempre al filo de la ilegalidad. Por unos instantes tenemos la sensación de que la transparencia existe.
Pero en realidad como espectadores no salimos de esta experiencia entendiendo de qué va esta obra y la sensación de bocanada de aire fresco se transforma en una guerra de información y desinformación que nos confunde. Hace acordar al género del falso documental, mockumentary, que nos ilusiona con estar frente a hechos reales aunque en realidad estamos frente a un registro de ficción.
La escenografía comienza a levantar telones y el público por un momento cree que se va a enterar de esa entelequia llamada verdad. En realidad por ahora solo podemos hablar objetivamente de telones que se levantan para dejar ver otros telones. Todos ellos de tul traslúcido, que dependen de la iluminación para dejar ver más o menos fracciones de la realidad. Pero el juego de luces y de telones es infinito y todavía de costado quedan las bambalinas…
Pasan los días y el espectáculo se va acallando y nos quedamos con la sensación frustrante de haber dado una magnífica vuelta de 360 grados y de haber visto un poco de luz, pero siempre a través de superficies semiopacas en el mejor de los casos, manteniendo en una dimensión utópica la idea de transparencia. Más allá del desfile de nombres propios, en nuestro país se acaba de crear –con una celeridad sorprendente en comparación con otros temas más gruesos y opacos, basta ver lo que llevó crear la investigadora de Ancap– una comisión investigadora de los Panama Papers porque se considera que el Uruguay como país tiene su prestigio en juego.
Esta escenificación parlamentaria donde posiblemente las diferentes fuerzas aprovechen para desprestigiar adversarios políticos abre un nuevo juego de tules y una nueva propuesta escénica para intentar, como Brecht, movilizar a las audiencias de sus butacas a favor de una determinada ideología y en desmedro de otra. Veremos si la audiencia se conmueve o se apoltrona cómodamente en sus butacas.
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La política a escena es el blog de dramaturgia política de Mariana Wainstein. Actualiza los jueves.
Sobre este blog
Politólogos y sociólogos hacen uso (y a veces abuso) de la jerga teatral para reflexionar sobre la política: “actores políticos” y “escenario político” son solo dos ejemplos de una costumbre por demás extendida. Desde este espacio se profundizará en los elementos de ese mundo y se intentará descubrir cómo se construyen determinados escenarios, textos y personajes. Esto implica profundizar en temas que conciernen a la mediatización de la política, sus características y consecuencias. En suma, este blog estará dedicado a la “dramaturgia política”, es decir, al análisis político desde un enfoque teatral.