Por Ricardo Soca ///
En su acepción actual, el adjetivo inocente se aplica a aquellos que están «libres de culpa» y a las personas «cándidas, sin malicia». El Diccionario de la Academia también registra la acepción etimológica «que no causa daño».
La palabra española se deriva de la latina innocens, -ntis ‘el que no perjudica’, formada por nocere ‘dañar’, ‘perjudicar’, precedido por el prefijo privativo in-.
Por su etimología, inocente está vinculada a nocivo, que también procede de nocere, a través de nocivus. Otra palabra que comparte la etimología de inocente y coincide con su significado primitivo es inocuo, del latín innocuus ‘que no hace daño’.
Todos estos términos tienen un origen común: la raíz indoeuropea nek-, de la cual provienen también, entre otras, la palabra latina nex ‘muerte violenta’ y el prefijo latino necro- ‘muerte’, presente en necrología, necrópolis, etcétera.
El 28 de diciembre, en los países católicos se celebra el Día de los Santos Inocentes, en memoria de los recién nacidos que fueron degollados por orden de Herodes, cuya intención era matar a Jesús.
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.