Tal vez “mano a mano” no sea el más original de los nombres, pero se me ocurre que es bastante adecuado para describir esta serie que comienza hoy y que se compone de fragmentos de viejas entrevistas, ese tipo de fragmentos que resumen lo conversado y retratan razonablemente al entrevistado. Los registros provienen de encuentros con figuras de la música que guardo en mi archivo personal con enorme aprecio.
Por Eduardo Rivero ///
Concha Buika
Mediante un ingenioso puente tecnológico, el productor de Concha Buika me puso al habla desde Buenos Aires con el domicilio particular de la artista en Miami. Charlé con esa impresionante figura del flamenco y la balada desde la redacción del semanario Brecha, de cara a una nota en el marco de la segunda visita de Buika al Uruguay, que tendría lugar el 16 de mayo de 2014 en el teatro El Galpón.
María Concepción Balboa Buika, nacida en Palma de Mallorca, comparada por la crítica internacional con nombres como Cesaria Evora, Chavela Vargas y Nina Simone, resultó ser al teléfono la más encantadora y sencilla de las personas.
¿Cómo y cuando descubriste que podías cantar?
Pues el hecho es que no lo descubrí. Para nada. No decidí nada en realidad. De pequeña me dijeron que no a todo, que debía comportarme y listo. Pero sucedió que subí por primera vez a un escenario y sentí algo maravilloso. Y luego descubrí que la misma magia y la misma felicidad ocurrían cada vez que lo hacía.
Frank Sinatra decía que no escuchaba sus discos porque cuando lo hacía solo escuchaba errores que ya no podía arreglar. ¿Te pasa algo así?
Pues, hermano, verás que no. No busco evaluar los errores. El error forma parte de la vida y también disfruto errando. No le encuentro sentido a estudiar los propios errores. Una misma ola de mar nunca vuelve a romper en la playa, siempre es una ola diferente por más que la costa sea siempre idéntica.
¿Qué opinión te merece que hayas sido comparada con figuras de la talla de Nina Simone, Chavela Vargas o Cesaria Evora?
La sola mención de esos nombres me hace sentir pequeñita, pequeñita. Ni te imaginas cuánto. Probablemente, hermano, tampoco te imagines cuán tímida soy.
¿Cómo recuerdas hoy, en esta etapa de tu carrera, a quien, cuando eras niña, te dijo en una iglesia que cantabas como un perro?
Lo recuerdo bien, en forma positiva, con alegría. En el momento en que eso sucedió ni siquiera me ofendí. Ya sabes, los niños siempre están de guasa y tal. La señorita que dirigía el coro dijo “escucho a alguien que canta como un perro” y todos se giraron en dirección a mí, por supuesto. Entonces la señorita dijo “morenita, ven a sentarte a mi lado”, y para evitar una tristeza que ni siquiera era tal, me compró una Coca-Cola. Así que, ¡hala, me ligué un refresco! Ella, en realidad, envió una información equivocada, ya que con el tiempo reflexioné que los perros no solo tienen un color muy bonito sino que también algunos tienen una voz muy hermosa.
¿Cuál es la diferencia entre una buena voz y una gran cantante?
La diferencia es que la voz no significa nada. No se canta con la voz sino con lo que uno es.
¿Qué le dirías a un periodista uruguayo como yo si te dijera que la canción Las ciudades de tu disco con Chucho Valdez le hace llorar?
Le diría que es una belleza que me lo diga. Y que cuando vaya a Montevideo se la voy a cantar.
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Albert Plá
El catalán Albert Plá, reiterado visitante del Uruguay, canta con artificial ternura, los versos más salvajes capaces de herir de muerte a la sociedad que lo cobija: explícito, escatológico, directo hasta la crueldad, este artista nacido en Sabadell, Cataluña, puede ser la pesadilla de cualquier entrevistador, por su astuto y estudiado minimalismo para responder. Luego de odiarlo durante un rato comprendí el peso de su agudeza en esas respuestas chiquitas pero cargadas de significado. Esta conversación con Plá dio pie a una nota publicada en el semanario Brecha en marzo de 2010.
¿Tu música retrata a Cataluña o es un retrato más universal?
Yo… en Uruguay me siento como en casa.
¿Cómo son tus futuras canciones?
Pues… las mejores.
¿Qué música española le recomendarías a un uruguayo que solo conoce a Serrat y Sabina?
Extremoduro… y cuando acaben que me llamen…
¿Cómo surgió la idea de cantar Soy rebelde, de Jeanette, una pregunta que te deben haber hecho un millón de veces…
¿Sabes que no me acuerdo?
¿Lo peor de escribir canciones es tener que explicarlas?
No es lo peor. Tampoco es muy horrible porque soy muy feliz, pero donde me explico mejor es en el escenario.
¿Qué le dirías a alguien que te preguntara cómo es el Uruguay?
Que no lo sé, claro.
Aquí ya tienes una audiencia cautiva que te está esperando…
Yo no lo sé. Uno siempre cree que cuando va a un sitio no vendrá nadie…
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Joan Manuel Serrat
Un mediodía de febrero de 2015, en su última presentación en escenarios montevideanos hasta hoy, pude hacerle algunas preguntas a Serrat en medio de una conferencia de prensa en una sala pequeña del Sodre, donde un Serrat paciente y canchero debió soportar algunas preguntas bastante increíbles y el acoso de un montón de señoras coladas que se sacaron mil fotos junto al artista.
Para mí no era un entrevistado más sino un auténtico ídolo junto a cuya música crecí. El hecho de preguntarle y que Serrat me mirara directamente a los ojos al responderme me pareció increíble. Charlé con Serrat, algo que jamás pensé que me iba a pasar. Y, como todas esas señoras coladas, me saqué una foto y me volví para mi casa con la tapa de uno de sus discos autografiada.
Un periodista puede ser tan fan y tan cholulo como el que más. Pero tuve un premio mayor aún, tan inolvidable como inesperado. Al posar para la foto (¡que salió movida!), disimuladamente, Serrat me susurró al oído: “Gracias por tus preguntas”.
¿Escuchas tus propios discos?
Escucho mis viejas canciones y me parece que todas son “mejorables”, ese es mi problema.
Quería preguntarte si, más allá de las canciones que todos conocen como Mediterráneo, Aquellas pequeñas cosas o Esos locos bajitos, mantienes en la memoria joyas que quedaron más olvidadas como, por citar algunas, El carrousel del Furo del disco Para piel de manzana, Irene y Qué bonito es Badalona del disco 1978 o Para vivir del Canción infantil.
Bueno, claro, pero por ejemplo El carrousel del Furo si vienes a verme mañana la vas a escuchar. Pero ven temprano que va a poco del principio…
Me llamó la atención siempre en tus biografías el detalle enternecedor de una madre aragonesa que escuchaba en la radio la música de la típica copla española con artistas inmensos como Concha Piquer o Miguel de Molina. ¿Consideras que ese tipo de música es algo museístico o que aún tiene vida propia?
Tiene su vida, por cierto, porque hay muchos artistas jóvenes que siguen cantando la copla. Y Paco de Lucía -pobre Paco- hizo un último disco suyo dedicado a este género. La copla es para mí parte de mi formación musical; una parte muy importante. Era lo que yo escuchaba de niño y se fue quedando en mí. Siempre dicen que uno es lo que come. Pues bien, uno también es lo que escucha y ciertamente también lo que mira.
Alguna vez cantaste unos tangos con [Aníbal] Troilo y otra vez con [Osvaldo] Pugliese. ¿Qué siente un catalán al cantar una música que los rioplatenses llevamos en nuestro ADN?
Cantar un tango con Pichuco [Troilo] fue lisa y llanamente un momento sublime. Pero antes de llegar a cantar con Pichuco y con Pugliese me tuve que aprender Sur y La mariposa. Me preparé para cuando llegara el momento de gloria. Un momento que recuerdo con cierta extrañeza porque cuando canté con Pugliese debí hacerlo de smoking y estaba muy incómodo. Y cuando toqué con Troilo los dos estábamos en un estado que… no era el mejor (risas). Mi relación con el tango ha sido maravillosa. Mi padre ha sido quien me ha abierto las puertas de esa música. El creía que cantaba muy bien el tango y la verdad es que lo hacía bastante mal. Pero tenía una notable afición por el género y fue capaz de inocularme esa pasión.
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