
Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS
EMILIANO COTELO (EC): Ayer entró en vigencia un nuevo régimen de banda de flotación para el tipo de cambio en Argentina.
El esquema viene de la mano del acuerdo que alcanzó el gobierno argentino con el Fondo Monetario Internacional por US$ 20.000 millones, que motivó el levantamiento del cepo.
¿Cómo funcionará el nuevo régimen cambiario? ¿Qué cabe esperar en materia de dólar e inflación? ¿Cuáles son los factores más críticos para el éxito de este plan? Lo conversamos con el economista Mathías Consolandich, de la consultora Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Mathías empecemos por las medidas que se tomaron en relación al cepo… ¿tuvimos un levantamiento total del cepo cambiario en Argentina?
MATHÍAS CONSOLANDICH (MC): El cepo es una palabra coloquial para referirse a un conjunto grande de restricciones a la compra de divisas.
Argentina todavía está lejos de tener un esquema de libre convertibilidad como el que tenemos en Uruguay. En Uruguay ni las personas ni las empresas tienen limitaciones del gobierno para comprar divisas. En Argentina n o estamos ahí, pero ahora hay muchas menos restricciones que antes.
En el caso de las personas físicas, a partir de ahora van a poder comprar y vender dólares libremente, en lugar del límite de US$ 200 mensuales. Pero quedan dos cosas, un impuesto al gasto con tarjeta en el exterior elevado (de 30%) y que las personas no pueden comprar más de US$ 100 en efectivo (si pueden hacerlo por internet).
En el caso de las empresas, tendrán mayor libertad para las nuevas operaciones de comercio exterior. Pueden pagar las importaciones cuando las hacen, aunque no pueden pagar por adelantado, y se liquidan las exportaciones a un tipo de cambio que resulta del funcionamiento de un mercado más libre. En lugar de liquidarse a un tipo de cambio 80% fijado administrativamente y 20% resultado de un dólar de mercado, se liquidará 100% al valor del nuevo tipo de cambio.
Todavía quedan restricciones grandes para las empresas en relación a cómo pagar importaciones del pasado y a como distribuir utilidades y pagar deudas con los accionistas del exterior. Lo que podrán hacer es distribuir al exterior utilidades que se generaron este año, pero solo a partir del año que viene.
En definitiva hay casi total libertad para las personas, hay menos restricciones para las empresas del lado financiero y hay menos restricciones del lado del comercio exterior.
RA: Emiliano adelantaba que ayer entró en vigencia el régimen nuevo de banda de flotación para el tipo de cambio. ¿Podemos explicar como va a funcionar el mercado cambiario?
MC: Sí. Desde ayer el gobierno estableció una banda de flotación desde un piso de AR$ 1.000 hasta un techo de AR$ 1.400. Es una banda amplia, pautado por la realidad de las brechas cambiarias que había en el mercado. Esa banda, además, se prevé que se ensanche en el futuro, con el techo subiendo 1% por mes y el piso bajando en igual magnitud.
El Banco Central está obligado a defender el piso y el techo de esa banda. Eso quiere decir que, si el dólar bajara del piso, tiene que comprar divisas, acumulando reservas en ese proceso.
Si el dólar sube por encima del techo, tendrá que vender dólares para mantener el valor del peso argentino y perderá reservas.
Dentro de la banda, se promueve la libre flotación de la moneda, pero se guarda el derecho de intervenir para comprar divisas consistente con el objetivo de aumentar reservas.
Un elemento importante es que el acuerdo con el Fondo le da a Argentina acceso a una cantidad apreciable de reservas, unos US$ 15.000 millones de libre disponibilidad. A eso hay que sumar también desembolsos adicionales por US$ 6.100 millones con el Banco Mundial y el BID y se ampliaron préstamos privados de bancos internacionales por US$ 2.000 millones. De esa manera, se estima que ingresarían al Banco Central US$ 23.100 millones de reservas brutas en 2025. Esto era un ingrediente fundamental para poder flexibilizar el mercado cambiario.
RA: ¿Por qué decís eso Mathías?
MC: Porque venía con una paridad deslizante para el tipo de cambio que empezó al 2% y había bajado al 1% mensual, pero ese valor era fijado administrativamente.
Ahora le pone un piso y un techo al tipo de cambio, lo flexibiliza, pero si el dólar se va al techo tiene que vender divisas. Para que eso sea creíble, que va sostener el tipo de cambio en el techo de la banda, necesita de un mayor poder de fuego para vender reservas que antes no tenía.
RA: ¿Cómo condice este paso que da el gobierno de utilizar la banda de flotación en la estrategia de reducción de la inflación?
MC: La estrategia antinflacionaria tiene un pilar fundamental en el ajuste fiscal que lo conversamos otras veces en el programa. En el acuerdo con el fondo quedó explícito que se perseguirá un superávit primario de 1,3% del PBI en 2025, de 2,2% en 2026 y de 2,5% a partir de 2027.
Y tiene un segundo pilar en el manejo del tipo de cambio. Argentina está usando el tipo de cambio como un ancla potente para bajar la inflación, devaluando poco, menos de lo que suben los precios. Eso ayuda a bajar las expectativas de inflación y a contener las subas de precios.
Hasta ahora Argentina utilizaba esa estrategia sin reservas internacionales significativas, pero con muchos controles de capitales. Ahora está corriéndose a un modelo con menos restricciones para ir al mercado cambiario y donde el tipo de cambio se va a fijar libremente dentro de la banda.
En definitiva, pasa de un tipo de cambio totalmente fijo con una paridad que crece 1% mensual y muchos controles, a un mercado más libre con una banda y más reservas obtenidas por el fondo para poder intervenir llegado el caso y evitar saltos abruptos en la cotización que se trasladen a precios.
RA: Bueno pero esta estrategia puede afectar la competitividad de la economía, ¿verdad?
MC: Si, puede generar problemas de competitividad, pero para bajar la inflación desde los niveles que tiene Argentina la historia muestra que las anclas cambiarias son bastante eficaces. Eso no quiere decir que el 1% mensual al que aumente el techo de la banda no pueda ser bajo para la dinámica inflacionaria.
Una cosa es el uso de la herramienta, con la banda cambiaria se busca dar más flexibilidad que con tipo de cambio fijo y más señalización para las expectativas de inflación que con un tipo de cambio flotante con tasa de interés como instrumento. Ora cosa diferente es el ritmo al que se mueve la banda y el encarecimiento que vaya acumulando Argentina.
RA: Para cerrar Mathías, la banda es bastante amplia como decías, va de AR$ 1.000 a AR$ 1.400, ¿dónde se debería situar el tipo de cambio?
MC: No lo sabemos, en materia cambiaria siempre es difícil hacer pronósticos. En el primer día estuvo cerca del centro de la banda, ayer cerró en AR$ 1.230.
Inicialmente cuando se empezaron a diseñar estos esquemas a fines de los 80 y principios de los 90, la teoría que estaba detrás de estos diseños era que el tipo de cambio oscilaría en el centro de la banda.
Sin embargo, después se observó que los tipos de cambio se recostaban contra los límites de la banda. Contra el piso cuando había mucha credibilidad en el programa, porque aparecían inversores que prefieren explotar las tasas de interés en moneda local que terminan dando rendimientos mejores que las tasas en dólares. O se iban contra el techo de la banda cuando no había credibilidad.
En el caso de Uruguay que tuvimos una banda cambiaria desde principios de los 90’ hasta la crisis del 2002, el tipo de cambio estuvo casi siempre muy cerca del piso.
En el caso de Argentina esta banda es ancha y con el límite inferior cayendo, es difícil que se pegue por mucho tiempo.
Del mismo modo, si las políticas macroeconómicas se vuelven inconsistentes, si Argentina abandona la disciplina fiscal o si la falta de competitividad conduce a un escenario muy recesivo lo que puede ocurrir es que el programa pierda credibilidad y la demanda de dólares suba fuertemente y obligue al banco central a vender reservas y si las reservas se acaban lo lleven a abandonar o modificar el programa.
Cómo está la situación ahora, parece probable que el gobierno logre mantener esta banda cambiaria al menos por un tiempo, aunque también hay mucha incertidumbre que viene del marco global.