En el ambiente político argentino se especula con el papel que jugará Cristina Kirchner luego de las elecciones. El corresponsal de En Perspectiva en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, aseguró que actuará como líder de la oposición y buscará contrastar "una relativa calma y estabilidad económica" de su gobierno con la pérdida de la misma cuando asuma el nuevo presidente.
EN PERSPECTIVA
Jueves 12.11.2015, hora 10.19
EMILIANO COTELO (EC) —El protagonismo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha sido tan fuerte en los últimos años de Argentina, que muchos se resisten a creer que después del 10 de diciembre, cuando traspase el poder al ganador del balotaje, se resigne a un retiro político y haga vida de abuela en la provincia de Santa Cruz.
Más bien al contrario, uno de los temas de más intensa especulación en el ambiente político argentino es qué papel jugará en la nueva etapa, cuánto capital político será capaz de retener y, sobre todo, si tendrá, o no, la fortaleza suficiente como para condicionar al nuevo gobierno.
Vamos a analizar este tema con nuestro corresponsal en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez.
¿Por dónde empezamos?
FERNANDO GUTIÉRREZ (FG) —Está todo el mundo hablando de eso, el tema número uno que se preguntan los argentinos es quién va a ganar y el número dos es cómo se va a llevar con Kirchner. Por lo pronto, seguro que a cuidar los nietos no se va a dedicar, lo ha dejado en claro la presidenta con su actitud de los últimos días. No sólo no se ve a sí misma en el final de su carrera política, sino que ya está actuando como una verdadera líder de la oposición.
La verdad es que esa capacidad de Kirchner para mantener ese lugar central en la escena política ha sorprendido a todo el mundo. Aquí muchos venían hablando, por lo menos desde hace dos años, del famoso síndrome del pato rengo, al que siempre refieren politólogos y periodistas sobre esa especie de languidez, de pérdida de poder que afecta a los presidentes cuando están en el período final de su mandato y ya no tienen la posibilidad de reelegirse, entonces empiezan a perder capital político y se quedan con poco margen de maniobra. Todos esos pronósticos se probaron equivocados en el caso de Cristina, lo cierto es que ella nunca perdió poder, ni siquiera después de la dura derrota que sufrió en las elecciones legislativas de hace dos años, ni siquiera después de haber sufrido momentos de zozobra económica, como la devaluación que tuvo que convalidar el año pasado.
No sólo no perdió protagonismo, sino que muchos hasta la critican y le echan un poco de culpa en que por su exceso de protagonismo fue finalmente que se terminó perjudicando a Daniel Scioli en la campaña presidencial, porque se la ve tan fuerte que quedó instalada esa sospecha de: si llegara a ganar Scioli, ¿va a gobernar él sólo, va a terminar habiendo una especie de “doble comando”, o puede llegar a darse la situación en la que Cristina lo condicione o no lo deje gobernar con autonomía?
EC —Supongo que en esa visión habrá pesado mucho la forma en que Fernández incidió en el armado de las listas de candidatos. En su momento, se comentó que ella había tenido, incluso, más injerencia que el propio Scioli para designar a los diputados peronistas. ¿Cómo ves este factor?
FG —Es una de las claves del tema, ¿no? La presidenta se cuidó bien de preservar lo que ella considera que es su legado y su capital político. Sabe que ahí tiene un grupo, lo que aquí se llama el “núcleo duro” del kirchnerismo, que tiene una lealtad personal hacia ella, por encima de la adhesión partidaria al peronismo. Dicho más claro: en una situación de discrepancia hay algunos de los nuevos diputados que si tienen que elegir entre seguir la línea de Cristina o la de otro líder peronista, aunque ese líder fuera el propio presidente, van a terminar acatando la línea de ella.
Son casi todos dirigentes jóvenes formados en la agrupación La Cámpora, que dirige Máximo Kirchner, el hijo de la presidenta, que acaba de ser electo diputado por la provincia de Santa Cruz, y que va a comandar ese bloque legislativo junto con otras figuras de este gobierno, como el ministro de Economía, Axel Kicillof. Además, por supuesto, no podemos olvidar el detalle de que si gana Scioli el vicepresidente va a ser Carlos Zannini, que hoy es para muchos la mano derecha de Kirchner.
Puede ser que numéricamente estos nuevos diputados no sean muchos, o por lo menos no tantos como para bloquear por sí solos iniciativas parlamentarias: son unos 30 diputados directamente de La Cámpora, pero si se suman otras agrupaciones afines se puede considerar que hay unos 80 diputados que van a ser fieles a Cristina sobre un total de 257 miembros que tiene la cámara. Son muchos, o pocos, quizás no los suficientes como para imponer leyes pero sí una cantidad grande como para asegurar que el kirchnerismo no se va a diluir y que la voz de Cristina va a estar bien representada en el Congreso.
EC —El hecho de que el kirchnerismo haya perdido en la provincia de Buenos Aires, que era un bastión tradicional del peronismo, ¿no limita esa intención de ejercer influencia política?
FG —Sí, ha sido un problema en los planes de Cristina porque ella tenía todo planificado para que su base de poder político estuviera en Buenos Aires, que es la provincia más grande del país, donde ella creía que el nuevo gobernador iba a ser Aníbal Fernández, que le responde directamente a ella y que además está notoriamente enfrentado con Scioli. El hecho de haber perdido en la provincia implicó un cambio de estrategia, pero Cristina ya está operando un plan B: va a tener esa presencia legislativa en el Congreso pero también deja una serie de funcionarios que fueron nombrados ahora y tendrán continuidad sea quien sea que gane la Presidencia -algunos hasta los está nombrando un poco a contrarreloj- en muchas áreas estratégicas, como la Auditoría General o algunos organismos regulatorios, donde va a quedar gente de su directa confianza.
EC —Decías antes que Fernández ya está comportándose como si fuera la líder de la oposición. ¿Estás dando por sentado que gana Mauricio Macri, o ese papel que se le asignaría a Cristina es algo que ocurriría incluso si ganara Scioli?
FG —Esto va a ocurrir gane quien gane, a esta altura, la propia Cristina ha dejado en claro que el nombre del próximo presidente no va a alterar ese hecho de que ella se transforme en líder de la oposición.
En cada acto público que la presidenta protagonizó en los últimos tiempos, esos que se transmiten por cadena nacional y en los cuales ella en la Casa Rosada establece ese diálogo particular con los militantes de La Cámpora, se presenta como la garante de que no va a haber una marcha atrás con las principales políticas del kirchnerismo, eso que aquí se llama “el proyecto”. Esto aplica tanto si gana Macri como si lo hace Scioli. De hecho, cada vez que hubo por parte de la militancia kirchnerista alguna expresión de duda o de rechazo hacia Scioli, por ejemplo en aquel sonado episodio cuando estaba inundada la provincia de Buenos Aires y Scioli hizo su tan criticado viaje a Europa, la presidenta le pidió a la militancia que no lo castigaran a Scioli por eso, que lo votaran, porque puede ser que quizás no les cayera tan simpático pero ella misma iba a ser la garante de que los valores del proyecto kirchnerista se mantuvieran en pie, que ella iba a ser vigilante e impedir desvíos.
Incluso ha dicho frases que sonaron más como advertencias para Scioli que para Macri, por ejemplo: “Nadie sería tan necio de quedar en la historia como un traidor”, y ahí paradito, con cara tensa, al lado de ella, estaba Scioli. Así que cada tanto desliza advertencias sobre cosas que no se deben hacer, como por ejemplo sentarse a dialogar con los llamados “fondos buitre” para renegociar la deuda externa. Siempre frases que terminan interpretándose como advertencias para el propio Scioli.
EC —Sí, pero uno puede pensar que, desde el punto de vista de Cristina, sería más cómoda una victoria de Macri, porque eso le permitiría asumir un rol de opositora ya desde el primer día sin provocar rispideces con el resto del peronismo.
FG —Sí, es claro que es así, ella desde el punto de vista de su futuro político estaría mucho más cómoda con un Macri presidente. Ella misma lo ha dejado muy en claro. La economía tiene tantos problemas que todo el mundo asume que va a haber algún tipo de ajuste, que va a incluir una suba del dólar y de las tarifas de los servicios públicos, y un esfuerzo de recorte en el gasto público. Cristina avisó que va a liderar una fuerte postura contra esas medidas y su estrategia va a ser mostrar que hasta el último día de su gobierno hubo una relativa calma y estabilidad económica.
Por ejemplo, en Twitter Cristina acaba de jactarse de la cantidad de dólares que están comprando los ahorristas argentinos, ironizando con el tema del cepo. Se preguntaba: "¿Pero cómo?, ¿no era que nadie podía comprar dólares?”. La contracara de eso es que el mercado está alarmado por cómo se están evaporando los pocos dólares que quedan en las reservas del Banco Central. Así que está claro cuál es la estrategia de Cristina: llevar la situación, aunque sea artificialmente, a generar la sensación de esa calma en la economía y después, cuando surjan las inevitables medidas de ajuste, liderar la oposición contra esas medidas.
En los últimos actos de Cristina, en esos diálogos tan particulares con los militantes de La Cámpora, cuando los militantes hacen el famoso cantito al estilo hinchada de fútbol, “No se va, Cristina no se va”, ella respondía que, efectivamente, no se iba a ir porque mantendría una trinchera de lucha junto a los militantes por la defensa del proyecto kirchnerista. No es por casualidad que cada vez que habla dedica muchos minutos a enumerar lo que ella considera los grandes logros de la década kirchnerista. Es la argumentación que le da a la militancia precisamente para defender el llamado “modelo K” y para, a su vez, compararlo con lo que se supone que está por venir.
EC —Pero, si efectivamente Scioli es derrotado, ¿será capaz Cristina de eludir las críticas y hacer aparecer la derrota como una responsabilidad exclusiva del candidato presidencial?
FG —Ahí va a haber un sector del peronismo que seguramente la va a acusar a ella por lo que comentábamos antes, le va a decir que al haber sido tan fuerte su presencia en la campaña y no haberlo dejado a Scioli actuar manteniendo su propio estilo es un poco culpable de la derrota.
Pero el peronismo es un movimiento político en el cual a los dirigentes se les puede perdonar todo, menos perder una elección. El que se va a quedar sin liderazgo, y me animo a decir que casi sin futuro político, si pierde, es Scioli. Ella, en cambio, que ganó dos elecciones y se va con ese alto nivel de aprobación, va a mantener la aureola de prestigio de haber sido la primera mujer electa presidenta, de haber superado el 54 % de los votos en su reelección y de haber superado situaciones duras tanto en lo político como en lo personal, como la muerte de su esposo [el ex presidente Néstor Kirchner] en 2010.
En todo caso con quien va a disputar el liderazgo peronista no va a ser con Scioli sino, acaso, con Sergio Massa, que está dispuesto a hacer valer el 21 % que sacó en la elección y que cree que tras el cambio de gobierno el kirchnerismo va a ser un proyecto agotado. Massa es muy joven, tiene recién 43 años, y confía en que puede encolumnar al peronismo para volver en la próxima elección, dentro de cuatro años.
Así que la disputa va a estar allí, hay otros dirigentes peronistas que hoy apoyan a Scioli pero que también están con ganas de erigirse como posibles líderes del peronismo, como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. Así que seguramente va a haber una disputa interna en el peronismo donde se va a producir una división: una parte se va a encolumnar detrás de Cristina y la otra va a ser una especie de peronismo un poco disidente de lo que ha sido el modelo.
EC —Hablando de elecciones y candidaturas, se especula también sobre si Cristina podría postularse en las elecciones legislativas dentro de dos años.
FG —Bueno, sí, se habla mucho de ese tema, pero por ahora es un terreno muy especulativo porque ella misma no ha dado señales claras. Es probable que no tenga una decisión tomada al respecto, seguramente va a esperar a ver cómo evoluciona la gestión del próximo gobierno y la propia interna peronista. En los últimos tiempos se había especulado mucho incluso con que ella iba a querer postularse como legisladora al Parlamento del Mercosur y sin embargo no lo hizo.
Así que la gran especulación tenía que ver con que, si la situación económica se le llegara a complicar mucho al próximo gobierno, una Cristina ocupando una banca en el Congreso ya en el año 2017 podía ser un factor importante para la vuelta del peronismo al poder. Hay que imaginarse a Cristina con toda su aureola y poder de ex presidenta sentada en una banca de diputada haciendo todos los días discursos contra un presidente envuelto en una situación de crisis económica, sería algo fuerte políticamente. Pero la verdad es que falta mucho, en Argentina dos años son una eternidad, y por ahora Cristina está pensando más bien en el 11 de diciembre, cuando va a estrenar, por fin, su nuevo rol de líder de la oposición política en Argentina.
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Transcripción: Andrea Martínez