Por Rosario Castellanos ///
Esta novela del sueco Henning Mankell –fallecido el pasado 5 de octubre de 2015– es la penúltima que tiene como protagonista al investigador policial Kurt Wallander. Escrita en 2002, es cronológicamente anterior a El hombre inquieto, título que cierra la serie Wallander, y sin embargo fue editada recién en 2012 tras haber sido adaptada al cine e interpretada por el actor Kenneth Branagh.
Una vez más, la historia se refiere a un presunto doble asesinato que el inspector Wallander encuentra por casualidad y que ha ocurrido muchos años atrás. El tiempo transcurrido hace que el delito haya prescripto y resulte muy difícil de rastrear al asesino. Cuando las pistas parecen agotarse y los testigos en su mayoría han muerto, aparece uno que precipita el desenlace y resuelve el misterio.
Más allá del interés y suspenso que logra siempre este autor de intrigas policiales, esta edición de Tusquets, para su colección Andanzas, tiene un atractivo agregado. Se trata de un posfacio escrito por Mankell que lleva por título Cómo empezó, cómo acabó y lo que ocurrió entretanto. En él, el autor se refiere a cómo creó el personaje de Wallander, cómo lo mantuvo e hizo evolucionar a lo largo de la saga y por qué finalmente resolvió no continuar con él.
La intención de Mankell fue siempre reflejar en su literatura la realidad social, cultural y política de Suecia y Europa en las décadas de 1990 y 2000. El primer título de la serie Wallander fue escrito en 1990, al regreso de una larga estadía en África. Mankell explica en este texto que al volver a su país descubrió que las tendencias racistas se habían acentuado drásticamente. Para denunciar el problema eligió el género policial e inventó el personaje del famoso inspector para la novela Asesinos sin rostro.
Con el resto de los libros de la saga fue exponiendo problemas que intuía podían ocurrir. Resulta particularmente conmovedor el caso de un libro cuyo tema era el maltrato infantil pero que nunca llegó a publicar porque consideró que era demasiado desagradable.
Cuando advirtió que su escritura podía convertirse en rutina y perder valor literario, Mankell decidió no escribir más novelas policiales con Wallander como protagonista. Y explica por qué: “No lo maté por no cometer el mismo error que Arthur Conan Doyle, que al quitarle la vida a Sherlock Holmes produjo su texto menos logrado”.
Huesos en el jardín, de Henning Mankell
Tusquets, 2013
178 págs.
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Fragmento de Huesos en el jardín (Tusquets Editores, formato .PDF)
Foto: Henning Mankell, foto de difusión de editorial Tusquets. Crédito: Sara Appelgren/Tusquets.