Calles con luz de patio

Por Rafael Courtoisie ///

Esta es una invitación a pasear con los fantasmas de algunos poetas. Poetas que amaron la muy fiel y reconquistadora Montevideo.

Uno de ellos, Jorge Luis Borges. Borges decía que era oriental, uruguayo, puesto que había sido concebido por sus padres en Salto.

Nacer, salir a luz era para el cieguito Borges, en todo caso, un accidente menor al de ser llamado, al de ser concebido.

Y Borges decía sobre Montevideo:

Mi corazón resbala por la tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.
Eres remansada y clara en la tarde como el recuerdo de una lisa amistad.
El cariño brota en tus piedras como un pastito humilde.
Eres festiva y nuestra, como la estrella que duplica un bañado.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre la dulce turbiedad de las aguas.
Antes de iluminar mi celosía su bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.

Esa Montevideo íntima es la que también puede recorrerse el Día del Patrimonio y, lo que es más importante, todos los otros días. Ciudad íntima en sabores y reflejos. Ciudad íntima en sus monumentos no declarados.

Hace falta recordar aquellas habitaciones fantásticas con que el Hotel Cervantes entró a la literatura de las manos de Borges y de Cortázar.

Esas calles del sur proclives al goce triste, esas maneras de ser, esas esquinas. La forma en que la rambla define e interroga a la ciudad con sus curvas, esa extravagante palabra: “estuario”.

La ciudad de Líber Falco, el “equis andacalles”:

Cuando voy por las calles
-sube y baja-
de esta Montevideo, madre cruel,
cuando voy por sus calles,
algo me dice que estoy muerto.

Y muerto estoy.
¿Por qué, si no, se rompen los espejos
cuando me miran,
cuando yo los miro?

Madre cruel y generosa, ciudad de poetas muertos y de fantasmas que andan en el poema de Benedetti a la “izquierda del roble”, en el Jardín Botánico.

Pasear por la ciudad es pasear también por la poesía de la ciudad, ese es el convite, esa es la invitación íntima para hoy.