Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti
El presidente Tabaré Vázquez viajó a China con una numerosa delegación con un objetivo central: traerse la promesa de uno de nuestros principales socios comerciales de que será posible negociar un tratado de libre comercio. También fue en busca de inversiones a corto plazo que permitan, por ejemplo, pensar en establecer una red ferroviaria en el país.
Viajó buena parte del Gobierno, empresarios, incluso futbolistas que oficiaron de avanzada publicitaria en una gira que por lo menos a nivel de imagen, parece muy pensada.
El presidente Vázquez está haciendo lo que tiene que hacer: promocionando a Uruguay como destino de inversiones y buscando opciones de apertura comercial que permitan generar empleos.
No es el mismo Vázquez que no tuvo el empuje suficiente para explorar la opción de un TLC con EEUU a mediados de la década pasada.
Bueno es recordar que poco después de iniciado el primer período de gobierno del Frente Amplio en 2005, Uruguay era uno de los cuatro nombres que sonaban en Washington como posibles socios comerciales de la primera potencia mundial, en un esquema de TLC como el que hoy se busca con China.
Los otros tres países eran Colombia, Panamá y Corea del Sur, que veían en esta alternativa la posibilidad de ingresar sus productos en condiciones ventajosas al mayor mercado del planeta. Y con mucho trabajo, entre 2007 y 2012, los tres lograron su meta.
Uruguay en tanto, ni siquiera exploró esa posibilidad. Apenas algunas conversaciones mínimas con algunos actores del Congreso norteamericano, que terminaron casi en la nada. Casi, digo, porque firmamos sí un acuerdo Marco sobre Comercio e Inversión, popularmente conocido como TIFA.
Ahora que la economía doméstica pasa por un momento de incertidumbre; ahora que la ola de bonanza sobre la que surfearon las economías emergentes y algunas en desarrollo llegó a la orilla, muchos deberían mirar hacia atrás y reflexionar sobre cuánto tiempo se perdió, sobre cuántas oportunidades habrán quedado por el camino desde 2005 y aquella posibilidad inexplorada de un TLC con EEUU, ahogado por la interna del partido que llegaba al Gobierno por primera vez.
Con la experiencia de dos períodos consecutivos al mando del país, con muchos fracasos a cuestas –basta recordar cuán poco productiva fue la idea de subirse al “estribo” de Brasil–, el Gobierno apunta ahora a China y a la Unión Europea.
Sabido es que el acuerdo con el viejo continente lleva años de retraso, reviste complicaciones serias en el terreno de la producción agropecuaria y los servicios, enfrenta la inestabilidad que se generó en Europa por la salida del Reino Unido de la Unión y el mayor peso relativo entonces, del proteccionismo agropecuario de Francia.
En EEUU, la casi segura victoria de Hillary Clinton en las elecciones de noviembre y una posible debacle electoral del Partido Republicano, no parecen augurar las condiciones para que se abra la puerta a ningún TLC con EEUU. Es aquello de que el tren solo pasa una vez.
Así que queda China si lo que se busca es masa crítica, volumen de mercado, y opciones de capitales que arriben al país. Pero claro, no será gratuito.
El gigante asiático es una mole comercial. Sus capitales avanzan solos, sin necesidad de acuerdos. Competir contra ellos es impensable y más bien, lo que le queda a Uruguay, es apostar a generar huecos para canalizar mejor su producción, ojalá de bienes con algún valor agregado adicional para no convertirnos en la pequeña "provincia sojera" de China. Sería interesante alimentar una corriente de servicios desde aquí hacia empresas asiáticas, sumando de paso alguna inversión en nuestro suelo que podría mover la aguja de la economía.
El Gobierno del Frente Amplio, algunos de cuyos sectores no quisieron negociar con el ‘imperialismo norteamericano’, negocia ahora sin pruritos con un régimen de partido único abierto al mundo en materia comercial.
Queda la duda de cuánto hubiéramos ganado si tuviéramos la experiencia de un gran TLC con una potencia mundial como EEUU, antes de sentarnos a hablar con China.
Nunca lo sabremos y de todos modos, a la vista está, de los errores es mucho lo que se aprende.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 19.10.2016
Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.