Por Ricardo Lombardo ///
Ha culminado el largo proceso electoral. Nuevas autoridades se han instalado en el gobierno nacional y en las administraciones departamentales.
Es tiempo de pasar raya. Es tiempo de la reflexión.
Después de 15 años de hegemonía frenteamplista y de mayorías parlamentarias regimentadas, los demás partidos coaligados han conquistado el control no solo del Poder Ejecutivo y el Legislativo, sino de la mayoría de las intendencias, con excepción de Montevideo, Canelones y Salto.
Una de las primeras consideraciones hechas públicas con posterioridad a los comicios es la del Secretario General del Partido Colorado, Julio Ma. Sanguinetti, quien anunció el comienzo de una era de bipartidismo en el Uruguay: por un lado, el Frente Amplio y por otro la coalición multicolor. Así lo escribió en un artículo en su semanario digital Correo de los Viernes bajo el título: “Nuevo Bipartidismo”.
Si se toma en cuenta que el gobierno nacional es controlado por los blancos y que sus candidatos conquistaron 15 intendencias, en tanto los colorados solo mantuvieron su reducto de Rivera, la afirmación de Sanguinetti puede ser considerada algo así como el acta de defunción del partido de Batlle y una invitación a que sea absorbido por la potente barredora de los nacionalistas.
Pero más allá de estas consideraciones partidarias, el bipartidismo proclamado por Sanguinetti nos llevaría a una peligrosa estructura política, donde la grieta se profundice y en la que un abismo se abra entre una mitad y otra de los uruguayos.
Desgraciadamente, desde todas las tiendas parece quererse remarcar bien los límites entre los buenos y los malos, los lindos y los feos, los honrados y los corruptos, los sabios y los idiotas.
La grieta se ensancha, el abismo se agranda. No está quedando espacio para la articulación política que reconozca de la manera más republicana posible que todos podemos tener un poco de razón y que el encuentro negociado, conciliado, consensuado, es el prerrequisito para una convivencia en paz y para construir un propósito común entre todos los uruguayos.
Algunos podrán argumentar que, ante la fuerza política que adquirió la coalición de izquierdas en las últimas décadas, el resto no tenía otra alternativa que intentar una especie de organización espejo. Pero una cosa son los acuerdos electorales y otra es la pérdida de identidad para fusionarse en un nuevo partido.
Una cosa es llegar a un entendimiento con vistas al balotaje, y otra es quedar subsumido en una nueva estructura partidaria que haga desaparecer las bases fundacionales de organizaciones políticas históricas, con sus principios y sus interpretaciones diversas de la realidad.
Si se habla de bipartidismo, obviamente, se habla de dos partidos. El Frente Amplio y la Coalición Multicolor. Es decir que se propone batllistas, herreristas, riveristas, cabildantes militaristas e independientes, se entreveren en un verdadero cambalache perdiendo sus identidades para conquistar el poder por el poder mismo. Lo mismo que hicieron comunistas, socialistas, democristianos, batllistas y herreristas en el Frente Amplio.
La Biblia junto al calefón.
Parece concebirse a los partidos convertidos como grandes contingentes para vencer, pero no para convencer. En maquinarias para imponer, pero no para lograr entendimientos entre quienes pueden tener distintas visiones, matices y posturas moderadas.
Así, se agravará el maniqueísmo de nuestra sociedad. La bipolaridad, el razonamiento binario.
Se dinamitarán los puentes y será una invitación a la confrontación.
Nuestra política finalmente se convertirá en una sucesión de monólogos entreverados, donde cada uno se escuchará a sí mismo y despreciará o descalificará a la otra mitad, sin margen para el entendimiento.
Ese no es el ideal republicano. Ni tampoco de la democracia liberal.
Es el peligroso camino de la intolerancia.
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Ricardo Lombardo para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva
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Ricardo Lombardo (1953) es contador Público, licenciado en Administración, periodista y político.
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Foto: Palacio Legislativo. Montevideo, 21/04/2017. Crédito: Ricardo Antúnez / adhocFOTOS