Por Ricardo Lombardo ///
Era 1997.
En mi despacho como presidente de Antel, recibí una llamada, en la que, tras una larga explicación, se me dijo que Bill Gates me invitaba a conversar con él.
Después de superada la primera impresión y convencido de que no se trataba de una broma, atiné a preguntar por qué.
Uruguay acababa de ubicarse como el cuarto país en el mundo en completar la digitalización de la red de telecomunicaciones y con ello había sentado las bases para lo que en aquel momento era el futuro, pero que hoy es el presente. Antel obviamente era responsable de ese salto cuántico.
El poderoso magnate norteamericano, uno de los principales revolucionarios de las nuevas tecnologías, quería saber cómo habíamos hecho. Pues bien, allá iríamos.
Confirmada la visita, comencé a explorar con varios técnicos de Antel, académicos y empresarios privados para ver cómo podríamos aprovechar la oportunidad para que esa entrevista se tradujera en un espaldarazo a toda la innovación que estábamos promoviendo al frente de la empresa de telecomunicaciones.
Curiosamente, las ideas más convincentes surgieron de otro lado.
Llamé a Alejandro Bluth de quien conocía su capacidad innovadora. Estaba sumergido en su trabajo periodístico y lo sorprendí cuando le dije:
“Mirá que no es joda: voy a reunirme con Bill Gates…”
Con él, luego de varias intensas sesiones de trabajo, concebimos lo que llamamos Proyecto Tercer Milenio.
En aquellos tiempos donde la internet era incipiente, y donde nadie lograba entender bien el alcance del formidable salto que habíamos dado al completar la digitalización, pensamos en crear una red de centros comunitarios digitales en cada ciudad importante del país, para que, gratuitamente, el público, es decir todos los ciudadanos, pudieran aprender a manejar las computadoras y, de manera consiguiente, la Internet. La idea era instalar varios ordenadores y tutoriales para facilitar el acceso a cualquier persona que quisiera ingresar en el mundo de las nuevas tecnologías. Además, en cada uno de esos centros, se instalaría un aula virtual para que pudieran impartirse todo tipo de cursos a distancia de un lado al otro del país.
La reunión con Bill Gates se concretó en Miami, pocos días después. Asistí con dos asesores, funcionarios de Antel. Él me esperaba con 5 asistentes. Me advirtieron que la reunión duraría media hora y que, a los 25 minutos, uno de sus secretarios se pondría de pie y anunciaría: “Five minutes”. Con lo cual deberíamos redondear lo que estábamos hablando.
Quise aprovechar el tiempo lo más posible y en lugar de contarle la historia, le hablé del futuro, o sea del impulso innovador que queríamos promover en el país, aprovechando las posibilidades de las nuevas tecnologías.
Le conté del Proyecto Tercer Milenio y de nuestra intención desde Antel, de donar una computadora a cada escuela del país para dar impulso, rápidamente, a la generalización del acceso a internet y a la utilización de las nuevas tecnologías.
A los 25 minutos, tal como estaba previsto, el asesor se puso de pie y dijo: “Five minutes”. Bill Gates le hizo una seña y continuamos una hora y media más la reunión.
Comprometió su apoyo a las ideas que le planteamos y su aporte consistió en facilitar el software de Microsoft para el proyecto en general, y para cada computadora, cada centro comunitario digital y aulas virtuales.
La reunión terminó muy cordialmente.
Al saludarnos, con una sonrisa, me dijo algo que no olvidaré:
“Me gustan los países pequeños que se mueven rápido”.
El mensaje era claro: la celeridad ejecutiva, con sus riesgos y premios, es un recurso que los países pequeños no deben contraponer a la prudencia.
El proyecto tercer milenio se implementó en parte, se instalaron centros comunales digitales en varias capitales departamentales, diversos cursos se realizaron a distancia y Antel donó una computadora a cada escuela del país.
Pero lo importante fue la dinámica que se generalizó a partir de él y la mentalidad innovadora que filtró hacia todos lados. Se generó un escenario muy propicio para el desarrollo informático. Después vino la banda ancha, los contenidos, el Plan Ceibal, el teletrabajo, la telemedicina, y todas esas cosas que hoy parecen imprescindibles en estos tiempos tan especiales para las nuevas tecnologías, donde se necesita tanta innovación, creatividad y celeridad en la toma de decisiones.
Mirando hacia atrás, uno se convence cada vez más que Uruguay , siendo un país “pequeño”, se debe mover rápido.
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Para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva
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En la foto: Ricardo Lombardo y Bill Gates, 1997.