Por Jorge Artola ///
Hola, amigos de En Perspectiva. Soy Jorge Artola, trabajo en Diomedes libros y hoy querría compartir algunas lecturas y experiencias que nos ayuden a pensar y actuar en este momento tan crítico.
Continuamente estamos siendo interpelados por un término desconocido para la mayoría hace escasos meses: Covid-19.
La primera asociación que realizamos instintivamente es con la peste. Numerosos escritores han recreado situaciones marcadas por esa pesadilla grabada en nuestro inconsciente colectivo. En Bocaccio y su Decamerón tenemos una opción por lo vital, por lo dionisíaco, en La Peste Escarlata de Jack London, una visión casi distópica de una sociedad arrasada en la cual uno de los escasos sobrevivientes trata de rememorar el mundo perdido. Mientras tanto, La Máscara de la Muerte Roja de Poe narra cómo una élite egoísta piensa que puede salvarse al apartarse de la plebe. Pero es en Albert Camus y La Peste que nos encontramos con el debate filosófico que implica el absurdo de la vida y de la muerte, recuperando la solidaridad como el valor primordial en la figura de los médicos que enfrentan los estragos de la enfermedad.
Pero ya no en el terreno de la literatura, sino en la Historia misma, que hace seis siglos Europa y Asia fueron arrasadas por la peste que aniquiló al menos la tercera parte de la población europea. Las secuelas fueron atroces en todos los órdenes: derrumbe social, crisis económica, violencia, fundamentalismo, persecuciones a las comunidades judías.
Paradójicamente poco tiempo más tarde esas sociedades arrasadas protagonizaron el Renacimiento, en el cual las artes y el comercio florecieron. Y más importante aún, el Humanismo comenzó a ser un modelo filosófico predominante.
¿Pero cómo fue posible este cambio tan positivo desde un contexto tan adverso?
La historiadora británica Violet Moller nos muestra parte de ese proceso en su libro La Ruta del Conocimiento, narrando cómo se dio el proceso por el cual los textos fundamentales de la cultura grecolatina perdidos en el derrumbe del Imperio Romano pudieron ser atesorados en otros lugares, aparte de los monasterios cristianos medievales. Analiza el rol de ciudades como Alejandría, Bagdad, Toledo, Palermo Venecia, las que constituyeron espacios de encuentro entre personas de las más diversas culturas y religiones. En suma, nos muestra cómo de una situación de catástrofe se puede construir un mundo mejor cuando las personas apuestan por el diálogo con otras personas muy distintas, y cómo la clave de la vida pasa por el diálogo entre culturas, entre civilizaciones.
En estos momentos de distanciamiento social, de cuarentena, de pandemia sin vacuna, el miedo y el terror son sentimientos casi lógicos. Pero desde el fondo de la Historia claramente llega otro mensaje, no es ni el pánico ni la indiferencia el camino, es en el encuentro con los otros que nos salvamos.
Cuando me presenté expresé que trabajo en Diomedes, una librería independiente. Está en el Parque Rodó y la define un estilo muy especial de miles de libros apilados por doquier. También allí, con un grupo de amigos y clientes, dos veces a la semana, martes y jueves en la noche damos viandas de comida caliente a más de cien personas que la necesitan.
¿Por qué lo hacemos? Bueno, todas las religiones positivas tienen un común denominador y es el mandato irrenunciable de tender la mano al prójimo. Hoy, con tapabocas y guantes, damos un plato de comida y si la persona lo prefiere, también le damos un libro. Comida y cultura asegurada son también la base de un mañana mejor.
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Para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva
