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Bolivia detuvo ayer a 15 sospechosos de participar en el intento de golpe de Estado contra el presidente Luis Arce que tuvo lugar el miércoles.
Ya habían sido detenidos el general Juan José Zúñiga y el vicealmirante Juan Arnez, excomandantes del Ejército y de la Armada, respectivamente, quienes son señalados como líderes del plan.
Ambos enfrentan una pena de hasta 20 años de prisión por terrorismo y alzamiento armado, según la fiscalía.
Antes de encabezar el complot, el excomandante del Ejército iba a ser destituido. A comienzos de la semana, Zúñiga había amenazado con detener al expresidente Evo Morales -rival de Arce, aunque de su mismo partido- si insistía en buscar la presidencia en 2025.
Recordemos que el miércoles tropas y tanques asediaron la casa de gobierno durante horas, y que en el momento de mayor tensión una tanqueta intentó derribar una de las puertas del palacio presidencial, donde Arce se reunía con su gabinete.
El presidente encaró personalmente al general Zúñiga cuando este ingresó caminando por esa misma puerta y le ordenó que volviera a los cuarteles, según un video difundido por la presidencia.
Las tropas finalmente se replegaron después de más de tres horas, cuando Arce juramentó a una nueva cúpula militar.
Doce civiles fueron heridos con balines disparados por los militares sublevados, según un reporte oficial.
Sin embargo, al momento de ser detenido, Zúñiga aseguró que actuó bajo órdenes de Arce. Según el excomandante, el presidente le pidió “preparar algo para levantar su popularidad”.
La noticia llama la atención no solo por la intentona golpista -en un país con un largo historial de golpes militares- sino también por cómo se dio. ¿Qué está pasando en Bolivia, a poco más de un año de que termine el gobierno de Arce?
Conversamos En Perspectiva para pasar en limpio con Marcelo Arequipa, politólogo, docente en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” en La Paz.