Chile conmemora los 50 años del golpe de Estado de 1973

El próximo lunes Chile conmemorará los 50 años del golpe de Estado de 1973, que derrocó al gobierno del presidente Salvador Allende y dio inicio a una dictadura que se extendería durante 17 años.

El 11 de setiembre de 1973 las Fuerzas Armadas al mando del General Augusto Pinochet bombardearon el Palacio de La Moneda, en Santiago, donde Allende se encontraba resistiendo. Para evitar que lo capturaran, el presidente se suicidó.

Minutos antes de morir, Allende se dirigió a la ciudadanía a través de Radio Magallanes.

«Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza».

El golpe, que fue respaldado por Estados Unidos, puso fin a un gobierno de orientación marxista que estaba acorralado por la crisis económica. Tras el quiebre democrático, se estableció una junta militar liderada por Pinochet .

«Las Fuerzas Armadas y de orden han actuado en el día de hoy sólo bajo la inspiración patriótica de sacar al país del caos que en forma aguda lo estaba precipitando el Gobierno marxista de Salvador Allende. La Junta Militar mantendrá el Poder Judicial y la asesoría de la Contraloría General de la República. Asimismo. las Cámaras quedarán en receso hasta nueva orden».

La dictadura de Pinochet duró hasta 1990. En ese período fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos, se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto.

¿Qué dicen ustedes? ¿Qué importancia tiene la conmemoración de aquellos hechos desde el punto de vista histórico?

La Mesa de los Viernes con Alejandro Abal, Marcia Collazo, Juan Grompone y Gonzalo Pérez del Castillo.

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En Perspectiva

Periodismo con vocación de servicio público. Conducen Emiliano Cotelo y Romina Andrioli. Con Gabriela Pintos y Gastón González Napoli. Producción: Rodrigo Abelenda y Florencia Nobelasco. De lunes a viernes de 7 a 12 en Radiomundo 1170.

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2 Comentarios

  • Hay que tener cuidado con el reduccionismo en esto. No se puede hacer un Estado de Bienestar en un país pobre, porque no hay con qué financiarlo. Pero tampoco la riqueza garantiza la existencia de un tal Estado de Bienestar, como lo muestra el derrotero que los propios USA han ido tomando de Riegan para acá. Tampoco la pobreza posterga las nociones de justicia y equidad. Que la gente reciba una participación proporcional a los esfuerzos con los que contribuye a producir no habla de lo que hay, sino del pacto social bajo el cual se produce. Si es poco lo que hay, tendrá cada quien una parte alícuota de lo poco que hay. Las desigualdades hereditarias, cuando se vuelven tan ominosas que la gente ya no siente que tenga nada que perder no adhiriendo al régimen, no son de origen estructural, sino ideológico. Y lo digo siendo un materialista empedernido. Lo de explicar la dictadura chilena como una consecuencia de querer repartir de un modo más igualitario lo que había entiendo que no es de recibo.

    Una cosa interesante y que nos interpela es el valor de palabras como «democracia». El gobierno del demos, dice la etimología. Pero si hay un gobierno como algo diferenciado de el pueblo, es que el pueblo es el gobernado. La etimología de la palabra es una contradicción en sí, excepto para proyectos utópicos como los del anarquismo colectivista. Pero usamos democracia para referirnos a una sociedad en la que es posible discentir y en la que los gobiernos se ejercen transitoriamente y se legitiman mediante algún proceso que busque maximizar el consentimiento de los gobernados. Un paradigma que parece fundamental es el de que se puedan expresar ideas discidentes y que estas ideas discidentes, si convencen y logran legitimarse mediante el sistema electoral, puedan pasar a controlar transitoriamente los destinos del país. Lo que muestra el caso chileno es que Chile no era una democracia en ese sentido, ya que Allende tejió alianzas que lo llevaron al gobierno, pero diversas maniobras de la embajade de los USA, la CIA, compañías trasnacionales y locales paralizaron la economía del país para que la economía de Chile «gritara de dolor», como decía Kissinger. Cuando hay gente que argumenta que la base filosófica marxista de una parte de la coalición de Allende los legitima para dar un golpe de estado, lo que están expresando son los límites del significado de la palabra democracia cuando ellos la nombran. Una democracia no puede alterar determinadas bases del orden económico y, si eso sucede, entonces hay derecho a voltear al gobierno y poner otro que garantice ese orden. Curiosamente, lo mismo que les molesta en regímenes como el de Maduro, lo avalan para el régimen de Chile.

    Volviendo a los Estados de Bienestar, es bueno considerar que los USA han tenido históricamente un tratamiento muy desigual con el planeta que aspiran a gobernar centralmente desde su Departamento de Estado. Mientras en los países europeos se permitían y hasta alentaban políticas socializantes, de corte redistributivo y tendientes a desconcentrar la propiedad, en América por mucho menos se daba un Golpe de Estado. Hoy hablaban de la URSS en Hungría y Checoslovaquia pero olvidaban que por esa época fue el golpe contra las reformas tibiamente socialdemócratas de Arbenz (golpe orquestado por una multinacional bananera de USA) o la runfla de tiranías centroamericanas títeres del régimen de USA. La diferencia a mis ojos parece ser que a los europeos los USA respetaban y a los americanos no. La idea de frenar el fervor revolucionario con políticas de bienestar en Europa y a garrotazos en América al menos me lo sugieren.

  • *Reagan, debí escribir.

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