Marcha del Silencio: ¿Por qué sigue tan vigente el reclamo?
Foto: Nicolás Celaya /adhocFOTOS
Como cada 20 de mayo, mañana se desarrollará la una nueva edición de la Marcha del Silencio, la 28ª esta vez, convocada por la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
La cita es a las 19.00 en el Monumento a los Desaparecidos, ubicado en Jackson y Avenida Rivera. Desde allí partirá la movilización hasta la Plaza Cagancha.
El lema elegido para este año es: “¿Dónde están? Nunca más terrorismo de Estado”. Los organizadores llaman a los asistentes a portar pañuelos blancos.
La Mesa de los Viernes con Alejandro Abal, Juan Grompone, Eleonora Navatta y Gonzalo Pérez del Castillo.
Viene de: El clientelismo: ¿Hay voluntad real de atacarlo en Uruguay?
Continúa en: La mujer invisible, el sesgo masculinizado en el diseño del mundo… y otros telegramas
7 Comentarios
Yo comprendo la angustia que siente la gente que tiene familiares que fueron hechos desaparecer en operaciones de las autoridades de la época, y el hecho de que no se logre averiguar nada pese al transcurso del tiempo. Y ante esa situación, me inclino reverente. Lo que no comparto es que se siga insistiendo e que existe información detallada que permita ubicar a esos desaparecidos. Para mí, no existe algo así como una bitácora de las actuaciones cumplidas en cada caso. Y para ello, me pongo en la lógica del enemigo: si el fin era hacerlos desaparecer, como forma de inhibir posibles reactivaciones, no tenía ningún sentido que guardaran información al respecto. Lo único que debió existir eran las órdenes de detención, pero libradas en forma aislada o por grupos, a medida que iban haciendo averiguaciones, y no en una lista única y general. Un ejemplo paradigmático fue cuando, en el primer gobierno de Vázquez, se hicieron excavaciones sistemáticas en unidades militares señaladas como lugares de entierro, y en una oportunidad se indicó que en cierto lugar estarían los restos de la madre de Macarena Gelman, y allí fue el Tte. Gral Ángel Bertolotti (máxima autoridad militar de la época) con la propia Gelman; el resultado fue un gran fiasco. Yo entiendo que resulte penoso aceptar esto, pero en lugar de insistir tanto con encontrar los desaparecidos, deberían concentrarse en recordar estos malos acontecimientos, para que nunca se vuelvan a repetir hechos así.
Lo que se dice no siempre comulga con lo que se piensa, existe el juego lingüístico de la dialéctica y en sus entresijos -para oídos atentos- se devela el rastro de la faz oculta.
El Tertuliano dijo y concuerdo de lo aberrante de los asesinatos de los cuatro soldados y de Pascasio Báez, dijo que fueron crímenes de lesa humanidad, eso no es cierto, entre otras cosas no fueron producto de acciones sistémicas, él lo sabe por su profesión pero igual lo tira y lo repite ¿por qué?
Analogamente al síndrome del «secreto de sus ojos» (no se puede ocultar una pasión, tampoco se puede ocultar el pensamiento) lo hace para abonar simetría (que no existió y también él lo sabe) para propagar el nefasto virus de la «teoría de los dos demonios», para relativizar de algún modo el terrorismo de Estado (ése que sí existió tragicamente) , en definitiva, para torcer la historia por medio de la sutil tergiversación de los hechos.
Los tonos bajos y veloces al nombrar a los desaparecidos, el énfasis en su clara y potente voz para nombrar a los demás (recalco) injustamente asesinados, desnuda pristinamente de que lado está su piedad, acaso también su interés.
Como los judíos entre los cuales tantos años compartí, desarrolé también yo el sentido de alerta, lo llamo «índice Pascasio», cuantas veces y con qué cimiento de fundamentación lo menciona, marca con cuanto afán abriga el desprecio, incluso el odio, a aquellas víctimas de la horda cívico militar.
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Viví aquellos años que me robaron aire de mi adolescencia, libertad de mi juventud, conocí cara a cara a las bestias y no tienen perdón, no lo tienen.
A otros de mi edad que simpatizaban con la guerrilla, les dije que aquella acción no tenía tino porque no podía vencer por las armas y que la violencia, una vez desatada, es a uno mismo a quien arrastra a ser su siervo y es luego harto difícil salir de esa dinámica y peor, de su memoria; les dije que los dije no era lo más importante, que lo más importante es que no se deben hacer revoluciones precoces, o sea, revoluciones sin pueblo.
Aún creo lo mismo y tampoco importa, me importa poder verme al espejo y en su reflejo ver a un tipo en paz con su conciencia y al que lea estas líneas, por supuesto está bien si no le importa.
En el espejo de la voz (eso es la radio) ví a un tertuliano que desde adentro mostró imagen de la que se le saltó el famoso «enano fascista» y de veras me apenó.
Los hechos de los sesenta, setenta y ochenta deben enmarcarse en la Guerra Fría.
En esa Guerra Fría Uruguay era (es) un casillero de tercer orden, pero casillero al fin.
Que yo sepa el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros reconoció como organización política y públicamente que fue un error levantarse contra un gobierno democrático.
Tampoco el Partido Comunista del Uruguay reconoció que tenía una organización militar clandestina como expresó en este mismo programa Esteban Valenti. Menos se arrepintió de eso.
Las declaraciones como la Leonora Navetta son a título personal. Muy respetables, pero a título personal.
El parlamento democrático decretó el estado de guerra interno. Es en ese marco que deben entenderse el conflicto. El Estado decretó una guerra. Una guerra que ya le habían declarado asesinando por la espalda a muchos policías para robarle su arma. Esa es la realidad.
En las guerras cada bando busca un aliado. Los guerrilleros de Uruguay a sus pares de Argentina y otros países. Los estados a sus pares también.
Que exista una guerra y lo que ello significa no habilita a asesinatos a prisioneros detenidos e inermes. Ahí un falso sentido de la camaradería y de espíritu de cuerpo (tan bueno en otras circunstancias) ha sido una de las barreras para que no se sepa que paso con los desaparecidos Esa es la respuesta para Gonzalo del Castillo. Un dañino espíritu de cuerpo que le cuesta aceptar que sus camaradas fueron asesinos de prisioneros. Nada más y nada menos.
Pueden haber «enanos fascistas», pero también hay «enanos stalinistas».
Estimado tocayo:
Su alusión amerita una respuesta de mi parte.
Medio kilo (que no llega a un enano) de mi cuerpo comparte con Stalin la lucha feroz contra el nazismo, mis otros sesenta y pico de kilos lo desprecian profundamente.
De los tupamaros ya escribí arriba lo que tenía que decir.
De los comunistas vernáculos debo señalarle que aquello del «aparato armado» era mas pomposo que temible, armas pocas, no bien mantenidas y escasas de municiones y eso ni siquiera es trascendente, en cambio sí lo fue la decisión de no mancharse las manos (y la conciencia) con sangre, no dispararon balas.
Aquellos comunistas vieron sangre, la suya propia y las de sus compañeros, derramada por los canallas de horda embrutecida de odio en plena barbarie, por el Gobierno democrático de etiqueta, no de contenido, el mismo gobierno que dio el golpe de estado y con varios integrantes que fueron partícipes, incluso protagonistas
-además hubo cómplices en calidad de meros alcahuetes de comparsa- de la dictadura cívico militar que curiosamente, también decía defender la democracia.
Sigo con la sangre, en estos tiempos y en varios sitios, el «huevo de la serpiente» está intentando romper el cascarón, basta con informarse un poco para ver gente patética y peligrosos ondeando esvásticas, clamando la pútrida consigna de exterminar al enemigo que no es otra cosa para ellos una raza inferior y prescindible del conjunto del prójimo. Acá surgen, alcanzar con mirar las redes, con la cara de relativización o negación del terrorismo de estado.
Y lo de la sangre lo digo, porque si no se deja correr su tumultoso devenir, se estanca rancia y ennegrecida negándose a si misma de fluir hasta coagular y sellar la herida.
No se puede negar que el olvido incluye a la memoria y ésta es tenaz, busca hueco por donde emerger.
saludos
Estimado tocayo;
Le agradezco su respuesta en una elegante prosa. Nobleza obliga, me gustaría escribir así.
Voy a señalar las importantes coincidencias que tengo con lo que escribe.
Mis simpatías están con Stalin contra Hitler. Dos dictadores pero con la diferencia que Hitler fue un genocida y fue acompañado en esa barbarie por parte de su pueblo.
La segunda coincidencia, tal vez no quedó claro en mi intervención anterior, es que no estoy de acuerdo con el golpe de Estado del 27 de junio de 1973. Creo que fue un error grave.
Las discrepancias que tengo son también dos:
La dictadura empezó el 27 de junio de 1973. Los gobiernos anteriores fueron democráticos. Los eligió el pueblo. El del colegiado de 1962, el colorado de 1966, el de Pacheco/Bordaberry de 1970. La declaración de guerra interna la hizo el Parlamento democrático en 1972.
Los que hacen esa interpretación lo hacen de un punto de vista político no histórico.
Es el mismo signo político pero opuesto que ejercieron los que criticaron a Vázquez diciendo que gobernaba por decreto y sin respetar a las minorías.
La segunda discrepancia es con el papel del Partido Comunista. No fueron los «ángeles rojos». Estaban mejor armados que los Tupamaros con armas que habían venido de Vietnam vía Unión Soviética. Todo dicho por Esteban Valenti. Eso demuestra que estábamos siendo parte en forma muy marginal de la Guerra Fría. USA por supuesto apoyaba a los gobiernos que no fueran de izquierda.
No entraron en acción no porque les importara la sangre ajena sino porque, con mucha razón, se habían dado cuenta que les iba a ir muy mal.
Finalmente recuerdo que los conflictos armados son lo que son. Hay muertos, heridos, torturados de oficio para sacar información, daños colaterales y muchos, muchos civiles muertos.
Pasaba en la época de Artigas, en las guerras civiles de nuestro país, en la Segunda Guerra Mundial y en los actuales conflictos de Ucrania y todas las demás guerras olvidadas del mundo.
Saludos
Concluyo este intercambio con una conjetura.
Su comentario posiblemente sea compartido por Sanguinetti y muy aprobado por Manini, no creo que Jorge Batlle lo aceptara.
Lo que no es conjetural es que estoy en absoluto en desacuerdo con usted, usted licúa crímenes de lesa humanidad bajo el manto de una concepción sacrosanta de la ley ejercida desde la perversión corrupta, travestida de legitimidad axiomática; no olvidar, mencionando legitimidades, la legitimidad de la desobediencia civil ante el uso discrecional y vil de la ley por parte del poder.
No pretendo convencerlo, estoy sí, en las antípodas de sus valores.
sds atentos
Estimado;
Le agradezco nuevamente la educación y el nivel en el intercambio.
Creo si que ve, en los hechos, los crímenes en un solo lado.
En esa guerra sucia que desgraciadamente nos toco vivir fueron muchos los responsables.
Casi ninguno lo asume. Ni a la derecha ni a la izquierda.
La desobediencia civil es válida contra una dictadura, no contra un gobierno democrático como el que vivió Uruguay hasta el 27 de junio de 1973. Si hubo excepcionalidades fueron justamente por el ataque de la guerrilla.
Tampoco pretendo convencerlo.
Saludos