Seguridad social y educación: Mayoría rechaza las reformas pero el desconocimiento es alto, según encuesta de Equipos
Equipos Consultores divulgó el lunes en Subrayado dos encuestas de opinión pública sobre las reformas más importantes que impulsa el gobierno: la de las jubilaciones y la educativa.
Al ser consultados por la reforma jubilatoria, el 26% de los encuestados contestó que está de acuerdo y el 41% se mostró en desacuerdo. El estudio marcó que el 16% de la población tiene una opinión neutra sobre el proyecto, que ya tiene media sanción de la Cámara de Senadores.
A su vez, la encuesta indica que el 33% de la población escuchó hablar de la reforma de la seguridad social y tiene una idea clara del tema. Del resto, el 47% sí escuchó hablar pero no tiene una idea clara y el 20% no escuchó hablar de la reforma.
Respecto a la reforma educativa, el escenario es de más paridad. El 31% de los uruguayos tiene una opinión favorable sobre esta iniciativa mientras que el 37% está en desacuerdo. El 13% tiene una opinión neutra.
En este caso, uno de cada cuatro uruguayos (25%) dice no haber escuchado hablar acerca de la transformación educativa que promueve el gobierno. Pese a que el 74% dijo comprender que la reforma está presente en la agenda pública, el 37% dijo tener tan solo un conocimiento difuso sobre su contenido.
La Tertulia de los Miércoles con Gabriel Budiño, Leonardo Costa, Juan Pedro Mir y Fernanda Sfeir.
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7 Comentarios
Endogamia si es así pq no importa a la población.
La población vota p obligacion, y muchos no creen en los políticos.
Quienes plantean las reformas? los políticos , los cuales siguen una meta, la próxima elección.
Quienes deben hablar de la educación ? los especialistas en ella, y los que la aplican, educadores, sociólogos, lic en educacion, maestros, docentes.
Ellos deben informar en los centros educativos pues son nexo entre reforma y padres de estudiantes.
Caso contrario se transforma en un motín politico partidario.
Los ciudadanos debemos confiar en nuestros representantes,per tenemos la responsabilidad de saber que hacen durante 5 largos años.
Lamentablemente, la educacion en general impartida es precaria, ni hablar nuestra educación cívica.
Conclusión la democracia sin educación no existe, es una parodia Buenas Noches
Agreguemos condimento a la cazuela.
• Las encuestas son un insumo sujeto a falibilidad, el diseño de las preguntas es clave, el tamaño de la muestra no es cosa chica, la ponderación es riesgo y enigma…no son, entre otros, ítems desdeñables, son el cerno.
No recuerdo cuántas veces fui encuestado, sé que fueron muchas y que en varias ocasiones, sobre todo en las últimas, me sentí molesto por lo dirigido del testeo, en la penúltima oportunidad respondí graciosamente por el absurdo, mi interlocutor o no se dio cuenta o no le importó y en la siguiente, fastidiado por la guía rígida de comprensión de la joven que me tocó, le tuve que hacer notar que estaba deduciendo lo opuesto a mis respuestas; ella me dijo textual «no sé nada de política yo hago lo que me piden porque necesito el trabajo»
• ¿Cómo se comunican los temas?
Si no puedes explicar -decía Einstein- el asunto de forma sencilla para que te entiendan, es que no entendiste el asunto.
Agrego una variante de interés político al dicho anterior, sí entiendo y puedo explicar sencillo el asunto, pero no quiero porque no me conviene.
• No es menor el ímpetu de los tertulianos para subestimar la comprensión de los ciudadanos, por cierto que la cultura y la información sería nos ayudan; entre las varias formas de la inteligencia, está la intuitiva y tampoco es a pocos que se les enciende la alarma de la desconfianza al poder con ciertos hechos escandalosos.
• Fernanda insiste, desde hace varios programas y justo ahora también que calmó el flujo de chats, en quejarse de la difusión de los casos del Fibra y el Narco.
William llenaba salas de teatro con sus obras que contaban entresijos de las vidas de reyes y cortesanos, al público, en su enorme mayoría analfabeto les atraía sobre manera y hasta hoy esos clásicos se representan.
Lo entendió Shakira que hizo negocio con su bizarra versión de Otelo reguetón, pues el morbo despierta atractivo y mueve; lo entienden políticos, publicistas, Fernanda o no lo entiende o se niega a entenderlo.
Todo depende de a qué se le llame explicar. La propaganda que hace el gobierno de la reforma educativa bajo el título de «campaña de bien público» son poco creíbles. Una musiquilla alegre y ligera seguida de una enumeración de titulares muy genéricos con el resplandeciente resultado hacia el que esos titulares nos van a llevar. Al final todo se resume en que vamos a darle más oportunidades a los niños, más participación a los padres, más autonomía a los centros, que la van a poder usar para mejor adaptarse a la realidad del lugar. La gente lo que sabe es que hoy un bachiller no sabe leer un párrafo y contestar un par de preguntas sobre lo que leyó. Y vamos a más, porque esos bachilleres son el 40% que egresa.
Mucho más interesante sería por ejemplo que nos explicaran qué va a pasar con los estudiantes que ahora vayan a las semanas de «recuperación» y aún así sigan teniendo un desempeño deficiente. ¿Será que mucha gente después de haber perdido pié en un curso anual puede en un par de semanas recuperar el tiempo perdido? Si de todas formas no pueden repetir, entonces ¿cómo sigue la historia si siguen sin haber aprendido nada significativo? ¿Cómo es un sistema educativo en el que el éxito no depende del desempeño?
Hay un cambio filosófico radical que justamente lo hace la derecha porque tiene las credenciales para hacerlo: desaparece la noción de mérito del sistema educativo. La izquierda coqueteó con la idea, preparó el terreno, pero nunca se atrevió a tanto porque la oposición le hubiera pasado factura. Para la derecha hacer esto es más sencillo, porque la izquierda en Uruguay está pedagógicamente muy influida por el pensamiento de Paulo Freire y sociológicamente por las ideas de Michel Faucault. Según esta visión del mundo, la escuela es un aparato de represión de las clases dominantes y entonces medir resultados académicos es medir la obediencia de los oprimidos a las reglas y a la cultura de su opresor. Entonces, si la derecha lo quiere hacer y la izquierda no cree que la escuela deba medir desempeños, ¿quién lo puede criticar?
La pregunta del millón que habría que poner en una encuesta: ¿qué proporción de las autoridades mandan a sus hijos al sistema que reforman y gobiernan? Eso podría darnos una idea de porqué tanto la desafección de la derecha como las convicciones de la intelectualidad que hoy es hegemónica en la izquierda coinciden en la importancia de asegurar igualdad de resultados, independientemente de los desempeños. Esos mismos jerarcas mandan a sus hijos a colegios que cuando no tienen buen desempeño un año, ni siquiera los dejan reinscribirse. Pero para los pobres diseñan una educación en la que el éxito está asegurado y se certifican niveles aún sin aprender nada.
La reforma educativa, con estos ingredientes, podría resumirse y comunicarse quizá en forma más sencilla y transparente con una sola palabra repetida dos veces: «siga, siga». Si el gobierno quiere usar mi idea, le cedo el copyright.
Estimado, es interesante lo que dice de Faucault y Freire, conjeturo que ambos, al igual que Borges (todos docentes) leyeron a Shaw «tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela»
Tal sarcasmo agrio, representa una rebelión a recibir/impartir un «deber ser» (moral) por medio de un «deber saber» (educativo)
Efectivamente la educación es también un poderoso instrumento de Poder, la forma en que se pretende desarrollar el fenómeno, sea por exigencia de ítems concretos de aceptación a un modelo (el que sea) o por repartir la ignorancia, constriñen la esencia misma de lo que acaso es el conocimiento (el para qué)
La media del común de conocimiento y la capacidad de desarrollar nuevo (el hombre mediocre, J. Ingeniero) establece la estatura del destacado por diferencia a la masa y por supuesto, ubica un rango cultural de la sociedad en que sucede.
Muy de acuerdo en lo otro de su comentario.
saludos fraternos
Sé que le molesta que le responda porque le da la impresión de que quiero tener la última palabra. Pero le ruego me disculpe porque hay dos acotaciones que quiero hacerle a sus eruditos citados. La educación positivista tiene al menos el mérito de generar grandes detractores de ella misma, Como genera su propia antítesis, en lugar de paralizar el pensamiento, es capaz de generar síntesis. Esta educación –a mi juicio un poco presuntuosa con su discurso liberador e igualitario en los resultados– no parece estar produciendo nada comparable a Faucault, Freire, Shaw o Borges. Yo a eso, desde mi modestia intelectual, le llamo la falsa humildad de los grandes. Es un pecado que les hace desdeñar justamente la escalera que les permitió subirse al balcón desde el cual ven el mundo. Mientras, los que estamos abajo clamamos por escaleras para nosotros y para nuestros sucesores. Interrumpí mi educación para ir a la escuela es una frase genial, hermosa diría. ¿Qué habría sido de Shaw si hubiera tenido la vida de un campesino Irlandés del S XIX? No habría interrumpido su educación, pero quizá tampoco se habría dado cuenta de la dicha que tenía.
Cuando veo la descripción que usted hace de la educación tradicional, imagino maestros lancasterianos arrodillando en maiz a los chiquilines y poniéndoles orejas de burro. No es un sometimiento aprender a pensar en forma ordenada, aprender a escuchar, sostener la concentración en lo que se está haciendo, postergar la gratificación para obtener una mayor en el largo plazo, confiar en que para reinventar el mundo hay que conocer lo que hay. Yo echo de menos ese tipo de educación, que no son contenidos, sino procesos donde se adquiere capital cultural y disciplina de trabajo. Eso hace más libre a quien aprende porque puede dominar el animal que lleva dentro. El tema, principalmente con Faucault y otros, como Derrida, es que en el fondo son neo románticos y admiradores del culto al instinto, como Nietzsche. Toda la carga del análisis está en la subjetividad y en las emociones y en que hay que seguirlas para no ser un oprimido. La razón según ellos son cadenas, no escaleras. Yo admiro el pensamiento de la ilustración, el racionalismo y el materialismo como herramienta para comprender a la sociedad. Tiendo a ver, en acuerdo con Hobsbawm, que las rebeliones contra la razón han dado siempre malos resultados para el progreso social.
Ya yéndome por las ramas, pero a modo de ejemplo de lo que creo que hoy por hoy va mal, es difícil al menos para mi no ver en toda esa exaltación de la identidad étnica que está de moda un «déjà vu» del misticismo etnocéntrico nórdico que desembocó en la prédica de Himler y la Sociedad de Thule. Me dirán los que defienden eso que estas son etnias buenas, pero yo les diré que nadie, ni Himler, pensó estar del lado de los injustos. Ambas tradiciones echan de menos un pasado puro, cuando su etnia no estaba perturbada por otras y vivía de acuerdo a su sabiduría milenaria. La razón en cambio nos libera de las pulsiones y el instinto. No reconoce identidades sino ideas y las ideas, eso es lo bueno, las elijo y las puedo cambiar. Mi identidad es lo que yo pienso, influido ciertamente por el lugar y el momento en el que me tocó nacer y la gente que me tocó frecuentar, pero para nada constituye una jaula de la que no deba salir.
Siempre es un gusto debatir con usted. Creo que en muchas cosas tenemos acuerdos y en otras nos diferenciamos pero sabemos porqué, dónde radica la discrepancia fundamental. Quiero aprovechar a decirle que usted está mucho más preparado para el mundo que se viene. Yo soy un vestigio de algo que ya no existe, probablemente extinto hace como 30 años. Un tipo de izquierda abrazado al positivismo y al materialismo que ya ni comprende cómo piensa la gente. Simplemente aprovecho este espacio para expresarme como una manera de recordar cómo pensábamos hace no tanto. Lo hago en forma bastante visceral y poco ordenada, por cierto, porque este tipo de textos se escriben al vuelo.
Saludos cordiales.
Estimado Leonardo:
De veras es un gusto intercambiar con usted, en acuerdo o disenso.
Es muy posible que no me haya expresado con claridad puntillosa.
Busqué la definición que no recordaba y dice el fondo de lo que intenté escribir, pertenece a Spencer (seguro todos los autores que ambos citamos lo leyeron) y es la siguiente:
«Debemos educar hombres aptos para que se gobiernen a sí mismos, no hombres aptos para ser gobernados»
Ese espíritu es el que intenté reflejar, el «para qué» de la educación, el poder que significa para el ciudadano común versus el de la educación diseñada para el poder apropiado por élites (sabe usted a cuales élites refiero)
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Debo confesarle que padezco la desgracia de ser autodidacta, mi oportunidad educativa se cortó en los años infames, ello implica tener que pensar lo que antes otros brillantes pensaron y sintetizaron con luces (descubrir que pude concluir algo similar y tarde, de haberlo estudiado con orden y a tiempo, pensaría yo a hombros de gigantes y lo tuve que hacer cargando mis propios huesos contradictorios, es un consuelo agradable, no más y tampoco motivo de orgullo)
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Alguna vez ante curiosidad y requerimiento de un intelectual que admiro y escribía en la sección «tiene la palabra» me presenté así:
«Escribo con mi mano hábil, la derecha, trato de mantener la cabeza en el centro, para que no se me tuerzan las ideas, el corazón; me late a la izquierda»
Acaso un día podamos compartir un café y una charla.
Estimado Juan,
Gracias por su respuesta. No entiendo, sinceramente, en qué se educa para ser gobernado a alguien cuando se le enseña a leer y escribir, a resolver problemas de matemática, a simplemente permanecer durante horas frente a un texto tratando de extraer el significado de lo que allí está escrito. Todos esos autores críticos pasaron por ahí y nuestros émulos vernáculos, sean de izquierda o de derecha, también. Eso no les impidió ser críticos, al contrario, porque toda evolución es producto de conocer lo que se quiere cambiar. ¿Acaso la ideología hegemónica en la educación está guiada por la búsqueda del buen salvaje de Rousseau? Les creería si las mentes que toman estas decisiones criaran a su propia prole como buenos salvajes, pero lamentablemente no prueban el guiso que cocinan ni que les presionen con un revólver en la cabeza.
Porque al fin y al cabo hablaba de eso, al menos yo: de una educación que hoy por hoy no da señales a sus alumnos de que aprender lo que se les enseña es necesario para avanzar en sus estudios. Los ciclos escolares, según esta visión del mundo, son simplemente espacios de socialización, ritos iniciáticos donde niños y adolescentes van a estar con sus pares, a «pertenecer» y construir «identidad generacional». Y por ahí viene el énfasis en la pedagogía por sobre la didáctica, el discurso de la «educación centrada en el estudiante» por oposición a la «educación centrada en la disciplina» (disciplina del conocimiento en este caso), el énfasis en la experiencia emocional en el aula por sobre la experiencia cognitiva, la idea –quizá resumiendo todo esto– de que aprender lo que las generaciones pasadas valoran como cultura es ser oprimido y prepararse para ser servidumbre. Diría Freire, con su conocida metáfora financiera, que es «educación bancaria».
Una referencia que siempre doy de lo que sucede cuando se es coherente con estas ideas hasta el límite es la de las escuelas autodenominadas «antiautoritarias». No había programas, no había evaluación, no existía la noción de suficiencia, no había ni pupitres porque eso implica psicológicamente la noción de que hay alguien que habla y tiene autoridad para que deba ser escuchado. Las actividades se planificaban y debatían en el aula, decidiéndose democráticamente qué se iba a hacer al día siguiente. Usted no me va a creer, pero las actividades no incluían el alfabeto, aprender gramática, leer, escribir, componer una redacción, nada que implicara «habilidades duras», como le llaman ahora. Un experimento social genial, del cuál sólo me alegro de no haber formado parte. Sin dudas para mi jamás saldría un gran pedagogo ni siquiera alguien consciente de lo revolucionaria que era la educación que le estaban impartiendo. Esas experiencias que se hicieron en Suiza, Alemania y USA terminaron en chicos con un enorme atraso en lengua, llegando a desconocer por completo hasta el alfabeto. Y el «logos» es fundamental en el aprendizaje de todo lo demás, así que podemos imaginar el estado de estos muchachos.
La educación que no enseña a ser aplicado y disciplinado para estudiar, no crea los músculos y la resistencia cardiovascular que requiere ese deporte que es pensar por sí mismo. Si usted es autodidacta es porque pudo aplicarse al esfuerzo –muchas veces sembrado de oscuridad y frustraciones– que implica aprender. Esta educación en cambio genera seres emocionalmente frágiles e intelectualmente presuntuosos, esclavos de sus emociones y de su pereza pero que pretenden reinventar lo que no conocen. Pero ese es el legado justamente de movimientos como el mayo francés, al cual por cierto le reconozco grandes logros en el plano de la libertad sexual y de la moral privada en general, pero que como estrategia revolucionaria fue un estruendoso fracaso. No era para menos, un movimiento liderado por jóvenes narcisistas hijos de las clases medias y la burguesía francesa, empachados de bienestar material, no podría dar como resultado un disciplinado partido de masas abocado a hacer una revolución.
En fin, sí, quizá algún día un café para despuntar el vicio del debate. Yo soy muy epistolar, el texto es mi medio. Le asombraría constatar lo torpe que soy para hablar. Soy un poco como los pingüinos: sé caminar torpemente, pero donde me siento más cómodo es en el agua. Cordiales saludos.