Entrevista con el profesor Fernando Cáceres, secretario nacional de Deportes.
EN PERSPECTIVA
Jueves 07.09.2017, hora 8.30
EMILIANO COTELO (EC) —El fútbol ha sido tema obligado en estos últimos días. No solo por la doble fecha de Eliminatorias que dejó a la selección muy cerca de Rusia 2018, sino también porque Uruguay y Argentina comenzaron a coordinar acciones para ser sede del Mundial 2030.
El miércoles de la semana pasada el grupo binacional encargado de promover la candidatura de los dos países ante la FIFA se reunió por segunda vez en Montevideo y definió una estrategia de comunicación y un calendario de actividades.
Un día después, antes de que comenzara el partido entre Uruguay y Argentina en el Centenario, Luis Suárez y Lionel Messi se juntaron al borde de la cancha para apoyar la postulación. El uruguayo, que lucía una camiseta con el número 20, se abrazó al argentino, que tenía puesta una con el número 30, así generaron el 2030, que fue lo que las cámaras fotográficas registraron.
La postulación conjunta viene haciendo bastante ruido, tanto que Paraguay mostró su interés en sumarse a la iniciativa. Aquí en En Perspectiva, tratamos el tema en La Mesa el jueves pasado y el debate provocó mucha inquietud entre los oyentes.
¿Es viable la organización de un evento de esa magnitud? ¿Vale la pena?
Vamos a conversarlo con Fernando Cáceres, secretario nacional de Deportes.
Empecemos por la pregunta básica: ¿por qué el gobierno decide emprender este proyecto?
FERNANDO CÁCERES (FC) —La iniciativa tiene ya unos cuantos años. Si uno intenta identificar el origen de la propuesta, seguramente se pierda en el tiempo. A nosotros nos gusta marcar como un punto clave octubre del año 2005, cuando el entonces presidente de FIFA, Joseph Blatter, visitó el Uruguay y el presidente Vázquez, en ejercicio de su primer gobierno, le manifestó la expectativa, la aspiración de Uruguay, por primera vez directamente a un presidente de FIFA, de ser sede del Campeonato de Fútbol Mundial de 2030.
EC —En aquel momento la idea era Uruguay sede.
FC —No, siempre hubo un pensamiento de carácter regional. El propio presidente en aquel momento manifestó en algunas instancias su interés de que se involucrara al Mercosur. Había alguna expectativa que luego con el tiempo no se fue confirmando sobre el protagonismo que podía tener el Mercosur en distintos ámbitos de la vida de nuestros países. Pero había claramente un interés de compromiso regional, solo que el capital deportivo y político lo tenía y lo sigue teniendo Uruguay por haber sido la sede del primer Campeonato del Mundo. Por eso tomó la iniciativa de manera unilateral en principio, pero siempre hubo esa perspectiva de carácter regional que luego se consolidó con una candidatura conjunta con la República Argentina.
EC —¿Cuáles son las razones, cuáles son los principales argumentos detrás de la idea de organizar nada menos que una Copa del Mundo de Fútbol?
FC —El deporte ocupa un lugar en la vida contemporánea muy superior, mucho más trascedente, mucho más rico que el que ocupaba hasta hace poco tiempo. El deporte ha invadido áreas no tradicionales para el deporte mismo, y a su importancia en el ámbito de la salud, en el ámbito de la integración social, en el ámbito educativo, ha sumado otras dimensiones que tienen que ver con el desarrollo de las comunidades, de las ciudades, de las regiones, de los países. Hoy ocupa un amplio espectro que va desde la alta industria del espectáculo a través de los Juegos Olímpicos o los campeonatos del mundo de fútbol o de rugby, hasta su inserción en la vida cotidiana de la gente. En ese sentido los grandes eventos deportivos se transforman en espacios de diferentes oportunidades convergentes para los países, para las ciudades, según el evento de que se trate.
En la historia de los eventos deportivos hay un punto de inflexión que todos reconocemos a esta altura, que son los Juegos Olímpicos de Barcelona, que modificaron radicalmente la concepción y la organización de los espectáculos deportivos –en ese caso los Juegos Olímpicos, pero también un mundial de fútbol a manos de España–, tomándolos como oportunidades de desarrollo. Los eventos permiten a las ciudades y a los países pensar en el mediano y largo plazo, ordenar programas de inversiones, generar oportunidades comerciales, turísticas, de promoción del país, de la ciudad, de la región, y por supuesto, generar efectos directos sobre el desarrollo deportivo. Desde aquellos Juegos Olímpicos de Barcelona, de los cuales se cumplen 25 años en este 2017, los Juegos Olímpicos y los campeonatos del mundo han empezado a ser una gran oportunidad para negocios, por ejemplo negocios inmobiliarios. En el caso de los Juegos Olímpicos esos negocios implican desde la venta anticipada de las unidades habitacionales de las villas olímpicas, que en algunos casos se han vendido en 48 horas, hasta el ordenamiento de inversiones en materia logística, de servicios.
Creemos que para Uruguay reviste dos grandes intereses. Uno primero que va en la dirección de esto que estamos comentando, de una oportunidad de desarrollo, y otro de valor menos tangible, más subjetivo, menos material, que tiene que ver con la historia del país y la importancia del fútbol en nuestra sociedad, rescatando un valor histórico patrimonial que el fútbol ha aportado a nuestra idiosincrasia, a la construcción de una identidad nacional, y que es una herramienta, una plataforma privilegiada para un país pequeño como el nuestro de presentación y de diálogo con el mundo.