EnPerspectiva.uy

Entrevista central, lunes 14 de agosto: Gustavo Redín y Ricardo Varela Estellano

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Usted distingue entre vinos de mesa y vinos finos.

GR —Lo que para los uruguayos serían los vinos VCP, los vinos de mayor calidad. Esto pasa en el mundo, los países grandes consumidores, como España, Francia, Italia, Chile, Argentina, todos han ido disminuyendo su volumen de consumo, y los países no consumidores han ido aumentando su nivel de consumo, como EEUU, China, Brasil. Lo que unos bajan otros lo suben, bajan grandes volúmenes y suben pequeños volúmenes pero de grandes poblaciones, con lo cual el consumo en el mundo va quedando bastante parecido. Esto también sucede en Uruguay, entonces no podemos decir que la caída del consumo se debe a esta ley, si miramos un marco mayor.

EC —Sí, veía declaraciones del presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), José María Lez, que decía que en los últimos 10 años el consumo en Uruguay bajó casi 30 %.

RVE —Traje algunas cifras para darle algún marco a esto. En el año 2014, el consumo de vino nacional fue de 64.600.000 l, en el 2015 fue de 64.000.000 l y en el 2016, primer año de vigencia de la ley, bajó a 60.900.000 l. O sea que en el marco de una caída que se viene dando pegó un salto importante.

EC —Ustedes notan que hubo un salto en el 2016. Más allá de que venía habiendo una baja, hubo un salto importante en el año 2016, primero de vigencia de esta ley.

RVE —Correcto. Pienso que al vino le pega más que a otras bebidas, por la razón de que nadie consume una bebida destilada, por ejemplo whisky, que tiene cuatro veces más alcohol que el vino, porque sabe que, aunque consuma poco, eso lo deja por encima de cualquier tolerancia que se ponga. En cambio una copa de vino con una cena, con un almuerzo perfectamente se puede tomar; después con la evolución natural del organismo puede ser que quede algún pequeño rastro, pero que está dentro de esa tolerancia. En cambio si no hay tolerancia, si es cero, no se consume nada. Por eso sostengo que le pega más a una bebida como el vino que a bebidas de mayor tenor alcohólico.

EC —A partir de esa constatación, ¿qué es lo que reclaman?, ¿cuál es el planteo?

GR —Queremos abrir un poquito el debate, poner una muestra de duda de que esto no ha tenido la efectividad que se esperaba en cuanto al resultado específico.

EC —Ustedes dicen que es indiscutible que la venta de vino bajó.

GR —De los vinos finos principalmente, incluso haciéndole daño al turismo, porque afecta la copa en el restaurante, la copa en la familia, el consumo moderado. Le pegamos a ese, no le pegamos al problema.

EC —Ustedes dicen que bajó la venta de vino. ¿Y qué pasó mientras tanto con el tránsito? ¿También han estudiado eso?

RVE —Las cifras de la Unasev (Unidad Nacional Seguridad Vial) del 2014 dan que el 5,9 % de los accidentes de tránsito involucraron a personas que tenían consumo de alcohol, pero solamente el 0,9 % estaban por debajo del 0,3 %. En el 2015 la cifra es parecida, 0,9 % y 5,8 %. Y en el 2016, como deja de haber la tolerancia de 0,3, cambia la forma de medir, están englobados todos aquellos incidentes en los cuales hubo participación de personas que tenían consumo de alcohol, y ahí la cifra sube a 6,4 %. Queda demostrado que no tiene una influencia. Eso es porque el 94 % de los accidentes se producen con personas que están sobrias.

EC —Eso ya pasaba antes.

RVE —Ya pasaba antes. Y muestra que si se quiere producir una disminución significativa del número de cualquier tipo de accidentes hay que atacar el 94 %. Eso es con educación, con apego a las normas de tránsito. Así lo han hecho los países que muchas veces tomamos como ejemplo, que tienen una siniestralidad mucho más baja que la nuestra y sin embargo mantienen niveles de tolerancia similares o bastante superiores al que ahora estamos cuestionando.

EC —Entonces, ¿cuál es la alternativa para ustedes?, ¿qué es lo que están planteando? Por ejemplo, ¿el proyecto de ley que presentaron los diputados Amín Niffouri y Armando Castaingdebat, del Partido Nacional, que mantiene la tolerancia cero pero establece sanciones más leves para los conductores a los que se detecte entre 0 y 0,3 g de alcohol por litro de sangre es una posibilidad? ¿Ustedes van por ese lado?

GR —Esa medida es mucho más razonable que la que se había impuesto en una primera instancia.

EC —La norma actual implica tolerancia cero, quienes tengan cualquier nivel de alcohol en sangre, por mínimo que sea, son sancionados con el retiro de la libreta de conductor. La alternativa de Castaingdebat y Niffouri dice: que en todo caso haya sanción para estos, pero que no sea el retiro de la libreta.

RVE —De hecho en cualquier país donde se manejan tolerancias, aunque distintas de esta, existe una graduación en el nivel de la sanción. Cosa que no sucede acá.

GR —Pongo algunos ejemplos que creo que vale la pena tener en cuenta. Niveles de tolerancia de otros países que a veces miramos y que tienen siniestralidades muy bajas: España 0,5, Francia 0,5, Bélgica 0,5, Canadá 0,8, EEUU 0,5, Rusia 0,3, Alemania 0,5, Portugal 0,5, Reino Unido 0,8, Noruega y Suecia 0,2, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Suiza 0,8. ¿Será que todos hacen las cosas mal y que solamente nosotros las hacemos bien?

Creo que hay umbrales que habría que cuidar, umbrales de capacidad para conducir. Porque de repente uno dice 0,1 de alcohol; ¿podrá medirse fisiológicamente? Es probable que se pueda medir alguna variación.

Comentarios