
EC —El Movimiento 26 de Marzo se las había ingeniado para tener su influencia, su incidencia. Lo digo teniendo en cuenta que posee una radio, la 36, y un diario, pero ¿cambió algo entonces con el acceso al Parlamento?
ER —Sí, sí, sí, cambió, porque uno desde los medios de prensa genera información, difunde, pero acá estamos en el debate político en serio. El otro día en la interpelación a la ministra Arismendi por el Instituto Cachón tuvimos una posición muy clara, pero además una actuación como parlamentario acompañando a los usuarios y exusuarios del Cachón, informándonos, llevando propuestas, trabajando en conjunto con los otros partidos. Tal vez una de las victorias que se han conseguido en el Parlamento es que había una visión de la UP, del 26 de Marzo también, que nos ubicaba prácticamente fuera de la vida: si se rompían vidrios, éramos nosotros; si había un festejo deportivo y se armaba lío en 18, era la UP, nos ponían como algo marginal…
EC —Ustedes de algún modo contribuyeron a esa imagen porque han sido siempre muy terminantes en sus críticas sobre todo.
ER —Pero eso tiene que ver con parte de la vida democrática, no puede haber un límite a la posición crítica. Pero nos tenían –vamos a la visión más benévola– como solamente críticos, oponentes a todo. Y sin embargo una vez que llegamos al Parlamento pudimos no solamente oponernos y criticar –y criticar duramente, porque no hemos cedido un ápice en la defensa de determinadas posiciones políticas–, sino que además pudimos proponer. Nos encontraron en los temas que tienen que ver con la defensa de causas justas sin preocuparnos por quién las propone ni con quiénes trabajar. En el caso muy concreto del Instituto Cachón, había diputados del PN, del PC, del FA y estábamos nosotros trabajando en forma conjunta, coordinando. Desde la Comisión de Derechos Humanos todos juntos tratamos de proponer un puente de negociación. Luego en la interpelación funcionaron las disciplinas partidarias; la votación no refleja lo que fue ese conflicto. Ahí estuvimos incidiendo políticamente.
EC —Otro ejemplo. Usted ha declarado que si no fuera por el cuestionamiento de UP al recorte de los rubros para la educación en la Rendición de Cuentas, el FA no estaría en el debate interno en que ha estado en las últimas semanas. ¿Es así?
ER —No tan terminante en cuanto a nuestra incidencia. Que incidimos, incidimos en muchos temas. Ahí lo determinante fue la posición muy firme de la Universidad en su conjunto. Yo he resaltado la actitud de Markarian, un hombre que obviamente no está vinculado políticamente con nosotros, más bien, por lo que se sabe, con el partido de gobierno, pero he resaltado su intervención en la Comisión de Hacienda y Presupuesto como de una contundencia, una firmeza, una solidez que movió cimientos. Lo mismo los funcionarios, lo mismo los docentes, lo mismo los egresados y lo mismo los estudiantes.
EC —¿Y ustedes qué papel jugaron?
ER —Jugamos un papel de ente testigo, que si no estuviera, aunque sea un voto… Pasó el otro día con lo de Cachón como ha pasado en las discusiones sobre seguridad. Presentamos opciones y alternativas en cuanto a de dónde sacar los recursos. Además para una fuerza política que históricamente estuvo vinculada y que tiene vinculaciones concretas en el movimiento social –los dirigentes sindicales que iban al Parlamento la mayoría eran votantes del FA–, obviamente ahí estaba esa presión. Y si quedamos solo nosotros con la bandera, más allá de las convicciones de cada quien, políticamente se transforma en inconveniente. Lo mismo con la política inflacionaria en materia penal que resultó de las conversaciones en la Torre Ejecutiva, si no hubiéramos estado nosotros creo que habría sido peor el resultado desde el punto de vista de encarar el tema de la seguridad solo como un elemento represivo.
EC —Ahí aparentemente usted está marcando distancia con planteos que vinieron del resto de la oposición, no tanto del Gobierno.
ER —Totalmente.









