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Entrevista central, martes 2 de agosto: Enrique Canon

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EC —¿Qué es lo que se pierde en materia de plata? ¿Cuánto se invirtió en lo que cae?

ECa —El BID tiene un sistema de transparencia, usted ingresa en el BID y le dice exactamente en qué cosas se invirtió ese préstamo. En la reestructura organizativa se invirtieron US$ 669.679. Se desagrega en múltiples actividades, como contratación de consultores, algo que se esgrime como un arma en contra de la modernización de la Aduana, pero yo pienso todo lo contrario. La DNA no tenía en su seno las capacidades para desarrollar esto y se auxilió con gente que tiene experticia en esto y que nos ayudó excelentemente.

EC —Queda claro que no son US$ 22 millones, son US$ 670.000. ¿Se pierden efectivamente? El trabajo se hizo, ¿qué pasa ahora con su resultado?

ECa —Definitivamente no. Después hablaré de la pesadilla, de las consecuencias al 17 de agosto, que todavía está presente, no la quiero descartar para que los oyentes y los agentes de comercio exterior entiendan de qué se trata. Yo estimo, tengo la convicción y estamos trabajando para que ese activo que está incorporado en el conjunto del decreto –un decreto de más de 30 artículos– no se pierda, sea un conocimiento que quede ahí. Es más, lo que vamos a hacer con el MEF y la Asesoría Jurídica de la DNA es rerredactar ese decreto incorporando las observaciones que hace el TCA.

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EC —Después vamos a ver qué están pensando hacer para salvar la reestructura incorporando las observaciones del TCA. Pero vale la pena repasar cuáles son las principales diferencias entre la estructura anterior y la que se estableció con el Decreto 204 del año 2013, el que ahora está cuestionado.

ECa —Una diferencia está en que la estructura escalafonaria y de grados anterior de la DNA tenía en cada escalafón –son cuatro escalafones, administrativo, profesional, etcétera– 16 grados, del 1 al 16, que formaban parte de una carrera de ascenso. Las remuneraciones asociadas a cada grado iban, con diferencias entre los escalafones, de $ 44.000 a $ 69.000 y algo. La diferencia entre un grado 1 y un grado 16, que es el máximo en la Aduana, es lo que yo califico como el más grande incentivo a la jefatura y a una organización moderna que existe en cualquier organización.

EC —¿Y en este caso esa diferencia era muy chica?

ECa —Efectivamente. Grandes responsabilidades en las jefaturas con un incentivo económico por lo menos de muy baja significación.

EC —Eso era un problema, un desincentivo.

ECa —Efectivamente. Si yo fuera jefe de alguien que al ingresar tiene una diferencia de solo unos $ 25.000 con mi salario, me sentiría desmotivado. Entonces lo que hicimos a través de la reestructura, que es casi una piedra angular de la reestructura, entre otras muchas, lo cuestionado por el TCA, fue crear funciones de conducción con remuneraciones por encima del grado 16, que van de $ 160.000 a $ 97.000. Esas funciones de conducción tienen, como contrapartida, un acuerdo de gestión que es monitoreado y evaluado, a los 15 meses se hace una evaluación final, y si el funcionario cumplió con ese acuerdo de gestión que hizo con el director nacional se lo reasigna en la función por 15 meses más. En caso contrario, el funcionario vuelve a su cargo, no hay ningún despido ni nada por el estilo, y se le asigna la función a otro funcionario. Esa rotación aconteció en estos tres años, el cumplimiento de los acuerdos de gestión también, y fueron muy importantes para la reforma. Las observaciones del TCA básicamente son dos: la exclusividad y la designación. Esa es la lesión que pretendidamente se hace a la carrera funcional.

EC —La DNA ha destacado que la reestructura organizativa que se incluía en el Decreto 204/2013 fue obra de técnicos y profesionales universitarios de varias especialidades y que cumplió con todos los requisitos antes de su firma por el presidente de la República: pasó por la aprobación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, la Organización Nacional del Servicio Civil, la Contaduría General de la Nación, y hubo negociación en la Dirección Nacional de Trabajo, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. ¿Cómo se entiende, entonces, el fallo del TCA, que adjudica la razón a la funcionaria demandante, porque la reestructura “viene a imposibilitar la consagración de la carrera administrativa en tanto no permite acceder a los cargos superiores de la administración en forma efectiva y con la permanencia derivada del correcto desempeño del cargo al que por concurso se accedió”? ¿Cómo no contempló esto, cómo se descuidó esto que ahora el TCA anota?

ECa —En primer lugar, vamos a respetar ese fallo. Es el denunciante, es un funcionario. En segundo lugar, la legislación uruguaya es una legislación garantista… pero para el mal funcionario.

EC —¿Cómo es esto?

ECa —No es garantista para el buen funcionario y no es garantista para el ciudadano. Garantista en el sentido de las causales de destitución y también en el sentido de la carrera funcional. La carrera funcional nunca se irrespetó en la DNA, ni antes ni después de esta administración. Usted ingresa en el grado 1, puede llegar al grado 16 a través de diversos concursos, todo el tiempo –no solo ahora–; eso se respetó y la gente tiene una carrera de ascenso. Lo que se introdujo es la designación de funciones de conducción, que están contempladas incluso en la ley del Estatuto del Funcionario Público, por los motivos que ya expliqué. Hay dos bibliotecas, como siempre en derecho; la biblioteca de estos consultores y funcionarios del MEF y de la DNA dijo, y yo coincido con ella, que esto se ajustaba a derecho. El TCA entiende otra cosa. Perfecto, respetamos el Estado de derecho, vamos a cumplir.

EC —El Tribunal sostiene que con esa estructura que se crea por arriba del cargo más alto del escalafón se impide que los que están por debajo lleguen a culminar su carrera, etcétera.

ECa —Hasta el grado 16 puede llegar cualquiera, no hay ningún impedimento.

EC —Estos otros cargos se designan –y ahí viene una objeción que ha planteado el sindicato– “a dedo”, se habla del nombramiento a dedo por el director nacional de Aduanas.

ECa —Le agradezco la pregunta, me encanta. Siempre, desde 1776, cuando se funda la Aduana, fue designación directa. No hubo nunca, que yo conozca –me encargué de averiguar, pero de repente hay algún antecedente–, un concurso de cualquier característica para proveer cargos de dirección. Lo que sí hay y siempre hubo son concursos para ascender, del grado 1 al 2, del 2 al 3, etcétera. Pero es distinto, se publica, se hace el concurso, se evalúa y se concede el cargo. Otra cosa es cuando se va a proveer el cargo de gerente de Administración General. Se debería publicitar, lo vamos a hacer, para cumplir con el TCA: “Vamos a hacer un concurso”. Eso jamás pasó, siempre fueron los directores que designaron. Es más, sé que hubo recursos también antes de esta reforma y que el TCA de entonces desestimó. Y nunca, que yo tenga conocimiento, ningún representante sindical cuestionó en las administraciones anteriores estas designaciones directas.

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