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Entrevista central, miércoles 13 de setiembre: Pablo Mieres

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RA —Respecto a eso, después de que se conoció la renuncia de Sendic, la oposición no dio una respuesta unificada. El Partido Nacional (PN) habló de “crisis institucional”, pero el Partido Colorado (PC) y el PI no optaron por ese término. ¿Qué opina de la lectura que hicieron los blancos?

PM —Creo que hay un tema terminológico ahí, porque en realidad lo que hay es una crisis política fuerte del partido de gobierno y del gobierno. Pero en el nivel institucional del Estado y de las instituciones que representan al Estado sí las cosas funcionan, tenemos procedimientos previstos –aunque nunca se habían utilizado– para la sustitución del vicepresidente. Se hace de acuerdo a ello, la Asamblea General se reúne, vota la aceptación de la renuncia, se instituye a Lucía Topolansky como nueva vicepresidenta y ese es el paso formal.

Pero políticamente es un debate muy fuerte. Y la reacción del presidente de la República es muy mala, creo que se ha equivocado profundamente en su interpretación. Diría más, ha bajado de su estatuto de presidente de la República para entrar en una discusión que no le hace bien a su investidura. Tabaré Vázquez no contribuyó a un clima político razonable…

RA —El lunes el presidente garantizó la tranquilidad institucional, pero reconoció que había conmoción política por este hecho. Reconoció que Sendic había cometido errores o faltas. Usted no está de acuerdo con ese pronunciamiento. ¿Qué esperaba que declarara el presidente en una instancia así?

PM —Volvió a ratificar esa tesis que algunos en el FA tienen de que el resultado de este problema de Sendic es producto de que lo persiguieron y todas esas cosas del bullying. Realmente es una tontería increíble, porque en realidad la renuncia de Sendic para cualquier observador razonable es nada más ni nada menos que el resultado de sus propios actos. No solo de sus inconductas –que hubo y varias, y por ellas tendrá que responder ante la justicia, que es donde está ahora radicado el asunto–, sino de sus contradicciones, de sus mentiras, de decir una cosa un día y otro día otra. Eso no lo inventó la prensa. Al revés, yo diría la fortaleza institucional del país está no solo en que la Constitución se cumple a rajatabla, sino en los actores del sistema institucional. Estoy hablando de la opinión pública, de los medios de comunicación, de los partidos políticos, de la justicia, que han tenido un papel fundamental en todo esto.

Este país tiene reservas institucionales muy fuertes que han hecho que estos papelones vergonzosos, estas actitudes indebidas, absolutamente contrarias a la ética y a la buena gestión pública, fueran sancionados por la ciudadanía, no ocultados por los medios de comunicación y señalados con fuerza por los partidos. Me parece que esa es la interpretación, no hay otra. Acá hay una persona que actuó mal, que usó una tarjeta corporativa para provecho personal, será mucho, será poco.

Ahí hay otra cosa que rechazo radicalmente, que es el intento del senador Mujica de mezclar todo como si todo fuera lo mismo. “En el fondo, hace 30 años que los viáticos…”; no, los viáticos son una cosa y la tarjeta corporativa es otra. No mezcle, Mujica, no tire barro para todo el mundo. Porque tirando barro a todo el mundo nos volvemos todos iguales y al que él quiere defender se le minimiza la situación. No es verdad.

RA —Usted escribió una columna esta semana en Montevideo Portal en la que marca que este episodio permitió “separar aguas” y ver dos tipos de política.

PM —Sí, y de criterios éticos. Me parece que el Tribunal de Conducta Política (TCP) del FA –y lo miro desde afuera, porque yo no estoy en el Frente– estableció una referencia que está vinculada a las mejores tradiciones de la política uruguaya. A la idea de que hay una responsabilidad en el ejercicio de la gestión pública, una ética, que además esa ética tiene que ser exigente y que tiene que marcarse con claridad cuando no se cumple con esos mandatos. El fallo que condena la conducta de Sendic está en esa línea. Y del otro lado está el entrevero, el fango, el cambalache, “somos todos lo mismo, todos nos portamos igual, y al final, por un colchón…”. No, señor Mujica, ese entrevero, esa mezcla es lo que le hace tanto daño al país, el igualar a todos, tratar de perdonar porque en realidad todos nos portamos mal y más o menos somos lo mismo. No es cierto, no es verdad y hay que defender que no es verdad, porque eso es parte, ahí sí, de la fortaleza institucional del país.

RA —Quizás atrás del argumento de Mujica está el hecho de decir que se puso el ojo en un tema que obviamente es grave, es de consideración, pero en el ámbito de los recursos públicos faltan muchos otros controles y hay muchas otras áreas a las que hay que prestar atención.

PM —Absolutamente. Es más, en la justicia no están solo la tarjeta corporativa y el gasto de compras, hay ocho o nueve temas de Ancap, de los cuales no solo Sendic es responsable. Acá hay responsabilidad de otra gente. Por eso decimos también que la cosa no termina acá, porque acá hay otros asuntos.

RA —De eso habla el comunicado que formularon ustedes. La declaración aprobada el sábado por el PC formula “votos para que este episodio finalice rápidamente con la efectiva presentación de la renuncia y su inmediata aceptación por la Asamblea General. El gobierno debe volver a concentrarse en los problemas nacionales y el país debe seguir su marcha”. El lunes el PN aprobó una declaración en el mismo sentido. Sin embargo, el comunicado del PI sostiene que la renuncia de Sendic no marca “ningún punto final”. Usted quiere seguir el tema. ¿De qué manera?

PM —No es que yo quiera, el tema sigue porque está en la justicia. El de Ancap, pero han existido numerosos episodios de irregularidades con eventual trascendencia penal en la gestión del gobierno y de los últimos gobiernos. Esas cosas hay que investigarlas, son parte de la vida política del país y de la arena pública que tiene que ser discutida.

Está en la justicia el tema del Fondes, el otorgamiento de créditos a empresas sin tomar en cuenta mínimos criterios de viabilidad de esas empresas para garantizar que esa plata fuera prestada con posibilidad de ser devuelta. Un organismo de crédito que tiene la tasa de morosidad del Fondes debe ser un récord mundial: de US$ 70 millones prestados, US$ 60 millones prácticamente imposibles de cobrar. Y yo tengo derecho a desconfiar de por qué se inventó el Fondes, porque los fondos eran del Banco República (BROU). ¿Por qué no lo hizo el BROU directamente? Porque el BROU no podía prestar con esas características. Entonces se inventó el Fondes para poder prestar sin seguir los criterios financieros propios de las normas bancocentralistas. Eso está en la justicia, y es muy grave, porque es plata de todos. Y no es un colchón, son millones de dólares, son US$ 60 millones entre distintas empresas a las que se les prestó sabiendo que no iban a devolver, o por lo menos con una alta chance de que no pudieran devolver. Eso hay que investigarlo.

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