
EC —¿Y por qué eso interferiría con el parque? La zona, Leyenda Patria, las calles circundantes, tiene mucho movimiento de autos hoy, hasta un ómnibus circula ahora alrededor del parque.
MF —Sí. Otro aporte: Willy Rey, que presidió la Comisión de Patrimonio y que ha salido muy generosamente a apoyarnos, que es una de las voces técnicas más calificadas que se han escuchado hasta ahora, lateralmente –porque no es lo principal, pero ya que lo mencionás me sumo a su protesta– ha alertado sobre el incremento del tránsito en Leyenda Patria.
EC —Perdón, ya había circulación de ómnibus en la zona sur del parque. Ahora por Leyenda Patria misma está circulando un vehículo.
MF —Sí, un 316, que pasa muchas veces a una enorme velocidad frente a la zona por donde salen niños corriendo atrás de una pelota o de lo que fuera en la zona del sector infantil.
EC —Entonces ya hay mucho movimiento, ¿por qué las bocas de entrada y salida a estos parkings o subparkings distorsionarían aún más esa tranquilidad?
MF —Te pongo dos ejemplos concretos. Primero y para empezar, que es lo que más nos preocupa, porque estamos invitando a que venga más tránsito al parque, estamos invitando a que alguien venga por ejemplo a las 2 de la mañana a sacar plata de un cajero automático. Olvidate de los motochorros, del problema de inseguridad, de la oscuridad y de la mugre que en el mundo entero suelen generar los parkings subterráneos, que son una solución muy vieja. Además vas a tener que pasar –no sé dónde están las bocas, vamos a ver cuando se conozca el proyecto, si es que infelizmente le dan luz verde–, en lugar de pasar tranquilamente a jugar en las hamacas o a alquilar el poni o a leer un libro en el parque o a lo que fuera, tendrás que pasar al lado de la barrera, ticket, entre, salga, luz verde, amarilla… No tiene nada que ver con el ritmo que tiene hoy el parque.
***
RC —Tú acabas de referir que llevaría muchos años de un terreno privatizado. Me pregunto qué pasaría con la feria de Villa Biarritz, sobre todo la de los sábados, en el ínterin. Por otro lado, la objeción de privatización del espacio público, porque en realidad –y aquí estoy actuando como abogada del diablo– ya existe, en la medida en que el señor que tiene su propiedad…
EC —Recién estabas de acuerdo con una de las inquietudes y ahora te ponés en contra.
RC —Exactamente, porque creo que de hecho ya está privatizada la vereda sobre Leyenda Patria, se la han tomado los vecinos de esos edificios para estacionar, cuando en realidad es un espacio público de todos, y sobre todo porque la vereda es para los peatones.
MF —Estoy absolutamente de acuerdo en el concepto y me siento con enorme autoridad moral para discutir esto porque en este momento y desde hace muchos años no tengo auto. O sea que no estoy defendiendo un interés personal, aunque vivo en Leyenda Patria, con lo cual confiá en que estoy siendo honesto intelectualmente. Esa vereda no está privatizada por los vecinos, porque si tú vas hoy a visitarme a mi apartamento, estacionás en esa vereda. No hay unas chapas que digan “Fulano puede, Fulano no puede”. Si Emiliano o tú o cualquiera va en este momento…
RC —Yo soy un privado y no tengo derecho a estacionar en la vereda, no debería.
MF —Ah, estamos de acuerdo, claro; no te entendí.
RC —Porque gratuitamente ocupo un lugar que está previsto para el peatón. ¿O no?
MF —Sí, claro.
RC —O para un jardín.
EC —Además francamente afea esa vereda el amontonamiento de autos. Esa no es la solución correcta, es la que se ha ido generando.
RC —Pero se puede solucionar, se puede proyectar una vereda en la que subsistan los dos servicios, el estacionamiento, con un pavimento apropiado, y la vereda con otro pavimento. No se ha hecho.
EC —Aparecen enseguida varios mensajes de oyentes preguntando “¿cuál es la alternativa?”. Si no es el estacionamiento subterráneo, ¿por dónde viene la solución? Porque es un hecho que se necesitan plazas de estacionamiento. Por ejemplo, está bien, se puede estacionar en la calle, y hay mucha gente que lo hace, pero eso también implica riesgos. Muchos de esos vehículos terminan en la noche rotos, les rompen los cristales, los roban, hay una larga lista de perjudicados.
MF —Eso en la ciudad entera, no solo en Villa Biarritz.
RC —Pero Villa Biarritz, de noche, entre la oscuridad del lugar y todo, tiene su particular riesgo. Varios vecinos ni siquiera se animan a atravesar el parque caminando.
EC —Por ese motivo o por otro, parece claro que faltan lugares de estacionamiento. ¿Cuál es la solución?
MF —Vuelvo al comienzo, porque si no, no sería coherente y creo que quitaría fuerza a nuestros argumentos. No está en nosotros resolver el problema de tránsito de Montevideo. Ayer irónicamente uno de los vecinos cuyo nombre no recuerdo se puso más prosaico y dijo “si me pagan, me ocupo del asunto”. Mi tarea no es resolver ese problema del tránsito de la ciudad, que por supuesto es un problema en el mundo entero. Lo que sí manejamos, porque hemos hecho la investigación que corresponde, es que las ciudades modernas están haciendo exactamente lo contrario. Nosotros como ciudadanos de Montevideo estamos recibiendo señales contradictorias. Tenemos una Intendencia que está desestimulando en el discurso el uso del automóvil particular, tenemos un intendente que se manda el simpatiquísimo gesto de asumir y el primer día de trabajo ir en bicicleta, tenemos una Intendencia que llama al uso del transporte público y desestimula el automóvil privado. Lo que se va a lograr con la construcción de gigantescos parkings subterráneos es exactamente lo contrario de lo que quieren. Porque, entre otras cosas, este es un barrio con poder adquisitivo alto y si tú generás espacio para 500 autos más, la señal que estás dando es: “ok, la familia que tiene dos autos puede tener tres y el que tiene uno, ya que ahora son baratos, puede tener dos”.
Es una solución vieja, a contramano de lo que está pasando en el mundo. Circulan unas cuantas notas, quiero mencionar muy rápidamente solo dos que me han llegado gracias a la cadena de solidaridad que todo esto ha generado. Jan Gehl, que es el padre del urbanismo humanista, un danés veterano encantador, le dio recientemente una entrevista a El País de Madrid en la que reclama ciudades no para los autos, sino para la gente, en el absoluto convencimiento de que los espacios públicos, y muy particularmente los parques, se han transformado –como dice él, me encanta la imagen– en la sala de estar de las ciudades, en el living de las ciudades. La vivienda es cada vez más cara, cada vez más chica, la gente vive en menos metros cuadrados. ¿Cuál es la respiración que tenemos? Los parques. ¿Vamos a resignar los parques por los parkings en un mundo donde el automóvil va para atrás?
Y en una revista que creo que se publica en España, que se llama Enlace Judío, hay una nota titulada algo así como “Olvídese del auto”, que también es irónico. Y demostrando eso, hay una cosa que no funciona en el mundo, que son los parkings, porque en el futuro el auto autónomo, los servicios privados para movernos, en fin, todo eso nos está desestimulando –en una ciudad además tan chica como Montevideo y un barrio particularmente privilegiado–, porque, de vuelta en mi ejemplo, yo que uso el transporte público si sabré lo fácil que es moverse desde Villa Biarritz.
EC —Ese es un punto que también está entrando en la discusión. Aparecía en La Mesa de los Viernes cuando tratábamos el tema hace dos semanas. Si aparentemente vamos a una reducción de la cantidad de vehículos, porque estamos en el momento contrario, hemos llegado al estallido más grande en Uruguay en cantidad de automóviles, pero hay tendencias que parecen marcar que vamos a la baja, por la automatización, por los vehículos autónomos, por la extensión de servicios como los de Uber y compañía. Con lo cual incluso en ciudades de Estados Unidos ya empieza a bajar de valor el apartamento que tiene plazas de estacionamiento propias, porque ya no van a ser necesarias, porque el estacionamiento del auto va a poder ser en cualquier otra parte, a dos o tres kilómetros en la medida en que estarán de por medio vehículos autónomos, etcétera. Eso puede llegar a pasar. Entonces la pregunta es: y si queda de clavo un estacionamiento subterráneo, ¿qué se hace con semejante cosa?
MF —En muchas ciudades de España los concesionarios terminan fundidos porque el negocio no funciona y les devuelven amablemente el problema a las intendencias después que dejaron un agujero. Y no estoy hablando de parques patrimoniales como Villa Biarritz, quizás son ejemplos menores. Y en Buenos Aires, la gente alegremente dice: “Fíjense que en Buenos Aires, en la Recoleta, en la plaza Vicente López existen parkings”. Lean La Nación, lean los problemas enormes que desde 2014 tiene el gobierno de Buenos Aires porque el concesionario pide cada vez más porque el negocio no le funciona, dice “ok, como esto queda como bien para la ciudad –porque en la letra chica también dice eso–, yo quiero pagar menos, el año que viene quiero pagar menos, y después en vez de 30 años quiero 60”. Es un negocio muy riesgoso para las intendencias. Creo que también tendrían que pensarlo egoístamente desde ese punto de vista.









