
EC —El nivel de producción del núcleo industrial habría estado a fines del año pasado en los niveles del año 2010; después subió, llegó al máximo en 2012. O sea que estaríamos recuperando niveles del 2010.
WC —No es que estemos recuperando totalmente, hay que mirar las estadísticas en el largo plazo. En enero tuvimos un nuevo un ajuste tarifario y también un ajuste fiscal que está impactando en las empresas, especialmente en aquellas que son exportadoras. Además, los precios promedio de exportación de los bienes y servicios que exporta el Uruguay, especialmente en el caso de la industria, cayeron de 6 %-8 %, según los sectores. Si sumamos a eso un deslizamiento del tipo de cambio que ha estado no solo quieto, sino caído para atrás, y el aumento de las tarifas de los servicios que el Estado le brinda a la industria, como la energía, y vemos que las empresas que exportan tienen que trabajar con un precio que no solo no es fijo, sino que incluso ha caído, la capacidad de las empresas de recuperar es complicada.
EC —¿Usted no es tan optimista como era la economista Tamara Schandy en cuanto a que se mantenga esa tendencia que se vio a fin de año?
WC —No; pienso que vamos a estar un poco mejor, pero no del todo mejor. Porque no hay ninguna señal en el horizonte, salvo la posible instalación de una nueva planta de UPM, que permita recuperar todo ese mercado. Nos jugamos más a que se recuperen Brasil y Argentina, socios naturales en el Mercosur. Brasil a pesar de los problemas ha sido en algunos casos el primero o el segundo destino de nuestras exportaciones de manufactura industrial. Creemos que es importante el comercio intrazona, porque son 400 millones de habitantes. Mal que bien apoyamos a todos los países, nos gusta exportar a 180, 190 países, pero los destinos naturales y típicos a los cuales Uruguay puede acceder con mejores condiciones son los países del Mercosur.
Por otro lado, una empresa que estaba exportando un producto cualquiera a US$ 5 y le siguen pagando US$ 5 –con suerte, capaz que le pagan US$ 4,80, pero con un dólar a $ 31, $ 32–, con una tarifa energética 8 % menor en pesos y una tarifa salarial 10 % menor, no puede decirle a su cliente en el exterior “Uruguay me subió los precios, en lugar de venderte a 5 te voy a vender a 5,5”. El mercado no lo toma, lo sustituye por otros países u otros productores.
EC —Me gustaría profundizar en las causas, lo que ustedes detectan como contrapeso, dificultades. Ya hizo referencia a la evolución de los últimos años; si miramos en el largo plazo, el producto del núcleo duro de la industria alcanzó un máximo a comienzos de esta década y desde entonces estuvo primero estancado y luego cayó, entre 2014 y 2016. O sea, los problemas empezaron al comienzo de la década, un momento que fue de auge de la economía uruguaya. ¿Cómo se explica eso?
WC —Hay factores internos y factores externos. Uno de los factores externos que más complicaron a Uruguay a partir de 2012 fueron las medidas proteccionistas que aplicaron países como Argentina y los problemas que presentó Brasil. Y no olvidemos Venezuela; Venezuela, que era un socio estratégico de Uruguay, al cual Uruguay exportaba. También entró en serios problemas el sector de la pesca, que también contribuía a la exportación de Uruguay. Y África, que era un comprador de esos productos, también entró en problemas.
Eso se suma a que el núcleo duro de las exportaciones uruguayas se concentraba en una región como el Mercosur y en cuatro o cinco países. Por efecto de los problemas que presentó Europa, Uruguay perdió el Sistema General de Preferencias, con lo cual los importadores empezaron a pagar más caros los productos uruguayos. Y eso hizo que desviaran sus compras hacia otros mercados con menor desarrollo económico, que no tenían los aranceles que pagaba Uruguay.
En la medida en que cae la actividad hacia el exterior en varios cientos de millones de dólares, también cae la capacidad de efectuar efecto derrame en un país donde somos 3,5 millones de habitantes, con una economía bastante chica, la propia economía interna cae. Entonces cae la economía externa, cae la economía interna y llegamos a lo que se llama la meseta. La CIU entiende que en los últimos años hemos estado en una meseta con una leve tendencia a la caída.
EC —Y para explicar por qué este fenómeno de estancamiento empieza en años muy buenos de la economía uruguaya, usted recurría primero a circunstancias del exterior, a factores externos.
WC —Correcto. Esos factores externos repercuten después en la propia capacidad. Recordemos lo que pasó en el interior con FNP, o con Ecolat, una empresa que estaba dedicada a la producción de lácteos y que al caer los precios mundiales de los lácteos empezó a tener problemas para cumplir con su objetivo de dar una rentabilidad. Las empresas no vienen a trabajar gratis, las empresas buscan generar una utilidad, y ese efecto de la utilidad es generar lo que se llama la totalidad de la economía, que es: la empresa invierte y busca una remuneración al capital, busca una remuneración a los bancos en caso de que el capital sea prestado, busca la remuneración lógica y razonable para los funcionarios que trabajan en ella y busca también que sus impuestos contribuyan al desarrollo del país. Y por supuesto, busca tener capacidad de repago, en caso de que tuviera una deuda, un compromiso, y también la capacidad de generar utilidades para reinvertir. Uruguay ha reinvertido muchísimo, hay un parque industrial muy importante, no es que las empresas uruguayas no hayan reinvertido; justamente, a veces los problemas de alguna empresa se deben a reinvirtió pensando que la única manera de mantener el crecimiento 2010-2011 era estar actualizada.
EC —¿Le está contestando a la ministra de Industria, Carolina Cosse?
WC —No; hoy vamos a tener una reunión con la señora ministra, porque es importante para nosotros saber cuál es la filosofía, cuál es la política para este año, para ir ajustando las necesidades de las industrias.
EC —Le pregunto porque en comentarios que hizo la ministra en noviembre durante la Semana de la Industria reconoció que las fábricas uruguayas tienen un “problema de competitividad y productividad”, y consideró que “si una industria manufacturera sigue más o menos igual durante 10 años en términos de sus procesos y productos, y no incorpora valor en ellos de manera disruptiva, le va a costar mucho competir”. ¿Es correcto?
WC —Hoy en día una de las materias más importantes en el mundo es lo que se llama la innovación disruptiva. Vemos empresas que no han sabido aprovechar la innovación disruptiva, caso Kodak, empresas que han entrado en problemas porque no hicieron lo que el mercado quería sino lo que creían que el mercado quería. Aquellas empresas que no se preparan tecnológicamente son las que tienen problemas. Cuando usted hace trabajar a una empresa en un país que no le da las condiciones de competitividad, le baja los márgenes de utilidad y no le permite generar un flujo de caja adecuado no solo para hacer frente a sus compromisos fiscales, a sus compromisos laborales, a sus compromisos con sus accionistas, le quita la capacidad de reinvertir, es una empresa que va condenada al problema. Entonces yo no sería tan optimista.
Por eso digo, hoy en Uruguay muchas empresas están pensando en pagar sus compromisos financieros, pero no en reinvertir. Tal vez la cantidad de proyectos de inversión sea la misma que en años anteriores, pero el monto es menor, porque las empresas están cuidando el flujo de caja. Y en momentos de crisis, como el propio Estado, que está controlando o tratando de controlar el gasto y no puede gastar lo que no tiene, también las empresas son conscientes, y en este caso mucho más, porque no pueden gastar lo que no tienen. Y si no pueden gastar lo que no tienen, no pueden reinvertir, porque para reinvertir tienen que saber que tienen capacidad de generar utilidad.









