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Entrevista central, miércoles 26 de abril: Pablo Mieres

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EC —Pero usted habla también de primaria.

PM —En primaria, según las pruebas de la Unesco, que se hacen a través de un sistema, para tercero y sexto de escuela, Uruguay estaba muy bien en la primera medición y sigue estando arriba, pero lo van alcanzando. Por ejemplo, en los aprendizajes de sexto año de escuela Uruguay ya no es el primero de la región, y en tercer año sigue estando arriba, pero cada vez están más cerca los demás. Hay, otra vez, estancamiento.

También sabemos que el egreso de primaria, que es un egreso universal, sin embargo tiene un 30 % de extraedad, alrededor de 3 de cada 10 gurises salen de primaria más tarde de lo que deberían. Y la tasa de repetición de primaria, que se ha reducido significativamente, a la mitad en el período, y eso es un dato positivo, sin embargo cambia sustancialmente en primero de liceo. Ahí hay un quiebre, un crac. O primaria enseña mal o secundaria mide mal los aprendizajes, pero pasamos de un 2 % de repetición en sexto de escuela a un 28 %, 30 % en primero de liceo. Es brutal. Y ahí va directo a uno de los incumplimientos de las promesas de gobierno del FA, que era la construcción de un marco curricular común, construir una continuidad. Esto sigue siendo feudal, seguimos con primaria por un lado, secundaria por el otro, la UTU por el otro, cada cual toma sus decisiones.

EC —No está claro que se haya abandonado ese planteo.

PM —Hay una idea ahí…

EC —Cayeron, salieron del gobierno quienes lo impulsaban más claramente, el subsecretario y el director nacional de Educación, Filgueira y Mir, pero después se aclaró que ese no era el tema que había estado de por medio, que no había una discrepancia frontal, que se va a trabajar en esa materia.

PM —Sí, ahora se habla de un marco de referencia.

EC —Se ha utilizado otro término.

PM —Pero cuando empezamos a conocer qué es lo que interpreta el Codicen como ese marco de referencia, se habla de cosas que no son obligatorias para los consejos desconcentrados, que no generan un trayecto potente, capaz de ordenar. En el mundo –lo aprendí con los asesores con los que he trabajado– los programas curriculares son, por ejemplo, matemáticas de kínder a 17 años, y acá cada año tiene su programa y muchas veces los gurises repiten, las mismas cosas que aprendieron sexto las aprenden otra vez en segundo de liceo y de repente la vuelven a estudiar en quinto, porque cada programa tiene su lógica, porque es todo a la vieja usanza. Es un sistema de aprendizaje asignaturista, contenidista, sin una lógica integral, holística. Eso también está en el debe y este equipo no está impulsando ese cambio.

EC —¿Qué otro dato lo preocupa, para completar este cuadro sintético de su diagnóstico tan crítico a propósito de cómo está la educación?

PM —La clave para lograr un cambio en el sistema de enseñanza media es que los liceos se conviertan en comunidades educativas. Para eso hay que trabajar en la autonomía de los centros educativos y en que estos tengan equipos de trabajo constantes, permanentes, con duración en el tiempo. Eso se revirtió, al revés.

EC —¿Se revirtió? Las autoridades hablan con frecuencia, con insistencia, del concepto territorial.

PM —Sí, que se traduce en el incremento de cargos burocráticos intermedios. Este quizás sea uno de los puntos más críticos que tengo sobre la estrategia de la política educativa del gobierno. En lugar de potenciar los centros educativos, que es la situación aula, el lugar donde se produce el aprendizaje, se ha potenciado la estructura intermedia, que es burocrática, es gente que está afuera del contacto directo con los chiquilines. Hay una apuesta inversa a lo que debería ser el proceso de transformación educativa. Y con eso van a seguir teniendo pésimos resultados.

EC —Para usted, ¿el plan ProMejora, por ejemplo, era un camino?

PM —Sí, sin duda. Para mí y para la mayoría del sistema político.

EC —Se lo pregunto porque desde el Codicen, desde secundaria misma, las autoridades más de una vez han dicho que se exageró la importancia o la utilidad de un plan como ese, que se hizo un mito del plan ProMejora.

PM —¿Alguna vez conocimos un análisis y una evaluación seria del plan ProMejora? Se lo desmontó sin evaluación, sin ningún estudio ni informe que dijera si era bueno o malo. Yo creo que era muy bueno, al contrario, las informaciones que hay eran que iba bien, y además formó parte de acuerdos políticos. Pero lamentablemente las autoridades educativas lo dejaron por el camino.

EC —¿Qué implicaría hoy el concepto asociado con el ProMejora en cuanto a la autonomía de los centros educativos?

PM —Para mí cómo se logran resultados educativos no es una cuestión mágica, ni imposible, ni difícil. Es un problema comunicativo, hay que generar las condiciones para que el chiquilín se sienta parte de algo y sienta que participar de eso lo ayuda a ser mejor en la vida. Y eso se logra con comunidades educativas, no con liceos adonde el chiquilín llega, es un anónimo, los profesores van pasando uno tras otro, recreo en el medio, y nadie se preocupa por qué le pasa. Ese es el liceo que expulsa.

El liceo funcionando con un director, con un equipo docente estable, que conoce a los chiquilines, que los trata, que los acompaña, que si faltan averigua qué les pasó, ese es el modelo. No digo que no haya en Uruguay casos así, hay algunos liceos públicos que funcionan así, pero en general porque están en centros poblados más chicos, donde hay pocos docentes y los docentes son los mismos, entonces hay un acompañamiento. No hay magia en esto, yo he sido docente, a nivel universitario, pero la clave del éxito es que haya comunicación, que el chiquilín sienta que es alguien, que es reconocido como alguien y que lo que hace le importa al entorno educativo en el que está.

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EC —¿Cómo encaja en ese balance tan negativo que usted hace de las políticas que se han seguido en educación en los gobiernos del FA un caso el del liceo de Tala, tres de cuyos alumnos, integrantes de un taller de robótica, viajan a Houston, Texas, compiten con colegas de 80 países y terminan siendo premiados? Es cierto, en una categoría especial, la de equipos novatos, pero se distinguen. Y no es el único caso de participación de estudiantes de liceos públicos en certámenes de distinto tipo en el exterior.

PM —Eso nos tiene que alegrar muchísimo.

EC —Lo pregunto yo y lo preguntan varios oyentes en sus mensajes. No es el caso del liceo de Tala, es toda una política, la robótica se ha ido desarrollando en los liceos como una herramienta para impulsar determinada forma de acercamiento del estudiante al conocimiento.

PM —Ahí ya tengo una diferencia. Creo que hay casos excepcionales que logran resultados excelentes, como este que señalamos y que me alegra muchísimo.

EC —Ayer estuvimos con ellos acá, estuvieron sentados en esa misma butaca.

PM —Es espectacular. Pero ¿es resultado de una apuesta sistémica? Porque yo me tengo que hacer cargo de los resultados de aprendizaje de todos, y yo miro los resultados de los chiquilines que están en tercero de ciclo básico, de una muestra representativa, en 2015, no en 2010, y me encuentro con que el 40 % –lo dice Tabaré Fernández, un sociólogo especializado en educación– no tienen la formación equivalente a la de sexto de escuela. Es garantía –dice él– de que van a fracasar en el bachillerato. Esos son los resultados.

Me parece fantástico que en el liceo de Tala se haya generado una acumulación de aprendizajes, de motivación, de esfuerzo. Al revés, el caso Tala muestra que la materia prima es excelente, que el Uruguay tiene condiciones para estar muy arriba como estuvimos en materia educativa, y que esto no sea excepcional, sino que sea un resultado colectivo. No podemos aceptar que esto sea excepcional, lo aplaudimos pero no tenemos un sistema educativo que esté produciendo resultados fantásticos. Todo lo contrario, es un sistema que está llevando al fracaso a la gran mayoría, y eso es dramático. Y a la mayoría pobre, a los que tienen menores recursos.

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