
EC —¿Cómo que no se sabía, no se podía analizar esa marihuana?
AN —Se analiza cuando se incauta, pero la que se incauta no es la que se consume, y si hablamos desde la perspectiva del consumidor no conocemos las características de la marihuana que efectivamente llegaba a consumirse. Este es otro elemento positivo de la ley: conocer el producto. Para la toxicología el conocimiento de la composición de un producto es uno de los parámetros fundamentales que permite establecer la toxicidad: a mayor dosis, mayor toxicidad. Como dije, el cannabis es un producto muy complejo y no es solo el principio psicotrópico, sino que existen otros componentes como el CBD u otros, que son los responsables del efecto. La complejidad del sistema nervioso central del ser humano hace que también existan elementos importantes a considerar a la hora de los efectos, que no solamente son los componentes sino también la expectativa del consumidor, su estado biológico y psicológico y también el setting, el escenario, el lugar en el que se encuentra, el marco de protección donde consume, eso también incide en los efectos que se obtienen de una sustancia psicoactiva. Entonces me parece que, si bien en principio podría parecer una concentración un poco baja, es de arranque, y desde el punto de vista toxicológico es correcto comenzar con prudencia.
EC —Dice uno de los oyentes: “Con el tabaco se hace una campaña de terror a propósito de su consumo, con la marihuana no la veo”. Este y otros mensajes se refieren a la forma en que se expende la marihuana en las farmacias, un envase tipo ziploc donde aparece detallada la variedad, sus efectos, contraindicaciones, pero no las advertencias gigantescas y horripilantes que tienen las cajas de cigarros. ¿Usted cómo ve eso?
AN —En realidad del tabaco se conoce mucho más que de la marihuana; cuando se conozca más de la marihuana quizás haya que cambiar los envases. Son envases muy neutros que registran la composición y las precauciones de uso, tienen un ziploc que permite proteger el producto, que debe ser cuidado y alejado de los niños, y todas esas recomendaciones están referidas en el envase.
EC —A propósito de esta respuesta y de algunas anteriores viene este mensaje, de María Marta, que dice: “Lo que está comentando la entrevistada es horrible, gracias a la ley de marihuana Uruguay será un gran laboratorio donde los uruguayos registrados serán conejillos de indias para confirmar las estadísticas de los daños de la marihuana que ya están estudiados internacionalmente”. ¿Qué dice usted?
AN —Hay estudios, pero no son absolutamente categóricos, y no creo que nos veamos como conejillos de indias. Uruguay siempre fue liberal en muchas políticas, también en la de drogas, desde hace muchos años. La ley de drogas de Uruguay fue, en la región, una de las primeras que no penalizaba al consumidor; en Argentina, Brasil y Chile los consumidores van presos, en Uruguay no. Entonces creo que esta ley recoge una tradición histórica de Uruguay. Además, uno de los primeros políticos que empezó a pensar en un cambio del marco regulatorio fue el doctor Jorge Batlle, por allá por el año 1999 o 2000.
EC —Ahí se abrió el camino, después no se siguió, pero apareció la primera decisión política de alto nivel a propósito de la poblad de estas legalizaciones.
AN —Sí, y en cuanto a quienes estamos en ámbitos universitarios, siempre realizamos comunicaciones científicas e investigaciones en un marco de aplicación de normas internacionales -lo que es el consentimiento informado, la participación voluntaria en estudios, etcétera-. Eso es lo que permite el crecimiento del conocimiento. Si se pensara que cada vez que se investigó se trató de un laboratorio con conejillos de indias, creo que no sabríamos todavía cómo hacer circular la rueda.
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Transcripción: Andrea Martínez









