
EC —Tú decías que las habilidades que se juegan en la infancia son básicamente las cognitivas, y que en la adolescencia el cerebro todavía es suficientemente maleable como para adquirir las no cognitivas. Ahí hay un debate, y es una de las preguntas de la audiencia, hay quienes citan a David Siegel, La mente en desarrollo: el cerebro es maleable durante toda la vida. Supongo que acá hay una polémica académica.
CS —El sistema educativo actual se funda sobre esa creencia. Podemos tener maleabilidades de distinta magnitud, si tenemos arcilla y podemos hacer cualquier cosa o ya está más gredosa o ya tenemos una vasija y no podemos hacer nada. La idea acá es que esta ventana se cierra y el cerebro se transforma de arcilla en vasija en el período entre 0 y 10 años.
EC —Decíamos que las habilidades no cognitivas eran apertura a la experiencia, curiosidad, gusto por aprender; responsabilidad, tesón; extraversión, el gusto por el trabajo con otros; cordialidad, amabilidad, ser empático, cálido, y estabilidad emocional. ¿Cómo se hace en la adolescencia para desarrollarlas, para trabajar en ellas?
CS —Ahí hay un dilema que tiene que ver con el énfasis más bien académico que tienen los liceos o la educación media en muchos países. No en todos, porque hay experiencias distintas como la de Alemania, en que hay dos tracks, uno mucho más relacionado con el trabajo y otro más académico, lo que da lugar a polémicas. Para entender el desafío que uno tiene enfrente hay que tomar en cuenta además que en muchos liceos en muchos lados del mundo la cultura adolescente termina por generar una presión grupal contra el buen desempeño, contra la obediencia. Eso lleva a pensar que para generar estas habilidades que tienen que ver con la disciplina, la puntualidad, el cumplimiento de las metas, etcétera, tú tenés que sacar al niño de ese medio. Entonces los programas que se encuentran que funcionan con los adolescentes tienden a ser programas que ponen al niño en contacto con una persona, por ejemplo una persona mayor que fue exitosa en la vida y que nació en circunstancias similares a las de él, con la cual entonces puede relacionarse. Eso es un mentor. Uno empieza a tener horas con el mentor, el mentor empieza a dar consejos, a tratar de intervenir de alguna manera en la vida del chico y servir como ejemplo. Eso es un conjunto de programas.
Otro conjunto de programas pone al adolescente en contacto con el mundo del trabajo. Y ahí están los programas de aprendices, en los cuales uno tiene la disciplina de ir a un lugar, aprender determinada tarea y aprender haciendo, en la práctica, en un ambiente de trabajo, cuáles son las habilidades que te hacen exitoso, y tener la gratificación efectiva de que si cumplís, etcétera, tenés el reconocimiento.
Esos son los programas que se ha encontrado que son exitosos en tratar de aprovechar esta segunda ventana. Lo complicado es que este tipo de programas es muy distinto de las condiciones a las que normalmente se ven expuestos los adolescentes.
EC —Esta segunda alternativa que manejabas no tanto, el aprendizaje por la vía de los talleres, de la experiencia existe, acá mismo en Uruguay ha ido ganando espacio.
CS —Sí, y hay países en que –Alemania es el ejemplo más paradigmático– el sistema educativo está estructurado de esa manera.
EC —El sistema dual.
CS —Efectivamente.
EC —En esa línea hay cosas.
CS —Es verdad, hay cosas. Obviamente que el sistema como un todo debería orientase hacia allá. Y pensando que esto del track dual es polémico, uno podría pensar que es mejor que te tires por el track más cercano al mundo del trabajo que por el track más académico, si hay que elegir. Si hay que elegir, yo te elegiría este.
EC —¿Cómo se implementan este tipo de experiencias? ¿Se elige de un grupo de 30 alumnos de un liceo a aquellos que tuvieron fallas en la niñez en la adopción de las habilidades cognitivas? ¿Se toma a esos y solo a ellos se los pasa a estas otras actividades en las que se fomentan las habilidades no cognitivas?
CS —Las experiencias que te mencionaba son más bien de colegios que suscriben un programa diferente si tú quieres experimentan con esta innovación. Al interior del colegio no hay selección, todos los niños tienen la oportunidad. Algunas cosas son voluntarias, tú enganchas con tu mentor o no.
EC —Pero si fuéramos a los liceos públicos de nuestro país, ¿cómo se haría? ¿Habría que tomar a unos para este tipo de formación, mientras que los otros continuarían la formación “normal”?
CS —Creo que uno podría en el fondo elegir por características de los padres, etcétera, algún grupo de colegios en los cuales este tipo de programas tendrían más éxito. Sería la forma de hacerlo, la forma de partir, al menos.
EC —Supongo que esto despierta a su vez un debate, porque puede pensarse que hay de por medio una especie de estigmatización, de segregación.
CS —Sí, que hay gente que no tiene condiciones para determinadas cosas y empezamos a tener, no sé, en una época se llama cuello azul y cuello blanco. Pero el tema central está en la creencia de que les estarías coartando posibilidades a los niños a los cuales ya no les das la posibilidad de la educación académica. Eso es un poco elitista en el fondo, es pensar que en el mundo no hay nada mejor que ir a la universidad y que el único camino para el éxito en la vida es un título profesional. Yo creo que eso es falso, y ese prejuicio te juega en contra en esto.









