EnPerspectiva.uy

Entrevista central, viernes 1 de abril: Alejandro Sánchez

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Alejandro Sánchez tiene 35 años, vive en pareja y tiene dos hijas.

AS —Dos hijas, Maite y Ema.

EC —¿Qué hacía antes de dedicarse a la política?

AS —Me siento militante desde los 14 años, o sea que me dedico desde hace bastante a la política.

EC —Corrijo la pregunta: ¿qué hacía antes de ocupar cargos de gobierno, por ejemplo una banca de diputado?

AS —Antes de ser diputado fui secretario general de la Junta Departamental de Montevideo, pero originalmente soy feriante, vengo de una familia feriante, y después estuve trabajando en la Asociación Cristiana de Jóvenes y en otras instituciones, más vinculado al área social porque era estudiante –y sigo siendo estudiante, porque no me recibí– de Sociología.

EC —Milita en el MPP desde el año 1996.

***

EC —El acto del miércoles en la plaza Líber Seregni estuvo muy lejos de la concentración del 26 de marzo de 1971 en la explanada de la Intendencia, la que se estaba conmemorando.

AS —Y a 45 años, más o menos, de distancia.

EC —Estuvo a 45 años y a una enorme cantidad de gente en cuanto a la convocatoria. Hubo poca gente. La participación fue baja incluso si se la compara con convocatorias recientes del FA de la última campaña electoral nacional, la del 2014. ¿Qué lectura hace de ese dato?

AS —Hubo unas 3.000 personas en la plaza Líber Seregni…

EC —¿Qué le parece? ¡Tres mil personas! El FA estaba acostumbrado a hablar de 200.000, 100.000, 50.000…

AS —Puede ser. Pero yo me pongo en otra fotografía; quizás no 45 años atrás o en otros actos que realizó el FA en plenas campañas electorales, sino en el lanzamiento de la campaña que realizamos en el 2012, cuando teníamos otros cuatro compañeros que estaban compitiendo. Lo hicimos en la explanada de la Intendencia y había muchos menos, era un día bastante gris y terminó dentro del local del FA, incluso por las inclemencias del tiempo.

Yo encontré un acto en el que había mucha más alegría de lo que uno presumiblemente podía esperar, creo que el clima del acto fue muy bueno y es eso lo que uno tiene que mirar. Uno no puede pedirle a un músculo que corra 100 metros de una, y el FA viene de un proceso en el que, salvo en campañas electorales, no ha habido movilización política, entonces me parece que esto ha sido un gran comienzo. Creo que es un buen comienzo por el clima, por la actitud de los compañeros y compañeras y por las ganas que se tenían de iniciar esta movilización.

EC —Sí, pero ni siquiera la historia, ni siquiera la tradición, el hecho de estar celebrando 45 años del primer acto del FA generó movilización. ¿Qué pasa? ¿Por qué el FA entusiasma poco a su propia gente?

AS —Evidentemente, el hecho de no ser una actitud permanente la movilización, la participación de los compañeros, tanto sea presencial como también en términos reales digital, de manera digital, en la que creo que el FA debería avanzar mucho más… También hay cierto enojo de algunos frenteamplistas que sienten que no logran colar sus opiniones dentro del FA, que muchas veces sienten que el FA toma decisiones desde un lugar de soberbia y eso genera ciertos malestares. Quizás no se sintieron convocados a este acto, pero siguen siendo frenteamplistas. Forma parte del objetivo de esta movilización abrir las puertas del FA para que entren todos, los que están enojados, los que están contentos, los que son críticos, los que son ultracríticos, los que están lejos de la estructura y los que están dentro de la estructura, los que estuvieron alguna vez y los que nunca vinieron al FA pero se sienten frenteamplistas. Ese tiene que ser el objetivo del Frente y para eso estamos iniciando esta movilización, porque reconocemos que tenemos una fuerza política que se ha acostumbrado a no movilizarse, a no generar espacios de participación cotidianamente para convocatorias amplias de los frenteamplistas, sino que muchas veces terminamos simplemente generando espacios donde estamos solo los que estamos dentro de la estructura y eso acota muchísimo las potencialidades que tiene el FA.

EC —En su discurso del miércoles usted llamó a construir un Frente “que escuche más y grite menos” y pidió “bajar la pelota al piso”. Ahí había también bastante autocrítica. Concretamente, ¿qué quiso decir?

AS —Quiero decir, ante todo, que es posible, necesario y urgente que los frenteamplistas nos generemos espacios para escucharnos un poquito más, porque creo que últimamente estamos tomando posiciones en nuestro núcleo individual, en nuestra casa, solos algunos o en nuestros sectores otros y no estamos escuchando lo que está opinando el otro sino que cada uno va empujando su verdad y cree que su verdad es la única posible.

EC —¿A puro tuit funciona la cosa?

AS —Claro…

EC —¿El impulso de Twitter, por ejemplo, está dentro de ese problema?

AS —Y sí, es casi la búsqueda del titular, y a veces son demasiado desafiantes y agresivos. Eso nos genera construir más muros en vez de abrir más puertas para entendernos.

EC —¿Eso tiene que ver también con la lógica de bloques o de polarización?

AS —Tiene que ver con esa lógica. Tiene que ver con la lógica sectorial, donde cada uno elabora en su sector y luego va a pelear por esa verdad que le parece la mejor. Con esto no estoy asignándoles mala intención a los compañeros, creo que la gente se convence entre convencidos que piensan todos más o menos igual y después van a pelear con eso y sienten que sacarle algo a esa definición es perder. Yo creo que en política, y en política de izquierda, tenemos que aprender que ir por todo generalmente genera quedarnos sin nada y que tenemos que perder todos un poquito para construir algo que es mucho mejor que lo que cada uno de nosotros por separado pensó.

EC —Pero el FA tiene organismos en los que confluyen los distintos grupos. ¿Ahí no se da ese intercambio, no se baja la pelota? ¿O usted propone en realidad otra cosa, que se encuentren con cierta frecuencia el Frente Líber Seregni (FLS) y el mujiquismo, que se junten y discutan de bloque a bloque y traten de superar las fronteras en vez de marcarlas? ¿Algo de eso? ¿De qué está hablando?

AS —No comparto mucho las etiquetas de mujiquismo versus FLS…

EC —Es una simplificación, pero…

AS —… porque creo que esa no es la síntesis del FA, la síntesis del FA es mucho más grande y mucho más diversa que esa; incluso creo que esa solución agravaría los problemas. Si alguien piensa en el FA que la solución del FA es que el FLS y el MPP se junten y a partir de allí construyan soluciones, está equivocado. Porque el FA es mucho más grande que el FLS y que el MPP y que el mujiquismo, para llamarlo de alguna manera y aceptando esa forma de designación. El FA es mucho más fuerte y mucho más intenso que cualquiera de esos dos grupos, más allá de los votos que tengan. Porque en definitiva cuando los frenteamplistas votan, votan a quien creen que interpreta mejor lo que ellos sienten que es el FA. Entonces esta lógica de atomización sectorial o de grandes bloques que confrontan termina destruyendo una de las cuestiones centrales del FA, que es que es mucho más que la sumatoria de las partes.

Estos son los problemas que tenemos, precisamos un espacio donde no preguntemos cuántos votos tiene una idea, porque las ideas que son buenas son buenas, independientemente de cuántos votos hayan tenido antes. Tenemos que poner en valor eso, la capacidad que tiene la izquierda de reinventarse y de tener imaginación política para poner ideas novedosas, renovadoras, que generen mejores soluciones a los problemas que tenemos, independientemente de si eso representa equis cantidad de votos antes. Estamos asignándole a cada idea votos, en esta lógica de pensar los sectores, y yo creo que hay que pensar más en el Frente y menos en los sectores, porque la solución es una salida frenteamplista, es convocar a muchos a que vengan a traer su aporte, su conocimiento, sus ganas, su fuerza, y para eso no hay que preguntarle a quién vota, hay que preguntarle nada más si tiene ganas de construir más FA.

EC —Quiero detenerme en un tema que está arriba de la mesa desde hace varias semanas y que creo que permite pasar luego a asuntos que justamente tienen que ver con esta elección interna, la declaración del Plenario Nacional del FA del 5 de marzo. En su punto 2 esa declaración dice: “Rechaza la campaña desplegada por la oposición y diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar la imagen y credibilidad tanto de integrantes de nuestro gobierno como así también debilitar la institucionalidad democrática del país”.

Hace ya unos días, en una entrevista con Montevideo Portal, usted dijo que no compartía esa declaración, dijo “se nos fue la moto”. Fue quizás el primero que marcó una distancia. Varios dirigentes hicieron algo parecido, entre ellos Javier Miranda, otro de los candidatos a presidente del FA. Entonces, ¿a quién representó esa declaración?

AS —Me parece que la pregunta es otra. Esa fue la declaración de la dirección del FA.

EC —¿Y qué es la dirección del FA?

AS —Es lo que hablábamos recién, esa dirección y ese Plenario, que es lo que vamos a elegir ahora, vamos a elegir un nuevo Plenario, una nueva integración de ese Plenario, junto con un presidente, es decir, se elige con el voto de los frenteamplistas esa dirección. Ahora, uno no representa a los frenteamplistas una vez que lo votaron, porque los frenteamplistas pueden depositar confianza en una persona, en un grupo y en un conjunto de compañeros que conforman el Plenario, pero si después esos compañeros o ese presidente no se vinculan con los frenteamplistas, nunca van a poder ser la síntesis del pensamiento colectivo. Para representar a alguien no basta con que lo vote, el voto es un acto de confianza en lo que esa persona puede hacer, pero para representar a los compañeros después hay que estar en contacto con los compañeros y discutir con los compañeros. Entonces el Plenario es la dirección del FA actual.

Cuando uno en política, y en cualquier aspecto de la vida, emite un mensaje está pensando en el receptor. Si uno emite un mensaje sin pensar en el receptor, lo que termina pasando es que una persona o una organización política es autista, y no creo ni quiero que el FA sea autista, cuando uno emite un mensaje está pensando en la reacción que quiere generar en la sociedad, en ese receptor. Y cuando ese receptor luego te retrasmite que lo que acabás de hacer se va de las fronteras de lo razonable porque pone todo en la misma bolsa y además le asigna una cuestión muy fuerte que es atentar contra la democracia misma, uno tiene dos caminos, el camino de la soberbia, de pensar que como lo decidió, lo decidí yo y fue mi dirección, es eso y punto y el que me está contestando simplemente está en contra del FA porque quiere estar en contra del FA, o el camino de la razón y del sentido común: si mi receptor no está entendiendo lo que yo estoy queriendo decir es porque me equivoqué en algunos extremos de lo que quise decir.

Lo que quiso hacer el FA fue respaldar a su vicepresidente, porque había actores políticos que estaban pidiendo la renuncia del vicepresidente de la República, y marcar que existen algunos medios –algunos hasta lo han reconocido públicamente y es así– que hacen campaña en contra del gobierno del FA. Hay medios de comunicación que en sus editoriales se definieron contrarios al gobierno del FA y militantes en contra, y eso está muy bien.

EC —Eso ha pasado en todos los gobiernos, siempre ha habido medios definidos en contra de.

AS —No lo cuestiono; al contrario, una sociedad democrática precisa de esos medios y de otros, precisa de todas las voces. Creo que la solución a esto no es acallar ninguna voz, sino que se escuchen todas. Lo que tenemos que hacer es garantizar que todas las voces tengan la misma potencia para ser escuchadas para que después los ciudadanos decidan qué es lo que les parece que está bien o que está mal, porque no existe la objetividad en los hechos, menos en la política y en la interpretación. El problema es que muchas veces se visten algunas noticias malintencionadamente o se presentan algunos recortes de la realidad como si fueran la verdad.

Evidentemente algunos extremos de la declaración fueron equivocados, porque así fueron interpretados por el conjunto de la sociedad, porque pusimos todo en la misma bolsa y no todo puede estar en la misma bolsa. Además me parece que es extralimitado plantearse que eso atenta contra las instituciones democráticas, porque eso es un juicio bastante pesado y la democracia es un problema muy fuerte y pesado como para tratarlo de esa manera.

EC —De todas maneras, me parecía importante este ejemplo para preguntarle por otros detalles.

AS —Pero lo mío es autocrítica, porque yo soy parte de ese Plenario. Lo mío parte no de un lugar de ajenidad…

EC —¿Usted votó esa declaración?

AS —Sí, sí, yo voté esa declaración, como votaron todos los que estaban en el Plenario, menos algunos compañeros.

EC —La pregunta podría ser entonces si este no es un ejemplo de falta de representatividad de los órganos de conducción del FA, si la declaración sale y enseguida aparecen todos los matices, las diferencias, las discrepancias… O, visto más en general, ¿el FA puede seguir funcionando con la estructura orgánica que hoy tiene, más allá de que se elija a nuevos integrantes? ¿La estructura no es un problema?

AS —Creo que las estructuras son un problema. Esa es una solución de carácter administrativo a los problemas que tiene el FA hoy. A veces cuando hay problemas en un partido político se crea una comisión que busca ordenar la forma de funcionamiento y de la estructura pensando que eso resuelve los problemas políticos. Pero los problemas políticos van más allá de las formas que tenemos de funcionar, aunque también haya que cambiarlas. Como decía, el FA se tiene que modernizar y debería tener, por ejemplo, elementos de consulta digital.

EC —Hace años que se habla de eso y no se concreta.

AS —Sí, se habla, se habla; hay que salir del diagnóstico y concretarlo. Estoy hablando no solo de comités virtuales, estoy hablando de consulta digital, de que haya diferentes comisiones o documentos sobre un tema y que los frenteamplistas puedan de manera digital decir sobre eso y aportar elementos a ese material para que después terminemos resolviendo. Eso hace a la modernización del FA.

Pero creo que el problema va más allá, va justamente en cómo logramos que el FA siga siendo un sujeto de transformaciones y que dialogue con la sociedad. Y dialogar con la sociedad implica que esa fuerza política escuche más a la sociedad, que los mensajes que emite tengan más que ver con los problemas que tiene la sociedad y con las formas de comunicación que tiene la sociedad actual, y eso implica un lenguaje y un mensaje diferentes.

Sería muy fácil decir que el Plenario no representa al millón de frenteamplistas, pero eso es salir por una solución de carácter burocrático que creo que no resuelve ningún problema, simplemente es una especie de barrer abajo de la alfombra y encontrar algún culpable. Mi abuela decía algo que es muy importante y que uso como referencia en política principalmente: la culpa nunca cae al suelo, tiene que caer en el lomo de alguien. Creo que es momento de que nos dejemos de buscar quién es el culpable, demos todos un paso al frente y nos hagamos cargo de que todos somos responsables. Pero hagamos algo para cambiarlo.

EC —Una de las funciones del presidente del FA es la de ser interlocutor entre la fuerza política y el gobierno. ¿Qué piensa usted? ¿Cómo debe ser la relación FA-gobierno del FA?

AS —Creo que tiene que ser muy buena, y hay que incluir un tercer actor, que son las fuerzas sociales, el movimiento social. El FA tiene que ser el articulador entre las demandas de la sociedad y el gobierno nacional. Pero no puede agotarse en ser la polea de trasmisión de lo que hace y decide el gobierno nacional, porque una fuerza política que pretende transformar la realidad tiene que seguir siendo una fuerza política en la que resida el cambio. Y para eso no puede contentarse con trasmitir lo que se defina en el gobierno, las políticas públicas que hace el gobierno, tiene que ser más allá. Es la fuerza política de gobierno, sí, señor, y tiene que trasmitir los logros del gobierno y trasmitir y contextualizar los errores que podamos cometer en el gobierno, y los problemas que surgen y contextualizar esos problemas para encontrarles solución.

Pero tiene que hacer mucho más que eso, tiene que articular las demandas de una sociedad en un programa político para de alguna manera darles sentido y dirección a las movilizaciones que tenemos que dar como sociedad para resolver gran parte de los problemas que tenemos. Algunos los podrá resolver el gobierno, otros serán esfuerzos a más largo plazo que es necesario consolidar en el seno de la sociedad. Y esa es la función del FA. Por supuesto que no es la de ser la auditoría del gobierno, como muchas veces pretendemos o hemos tratado de ser, tratar de ver qué es lo que hace un ministro y poner a la fuerza política a discutir la gestión de lo que se está llevando adelante en los ministerios.

EC —Javier Miranda decía, en la entrevista que hicimos aquí en En Perspectiva, que para él fue un error que Tabaré Vázquez hubiera resuelto sacar a Uruguay de las conversaciones por el TISA porque el FA estaba en contra, que Vázquez tiene que resolver por sí mismo en esa cuestión, que el presidente tiene que resolver por sí mismo y no conducido por la fuerza política. ¿Qué dice usted?

AS —Creo que una de las innovaciones más grandes del FA cuando surgió, hace 45 años, fue demostrar que la política y las decisiones políticas de una sociedad no deberían ser tomadas por las personas que se proponen como clase política, sino que la política es algo que es de toda la sociedad y entonces todos tenemos derecho a opinar sobre cuáles son las grandes decisiones estratégicas. Eso fue una cosa que rompió y fue la innovación política del FA el hecho de que todos podemos participar en la política.

Entonces creo que Tabaré Vázquez hizo muy bien en consultar a su fuerza política sobre un tema que era muy importante para el Uruguay, que implicaba hipotecar, en el caso de terminar firmando –porque estábamos negociando–, la liberalización de los servicios comprometía mucho las posibilidades de desarrollo del país. Estuvo muy bien, porque tan importante es un ministro de Estado con la información que pueda recabar y la responsabilidad que tiene frente a la sociedad como un militante que convenció a su vecino para que confiara en el FA para resolver los problemas del Uruguay. Me parece que esa es la lógica, Tabaré Vázquez hizo muy bien en consultar al FA en estos temas y debería consultarlo en otros. Eso no quiere decir que la Mesa Política del FA sea el gobierno, el gobierno es el Consejo de Ministros. El gobierno fue elegido para llevar adelante un programa que construimos todos, no es la Mesa Política el gobierno. Pero en una democracia los partidos políticos son centrales y son muy importantes para tomar decisiones que atañen a la sociedad, y más si son cuestiones estratégicas.

Comentarios